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El EM Drive, un invento que de ser cierto cambiaria el mundo tal como lo conocemos

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El EM Drive, un invento que de ser cierto cambiaria el mundo tal como lo conocemos
El EM Drive, un invento que de ser cierto cambiaria el mundo tal como lo conocemos
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El EM Drive, un invento que de ser cierto cambiaria el mundo tal como lo conocemos

Científicos de la NASA confirman que el “propulsor imposible” EmDrive funciona

Si esto fuera cierto, lo cambiaría todo. Ya, ya. Pensarán que esta frase se manosea demasiado para vender expectativas infladas sobre casi cualquier cosa, desde los cereales con chocolate hasta la última oferta de tarifas para móviles. Pero créanme: les aseguro que, si esto finalmente llega a confirmarse sin ningún género de dudas, la física y la ingeniería aeroespacial van a tener que replantearse algunos de sus fundamentos básicos, que se remontan hasta el día en que Einstein le preguntó a su biógrafo si creía que la luna solo existía cuando la mirábamos.

Desde hace unos años se viene hablando del llamado EmDrive o propulsor de cavidad resonante de radiofrecuencia. Se trata de un tipo de motor (o más bien, no-motor) que permitiría emprender largos viajes por el espacio a velocidades hoy inimaginables, sin emplear ni una sola pieza mecánica móvil que pueda desgastarse o romperse, sin consumir combustible de ninguna clase y sin expulsar ningún tipo de propelente. En resumen, el sueño más salvaje de la ciencia ficción.

El EmDrive fue ideado por el ingeniero británico Roger Shawyer, que a principios de este siglo creó una empresa destinada a desarrollarlo. Pocos años después, el ingeniero estadounidense Guido Fetta creó independientemente un concepto similar llamado Cannae Drive. En esencia, el EmDrive consiste en algo tan simple como un cono metálico truncado en cuyo interior se hacen rebotar microondas, un tipo de ondas de radio; o sea, luz (no visible). Supuestamente, es lo que les ocurre a estas ondas cuando rebotan en el interior del cono lo que produce la propulsión.

Solo hay un pequeño gran inconveniente; y es que, de acuerdo a la física actual, es imposible que funcione. Un cohete se mueve gracias a la tercera ley del movimiento de Newton, el principio de acción y reacción: quema un combustible, expulsa un propelente en una dirección y esto lo impulsa en sentido contrario. Esta ley fundamental de la física debe respetarse en todos los casos: cuando un velero avanza, lo hace como reacción a la fuerza que impacta sobre sus velas. En los barcos es el viento atmosférico, mientras que las naves espaciales pueden aprovechar el viento solar de partículas cargadas o el empuje de los fotones por la llamada presión lumínica.

Pero está claro que no podemos mover un barco empujando las velas desde la cubierta, igual que no podemos empujar un coche desde dentro sin un punto de apoyo exterior. Esta imposibilidad se describe por la recreación de la ley de Newton en el principio de conservación de la cantidad de movimiento, cuyo fundamento básico puede resumirse de la forma más simple en que, para que algo se mueva, otra cosa tiene que cederle ese movimiento. Y no parece que la luz rebotando dentro de un cono pueda mover a nada más que el aburrimiento. En resumen, la idea del EmDrive es parece una aberración inviable.

Pero si de ninguna manera esto puede funcionar, ¿qué sentido tiene seguir discutiendo? El problema es que el propulsor imposible parece empeñarse una y otra vez en negar la teoría. No solo Shawyer y Fetta insisten en que su motor produce una propulsión, pequeña pero real; los mismos resultados se han obtenido en China y en Alemania. Pero sin duda, lo que más revuelo ha causado es la confirmación de estos resultados en un laboratorio bastante oscuro del Centro Espacial Johnson de la NASA llamado Eagleworks, tan marginal que ni siquiera (que yo sepa) tiene apenas sitio en el dominio web de la agencia, sino solo una página en Facebook.

Todo físico que aspire a seguir siendo considerado como tal negará hasta la tortura que el EmDrive pueda hacer otra cosa que decorar un salón. Y por ello, cuando hace un par de años los científicos de Eagleworks se plantaron en un congreso afirmando que el propulsor funciona, la reacción de la comunidad no fue precisamente el aplauso. Incluso la NASA tuvo que desmarcarse de los resultados de Eagleworks, adhiriéndose a la fe pura y prohibiendo a los responsables del laboratorio todo contacto con los medios.

Pero como he explicado alguna vez aquí, los congresos son foros donde a menudo se presentan resultados en caliente, aún sin suficiente contrastación y sin validación por parte del resto de la comunidad científica. Solo cuando un estudio es formalmente revisado por otros expertos y publicado en una revista científica puede asumirse que sus conclusiones son válidas.

Hace unos días se ha filtrado (probablemente por parte de los propios responsables de Eagleworks) un estudio que pone a limpio los resultados de los investigadores de la NASA con el EmDrive. Y descartadas posibles objeciones, como la intervención de fuerzas parásitas o la interferencia del aire, los científicos de Eagleworks se ratifican en su conclusión: “el sistema funciona de forma consistente”, escriben.

Según el estudio, el EmDrive produce una fuerza de 1,2 milinewtons (mN) por kilovatio (kW). A primera vista podría no parecer una propulsión impresionante. Por ejemplo el llamado propulsor Hall, un motor de plasma que actualmente se investiga como alternativa prometedora a los actuales cohetes, genera 60 mN/kW, unas 50 veces más fuerza que el EmDrive. Pero la diferencia estriba en que este propulsor consume grandes cantidades de combustible. Y en cuanto a las opciones actuales de propulsión sin propelente, como las velas solares, solo alcanzan algo más de 6 micronewtons por kW; es decir, unas 200 veces menos que el EmDrive.

Pero sobre todo, hay que tener en cuenta que el impulso generado por el EmDrive debería ser, pura y simplemente, cero. Cualquier fuerza por encima de cero, por mínima que sea, podría ir sumando aceleración a una nave espacial hasta lograr velocidades increíbles; se ha calculado que la propulsión suministrada por el EmDrive, si realmente existe, podría poner una nave en Marte en 70 días, o llegar al sistema estelar Alfa Centauri en solo 92 años.

¿Y ahora, qué? Por supuesto que la discusión sobre el EmDrive no va a acabar aquí. Fetta ha anunciado que lanzará al espacio un Cannae Drive en un satélite para estudiar su comportamiento en condiciones reales. En cuanto al estudio de Eagleworks, aún debe pasar los filtros de publicación, aunque es de esperar que no sean un obstáculo; al fin y al cabo, anteriormente otros grupos ya han publicado formalmente resultados positivos con el EmDrive.

De hecho, antes de que el estudio se filtrara en internet ya circulaban rumores sugiriendo que el proceso de revisión se ha completado y que por tanto el trabajo se publicará próximamente, tal vez en la revista Journal of Propulsion and Power. Si los rumores son ciertos, ¿cómo reaccionará la NASA ante un estudio publicado en su nombre que sostiene una (aparente) violación flagrante de las (actuales) leyes de la física?

Claro que, si finalmente el EmDrive funciona, habrá que encontrar la manera de explicarlo sin que exista tal violación. Ya conté aquí una interesante hipótesis que sin embargo no ha sido favorecida por otros físicos. Pero los científicos de Eagleworks apuntan a una explicación incluso más audaz, que justifica lo que les decía al comienzo: el EmDrive amenaza con sacudir los cimientos fundamentales en los que se asienta la física cuántica actual. Mañana se lo contaré.

O mejor, pasado mañana; antes de eso les traeré aquí una noticia fresca, o más bien glacial, que nos descubrirá una nueva maravilla de nuestro Sistema Solar. No pierdan esta sintonía.
http://blogs.20minutos.es/ciencias-mixtas/2016/11/16/cientificos-de-la-nasa-confirman-que-el-propulsor-imposible-emdrive-funciona/