También el Instituto Nacional de Estadística (INE) se ha unido a la fiesta bajista publicando que el número de operaciones de compraventa de viviendas registrado en el mes de mayo fue de 34.012, lo que supone un descenso del 32,2% con respecto al mismo mes del año anterior.
No descubrimos nada nuevo si decimos que al sector del tocho le queda mucha caída a plomo sin soportes para largo tiempo. Con un stock residencial que en breve puede andar por los dos millones de viviendas y unos precios que la burbuja inmobiliaria hinchó hasta un 200%, no cabe más alternativas que buscar un desplome rápido del mercado inmobiliario. Ante la casi práctica paralización total de las ventas, sólo queda una solución: caída de precios bruscos para equilibrarse con la capacidad adquisitiva de una demanda cada vez más empobrecida por el paro. Hay que ir a buscar el equilibrio de precios, aquellos a los que la demanda puede llegar, y que nadie se lleve a engaño, ello supone pegarle tajadas a los precios de hasta un 50%, y de incluso más para el residencial vacacional, con el objetivo de situarse a precios de 2002/2003 e intentar pulirnos parte del monumental stock que tenemos.
Quién diga lo contrario sabe que miente, que nadie se aferre a imposibles, hay que superar la parálisis en la que estamos inmersos y tirar los precios con fuerza hacia abajo. Cuanto más tarden en ajustarse los precios, más tardará en recuperarse el sector y el país entero. Ahora solo falta que cada uno haga sus deberes.