Comentario general
Estamos en plena temporada de resultados y con ella, también se ha activado el período de blackout de recompra de acciones, dejando así a un alto porcentaje de las compañías más expuestas al sentimiento de la comunidad inversora.
Las previsiones para este tercer trimestre no son buenas. Según un informe publicado por FactSet el 23 de septiembre, su autor, John Butters, espera que el crecimiento de los beneficios por acción de las compañías del S&P500 sea del 3,2%, el más bajo registrado desde que en 2020 esta variable cayera un 5,7%.
¿Por qué creemos que es relevante este dato?
Fundamentalmente, por la alta correlación que existe entre los beneficios empresariales y la evolución de los índices de renta variable. Aunque lo hemos comentado en artículos anteriores, creemos que es bueno insistir en esta idea, ya que nos permite atisbar la tendencia principal de fondo que, más pronto que tarde, ha terminado siempre por reflejarse en la cotización de los índices.
El gráfico siguiente muestra las series del S&P500 y de los beneficios empresariales, ambas ajustadas por el efecto de la inflación. Ya a simple vista se observa una clara relación entre ambas series, pero cuando se calcula el índice de correlación desde el año 2001, la lectura del 95% nos permite constatar que estamos ante dos series estrechamente unidas.
Desde que los beneficios empresariales hicieran un máximo en mayo de 2021, han venido perdiendo fuelle, fundamentalmente por el efecto de la subida de los precios. Cierto es que, a pesar de la inflación, las compañías han conseguido capear el temporal de una manera bastante exitosa en el último año, pero esta situación podría empeorar.
El informe de FactSet alerta de que son diez los sectores que han rebajado sus expectativas de beneficio. Frente al crecimiento del 3,2% esperado actualmente para el tercer trimestre, a finales del mes de junio pensaban que sería del 9,8%.
Esta revisión a la baja de los beneficios por acción por parte de las propias compañías y de los analistas debe hacernos mirar con prudencia al mercado. Es además consistente con la ralentización económica que se ha venido constatando durante todo el 2022, incluso con anterioridad a las primeras decisiones de los bancos centrales de subir los tipos de interés.
Podemos encontrarnos con dos efectos en dos momentos temporales diferentes. Por un lado, el efecto sorpresa tras la publicación de resultados. Es de efecto inmediato, y ha sucedido en 6 de las 10 compañías del S&P500 que han presentado resultados. El segundo efecto, de más largo plazo y al que prestamos más atención, es el que se refleja en la serie histórica que mostramos en el gráfico anterior. Si a los beneficios empresariales, revisados a la baja, les quitamos el efecto de la inflación, deberíamos esperar una caída en la serie de los beneficios empresariales. De ser así, dada la correlación entre ambas series, no sería de extrañar que continuase la debilidad en la renta variable, lo cual no es incompatible con importantes rebotes como los experimentados durante los meses de marzo o de julio de este año.
Por último, no debemos olvidar que las subidas de tipos de interés por parte de una buena parte de los bancos centrales y la reducción de la liquidez de la economía van a provocar un mayor tensionamiento de las condiciones financieras, algo que puede terminar lastrando los resultados financieros en la cuenta de resultados de las compañías.
Tiempos difíciles, sí, pero también llenos de oportunidades.
Flujos netos de efectivo
Los ETFs y los fondos de inversión son productos muy utilizados por una parte importante de la comunidad inversora, debido a su tratamiento fiscal especial y a la posibilidad que ofrecen de construir una cartera diversificada de manera muy sencilla. Por ese motivo, hacer un seguimiento de las entradas y salidas de dinero en este tipo de instrumentos suele ser un buen termómetro del interés o del miedo percibido por los inversores en cada momento.
A pesar de las duras caídas en renta variable, el saldo seto de efectivo ha sido ligeramente. El acumulado del año alcanza los -94.823 millones de dólares. Esta ligera divergencia, podría hacer pensar en rebotes en el corto plazo.
La renta fija, por el contrario, ha tenido salidas netas de efectivo de casi 6.000 millones de dólares, aunque deja los flujos netos acumulados razonablemente estables desde el mes de junio.
Por lo que respecta a la cartera de derivados de inversores institucionales, se ha incrementado ligeramente la exposición a renta variable, aunque los niveles de cash siguen por encima del 10%, lo que denota cautela.
Seguimiento de la Fuerza Relativa Tendencial
Este indicador es útil a la hora de determinar el peso relativo que debe asignarse a cada clase de activo en una cartera diversificada, así como medida efectiva de sentimiento. Se diferencian cuatro tipos de tendencias (alcista, lateral-alcista, lateral-bajista y bajista). Identificamos a continuación en qué punto se encuentra la FRT con datos de cierre del viernes y cómo ha evolucionado en el tiempo.
A las duras caídas experimentadas por la renta variable americana tras conocerse el dato de inflación del mes de agosto se han sumado las que siguieron a la decisión de subidas de tipos de interés de 75 puntos básicos, lo que ha provocado una nueva caída hasta la zona bajista de la FRT de los índices de renta variable (-57). Las materias primas (+9) siguen siendo la clase de activo más alcista, mientras que las cryptos (-44) se mantienen en zona bajista. La FRT de los índices de volatilidad (+50) ya alertaba la semana pasada de que la debilidad podía continuar, y así ha confirmado.
Entre las familias de materias primas, el indicador de fortaleza interna de los commodities de Alimentación (+36) domina claramente la tabla, seguido de Metales Industriales (-3), Energía (-21) y Metales Preciosos (-42).
La composición interna ha seguido empeorando. Los índices americanos (-75) muestran la misma lectura que a mediados del mes de junio, seguidos de los europeos (-52) y, finalmente, los asiáticos (-43) ya todos en zona claramente bajista.
Norteamérica vuelve a superar por segunda vez durante el año caídas superiores al 20%. El diferencial con Asia se amplía hasta el 9%.
Seguimiento de las señales semanales de la FRT sobre el S&P500
Incorporamos esta sección para mostrar uno de los múltiples usos de la FRT. En este caso, tratamos las señales de compra y de venta que se producen cuando utilizamos la FRT como indicador de sentimiento.
Las señales de venta se producen cuando la FRT se encuentra en zona de máximos y/o cuando la práctica totalidad de las compañías y sectores se han sumado a las subidas —esto es, cuando más del 90% de los sectores del S&P500 son alcistas— y a continuación se produce un deterioro en la FRT. Consiguientemente, las señales de compra exigen que la práctica totalidad de las compañías y sectores se encuentran en tendencia bajista —cuando menos del 10% de los sectores son alcistas— y la composición interna mejora respecto de la semana anterior. Las operaciones se cierran cuando se produce un cambio en la tendencia de la FRT que ha dado lugar a la operación.
El gráfico siguiente muestra las señales que se han producido en los últimos 14 meses.
Durante la semana, no se ha producido ninguna nueva señal, pero sí conviene destacar que el porcentaje de sectores del S&P500 con sesgo alcista es del 0% desde el 27% anterior. Es la primera de las condiciones que tienen que darse para que se produzca una señal de compra. La segunda condición es que, desde lecturas tan extremas, se produzca una mejora en el indicador FRT.
Las cuatro señales de venta fueron seguidas por caídas medias del 8% con un drawdown del 0,4%, mientras que las tres señales de compra tuvieron una variación media del 4,8% y un drawdown máximo del 1,6%.
La tabla anterior muestra el resultado de las señales que se han producido hasta ahora, tomando referencia el cierre semanal del S&P500. Acumula una rentabilidad bruta del 21,7% en 10 meses. Actualmente, se encuentra fuera del mercado desde la semana del 9 de septiembre, al haberse cerrado el 9 de septiembre la operación corta iniciada el 26 de agosto.
Actualización de los niveles de control de los inversores institucionales
Como saben de artículos anteriores, nuestra predisposición es alcista mientras el precio de los distintos activos se sitúe por encima de los niveles en los que se encuentran posicionados los inversores institucionales y que se muestran en la tabla siguiente. Los niveles de presión bajista son relevantes a los efectos de anticipar en qué zonas de precios puede incrementarse temporalmente la volatilidad.
Desde la pérdida de los 4.058 puntos en el S&P500, mantenemos una predisposición bajista. Pasaría a positiva, en caso de superar el nivel de control situado en 3.985 puntos.
Dow Jones y Nasdaq continúan con la predisposición bajista iniciada tras la pérdida de 32.397 y 12.727 de semanas anteriores. Sólo recuperarían la senda alcista en caso de superar los 30.906 puntos y 12.674 puntos, respectivamente.
El Oro mantiene su predisposición bajista de semanas anteriores, situándose el nivel de control en 1.706 dólares. Sólo en caso de superar esta cota podríamos hablar del inicio de la predisposición alcista. Lo mismo sucede con la Plata, que sólo la recuperaría en caso de superar los 19,3 dólares. El Brent, por su parte, a duras penas se mantiene por encima de los 84 dólares, por lo que de momento nada cambia.
En el mundo crypto, la debilidad seguirá siendo la tónica mientras Bitcoin no supere los 38.981 dólares. Ether volvió a perder la predisposición alcista al situarse por debajo de 1.706 hace un par de semanas. En caso de superar los 1.383 puntos, volvería a recuperar el sesgo positivo.
¡Buenas semana y buenas inversiones!