Los rufianes del Parlamento
Si la España de Franco para algunos fue una cárcel, la de 2018 es un estercolero en donde la basura ha llegado hasta la casa en donde se supone que la limpieza debe ser inmaculada. Pero no es así, la mierda ha entrado en el Parlamento y ha invadido algunos escaños. Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri, en la Democracia Española fueron ejemplos de parlamentarios. (Al margen de lo que pudieran hacer o hicieron durante la Guerra Civil) porque no se les ocurrió hacer ninguna “rufianada”
En el Parlamento de un país civilizado se debaten las leyes, no se califica ni se descalifica a ningún parlamentario; pero lo que estamos viendo en el español, juro que un servidor no lo ha visto ni “en la Casa de la Manola”, famosa casa de niñas donde los jóvenes de los años sesenta íbamos a desahogar algunas carencias del celibato.
Como digo antes, la basura ha invadido el Parlamento; en esta sagrada casa, hoy debaten algunos “rufianes, alcahuetes y coreveidiles” de fuerzas que no ocultan sus aviesas intenciones en la misma casa de los que maldicen. Y son consentidos porque hoy la máxima representación del Estado Español: el Parlamento, se ha convertido en algo menos digno que “La Casa de la Manola”.
¿Y cuáles son los motivos o las razones de estas aberraciones? Las libertades que se conceden a aquellos que creen que la libertad es hacer lo que a ellos les salgan de “sus pelotas”. Alguien dijo: ¡Liberad! ¿Para qué? No, no fue Franco, fue Lenin. Franco quito la “libertad de hacer lo que salga de las pelotas”, y gracias a esa privación de “libertad” millones de españoles fueron felices, prosperaron y no tuvieron miedo a que ningún rufián les quitara esa libertad.