Este mes analizamos la evolución del populismo en Europa, cuyo auge es una de nuestras verdades incuestionables para la próxima década, y constatamos que aunque la pandemia parece estar desplazando el apoyo de los votantes europeos de los radicales a los partidos mayoritarios, que se consideran “más seguros”, tal vez sea demasiado pronto para declarar la muerte del populismo en Europa. Vale la pena recordar por qué estos partidos populistas lo han hecho tan bien en los últimos años. El escaso crecimiento económico, el aumento de la desigualdad y la sensación de falta de representación, especialmente en el ámbito de la UE, son temas actuales que probablemente se vean agravados por la crisis. Si los responsables de las políticas centristas liberales no aprovechan el rebote del que están disfrutando, es probable que los populistas vuelvan con más fuerza.
Otro tema que analizamos este mes es el nuevo objetivo de inflación media del 2% marcado por la Reserva Federal en su última reunión. Los tipos de interés y la compra de activos se mantienen sin cambios, aunque el banco central dio una orientación sobre cómo funcionaría su nueva política en el futuro. Pensamos que las nuevas medidas pueden crear una mayor inflación, pero como vimos antes de que el Covid-19 golpeara, incluso con el desempleo en su punto más bajo en 50 años ha sido difícil generar una inflación del 2%. El bajo desempleo ya no provoca aumentos en los salarios o en la inflación de los precios y, como se ha observado ampliamente, la curva de Philips - que mide la relación entre estos factores - se ha aplanado. Esto puede significar que veamos mayor expansión en la política monetaria por parte de la Reserva Federal en los próximos meses y la posible introducción del control de la curva de rendimiento al menos durante un período. Sin embargo, más allá, el mayor enfoque en la desigualdad y en el funcionamiento de la economía se combinará con una política fiscal flexible y un mayor poder de negociación de los trabajadores para lograr el objetivo marcado.
Por último, analizamos las implicaciones del cambio de primer ministro en Japón. El secretario jefe del gabinete y mano derecha de Abe, Yoshihide Suga será quien sustituya a Shinzo Abe. Suga ya ha expresado su visión de continuar y mejorar la "Abenomics": una agresiva relajación monetaria, un fuerte gasto gubernamental y reformas para hacer la economía japonesa más competitiva y levantar el crecimiento a largo plazo. Suga podría incluso reavivar la reforma estructural; ya ha expresado su objetivo de reducir las tarifas de telefonía móvil, promover la digitalización y consolidar los bancos regionales, aunque a corto plazo su prioridad será la contención del virus.