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Primero ahorrar... y luego invertir

Para poder invertir, en cualquiera de sus versiones, primero hay que ahorrar. Y aquí es donde surge el primer problema. Ser ahorrador en la situación actual es sumamente complicado y, por si fuera poco, nos inculcan que debemos ser más consumidores que nunca. Ahorro y consumo se puede decir que son palabras antónimas, pero no por eso incompatibles.

PRIMERO AHORRAR…

Ahorrar es, entre otras definiciones, reservar alguna parte del gasto ordinario o guardar dinero como prevención para necesidades futuras. Si esta definición la convertimos en una fórmula matemática quedaría algo así como que

ingresos – gastos = ahorro

 

 

Atendiendo a la fórmula anterior, se puede decir que el ahorro no es un extra, es una parte de la administración de los ingresos con respecto a los gastos. Por lo tanto, si ingresos y gastos son valores similares, no existe ahorro. Sólo si los ingresos son mayores que los gastos, existirá el ahorro siempre y cuando los gastos no estén condicionados a los ingresos que, por otro lado, es lo habitual. A mi modo de ver, utilizar esta fórmula con el fin de ahorrar es un error, porque no es eficaz obtener el ahorro con lo que sobre de haberle restado a los ingresos los gastos.

En definitiva, esta fórmula no viene sino a corroborar la segunda ley de C.N. Parkinson: “Los gastos aumentan hasta cubrir todos los ingresos”. Al crecer los gastos en la misma medida que los ingresos nunca quedarán sobras para destinarlas al ahorro. A la vez que aumentan los gastos aumentan también los compromisos financieros, lo que coloquialmente se conoce como deuda. Por lo tanto, tener clara la diferencia entre pasivo y activo es primordial a la hora de gestionar el patrimonio de una forma eficiente.

El ahorro tiene que formar parte de nuestras principales prioridades en la gestión de los ingresos. Bajo esta premisa, la fórmula condicionaría la partida de gastos y quedaría así:

ingresos – ahorro = gastos

Las cantidades destinadas al ahorro deben estar ingresadas en otra cuenta diferente a la que utilizamos para el consumo. A esta cuenta la llamo “cuenta hucha”, pues a modo de hucha la vamos a utilizar. Y ese dinero, depositado en esa “cuenta hucha”, debe de tener liquidez inmediata y, además, debe de estar remunerada para evitar que la inflación merme el capital depositado.

El dinero que vamos a destinar al ahorro debe ser, sin condiciones, el primer recibo que se cargue en nuestra cuenta corriente como si de un recibo de luz, teléfono, coche, etc. se tratase. Como bien observaréis, lo que propongo es justo al revés de cómo actúa la mayoría y de ahí surge el problema de no ahorrar. Lo habitual es esperar a final de mes y lo que sobra es lo que de destina al ahorro. Esto último, si sois realistas, no funciona. Es más, si me apuráis, cuando llegamos a final de mes, llegamos justos, entonces el dicho generalizado es: no puedo, no llego, es imposible o, simplemente, gano poco para ahorrar. En nuestra economía familiar el ahorro debe de estar en primera fila.

No se trata de ganar mucho o poco, se trata de ahorrar una cantidad acorde con nuestros ingresos. Podríamos estar hablando de un 10% que, para empezar, no está nada mal. De la misma forma que gastos son equiparables a los ingresos individuales de la persona, así debe de ser el ahorro. De ningún modo se puede gastar más de lo que se gana, si así se actúa, no existirá el ahorro y la quiebra estará asegurada.

Trucos para ahorrar hay miles. Usa un buscador web y lo puedes comprobar por ti mismo. Todos son efectivos pero no eficientes. ¿Por qué? Porque no se ponen en práctica. El tren del ahorro no espera por nadie ni pasa casa por casa recogiendo ahorradores. El secreto no está en intentar ahorrar, está en ahorrar.

… Y LUEGO INVERTIR

Una vez que se ha conseguido el ahorro, el siguiente paso es convertirse en inversor con el fin de obtener una rentabilidad para ese ahorro. Dar ese paso no es fácil pues el inversor doméstico tiene que enfrentarse a los mejores inversores que acuden al Mercado y cada uno con el mismo objetivo: obtener una rentabilidad.

Invertir es emplear, gastar, colocar, destinar un capital para la obtención de un beneficio. Ese capital necesario proviene, como decía, del ahorro. Por lo tanto, ahorro e inversión van de la mano.

Invertir el ahorro no es un juego, es un riesgo que puede hacer que nuestro dinero se esfume para siempre. Por esa razón, el capital destinado a la inversión debe ser diferente y estar aislado de aquél que se necesite o se pueda necesitar para nuestra supervivencia.

Toda inversión requiere su tiempo. La falta de paciencia es uno de los mayores obstáculos con los que nos vamos a encontrar en este periplo. El “pelotazo” rápido no existe, para eso están las loterías. Poco a poco se irá obteniendo un beneficio de forma recurrente.

No es necesario tener una buena suma de dinero para invertir. Lo más rentable para el ahorro ha sido siempre tenerlo invertido sin importar la cantidad. Esperar a tener una cantidad predeterminada de euros implica perder un alto coste de oportunidad para nuestro patrimonio. En algunas ocasiones, invertir es también mantenerse en liquidez. Pero mantenerse en liquidez por el simple hecho de la acumulación hace que se pierda poder adquisitivo debido al trato implacable, como decía, que nos da la inflación.

Comenzar la inversión con unas bajas cantidades de patrimonio es posible debido a que el ahorrador tiene a su alcance la posibilidad de adquirir todo un abanico de productos financieros adaptados a sus necesidades y a su perfil de riesgo.

Si se limitan las pérdidas, el resto serán ganancias.

Por lo tanto, mantener el dinero parado, aunque sea poco, es una excusa sin ningún tipo de fundamento financiero. El tiempo juega a favor de la inversión porque como bien dice el dicho “cuánto más horizonte temporal exista para cumplir nuestras propias metas más posibilidades existen de conseguirlas”. No nos olvidemos que el interés compuesto hace que el dinero invertido siga creciendo con el paso del tiempo al reinvertir los intereses generados.

La formación y la información serán imprescindibles para evitar el sobrerriesgo que lleva implícito la inversión. La formación es un valor añadido que será incrementado con la información. Unificando ambos criterios, evitaremos hacer caso a consejos que no hemos pedido y que, en la mayoría de las ocasiones, no irán en nuestro beneficio. Las decisiones tomadas por uno mismo son las mejores.

Es importante definirnos ante los Mercados Financieros. Es decir, qué tipo de inversor voy a ser: conservador, moderado o arriesgado. Esto tiene que ser así porque los beneficios serán proporcionales al riesgo asumido. Es muy importante tenerlo claro porque si somos capaces de limitar el riesgo, tendremos asegurado el beneficio. Es cierto que cada activo lleva asociado un horizonte temporal y un nivel de riesgo diferente por eso es importante tener definidas de antemano ambas variables antes de proceder a la contratación. Recuerda que, limitando las pérdidas, el resto serán ganancias.

En la actualidad los inversores domésticos tienen un amplio abanico de productos para rentabilizar los ahorros: fondos de inversión, acciones, bonos, ETF’s, Tesoro Público, etc. Es más, dentro de cada producto se abre otro extenso abanico de posibilidades. Un buen seguimiento será suficiente para ver aumentar nuestros caudales. No voy a decir que este mundo sea fácil pero tampoco son necesarios estudios de postgrado, siendo los pilares básicos de la inversión la formación, la información, la disciplina, la diversificación, la selección de activos, el plan y el horizonte de inversión. Lo demás, son cuentos.

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  1. en respuesta a Postnuke
    -
    #4
    21/06/19 16:33

    No, no he dicho eso

  2. en respuesta a Toño García
    -
    #3
    21/06/19 15:49

    O sea me dice que tenga sin generar en el banco un total de unos 20 salarios mensuales brutos y a parte la cartera? No es mucho dinero sin que éste invertido porque ya sabemos que las cuentas bancarias la mayoría generan 0€ de intereses

  3. en respuesta a Postnuke
    -
    #2
    21/06/19 15:21

    Bajo mi criterio, el ahorro debe de estar sustentado sobre cuatro pilares:
    El primero, una cuenta corriente para el gasto diario.
    El segundo, una cuenta con liquidez inmediata, sin comisiones y si puede ser remunerada tanto mejor, para los gastos que surjan debido a un imprevisto. El importe de esa cuenta sería el equivalente al ingreso bruto de tres o cuatro mensualidades.
    El tercero, una cuenta para el ahorro dedicado al medio plazo. Digamos el importe bruto entre diez y quince mensualidades. Se podría diversificar entre varios fondos de inversión pero tampoco es necesario.
    Y, el cuarto, una cuenta para el ahorro que se dedique al largo plazo. Esta cuenta, a modo de cartera de inversión con el fin de buscar una rentabilidad para el ahorro, estaría abierta a cualquier tipo de vehículo de inversión.

  4. #1
    19/06/19 19:14

    Mi pregunta, si ya tienes una cuenta exclusiva para el ahorro y también vas metiendo todos los meses dinero en un fondo, cuando debes de parar de meter dinero en la cuenta ahorro y pasar todos los meses todo el dinero que ahorras al fondo de inversión o a tu cartera? Tengo esa duda todo dependerá de si tengo objetivos cercanos los cuales vaya a usar ese dinero en la cuenta pero si mi objetivo se cubrirá con lo que hay en la cuenta ahorro que hago con el dinero que sigo ahorrando mes a mes? Meterlo en otro fondo?