Asistimos al evento del reloj productivo, un método personal y profesional que nos enseña a ser dueños de nuestro tiempo. Miles de personas mueren al año por excesos laborales
IVÁN PÉREZValencia Actualizado: 23/02/2014 10:44 horas
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Lo que más sorprende a Tenzin Gyatso del hombre occidental es que pierde la salud para ganar dinero y después pierde el dinero para recuperar la salud; también que vive como si no tuviese que morir nunca y muere como si nunca hubiera vivido; y aún va más allá la perplejidad del decimocuarto Dalai lama: "Por pensar ansiosamente en el futuro no disfruta del presente, por lo que no vive ni presente ni futuro".
Es una de las voces que utiliza la camaleónica figura de Santiago Pérez-Castillo, interim manager, rescatador de empresas, profeta de la psicología positiva y padre del reloj productivo, un programa-evento impartido en jornada intensiva que bajo la premisa del 'time is money' cuestiona los hábitos cotidianos sociolaborales amparados en la ansiedad y el estrés. "Bienvenidos al lugar en el que vamos a empezar a ganar el tiempo". Así recibe a los farmacéuticos, gestores, proveedores y empresarios inscritos en su última clase magistral, celebrada en febrero en Valencia.
Los anclajes
En la imagen, Santiago Pérez-Castillo con la mano en el pecho para interiorizar las actitudes
Algunos de los participantes han viajado nueve horas en tren desde Galicia, otros llegan de Madrid, los más trabajan en multinacionales con subsedes en Valencia. Preguntan a qué hora es la comida, si hay pausa para revisar el correo, siguen siendo esclavos de su tiempo, del que no son amos. Precisamente por eso recurren al reloj productivo, porque "es difícil avanzar si no eres capaz de hacer un paréntesis para invertir en ti mismo". "Fuera móviles", responde Santiago. Toca desconectar y atraer la atención de una veintena de personas superocupadas. Proyecta un fragmento del filme 'In time', donde los protagonistas trabajan para ganar tiempo. Cada jornada laboral concede al operario 24 horas más de vida. Si se te acaba el tiempo... Mueres.
Imaginar y experimentar
El corte cinematográfico arranca las primeras exclamaciones en la sala de un hotel de las afueras de Valencia. Entran en juego las técnicas de aprendizaje acelerado de Jordi Lozano, dirigidas a aumentar la capacidad de retener de los mortales. El cómo es tan importante como el qué. Un gráfico en forma de cono garabateado en la pizarra Vileda lo simplifica todo: escuchando se llega a retener un 15% de lo que se nos quiere transmitir; víéndolo, con la ayuda de vídeos, podemos llegar al 30%; si uno mismo se lo explica a los demás la retención sube hasta un 60%; la cúspide de la pirámide invertida se alcanzaría experimentando, lo que eleva hasta el 85% las opciones de retener.
El paréntesis teórico sirve para introducir el contenido de la jornada, que sobre la base de una gestión eficiente del tiempo utiliza música, arte, gimnasia cerebral, juegos, metáforas, imaginación, frases célebres, aprendizaje en equipo y hasta un suave ejercicio de hipnosis colectiva con técnicas de relajación que abstrae a los participantes de su ajetreada rutina y les invita a reflexionar sobre la vida que les gustaría vivir. ¿Es la que viven? Esa es una de las respuestas que se va gestando a lo largo del día que Santiago comparte con los 'alumnos' del reloj productivo.
Una jornada muy participativa
El perfil de los asistentes es el de profesionales liberales y empresarios afectados por el estrés y los excesos laborales
Del ataúd a la cometa
Otro de los 'juegos' que cala entre los asistentes es el de Carlos Andreu, mentor de Santiago. Traza una línea horizontal en un papel y sobre su punto central una vertical del mismo tamaño. A continuación sitúa en el extremo superior a la Familia, en el inferior la Salud, en el derecho el Trabajo y en el izquierdo a los Amigos. Puntuamos de uno a diez el tiempo que dedicamos a cada uno de estos menesteres y lo marcamos sobre las líneas con puntos que acabamos uniendo. ¿Cuál es el resultado? Depende de la realidad de cada humano, pero en el caso de los esclavos del tiempo vuelven a encontrarse con el icono de la parca. 'Del ataúd a la cometa' es la obra de Andreu, resumida en este apocalíptico ejercicio.
'Bien... muy bien...' Suena de fondo, pausada, la pacífica voz del interim manager, el mecánico del tiempo que gestiona esta especie de ITV de la rueda personal, de la puesta a punto del 'yo equilibrado', engranaje de "las seis dimensiones que conviven en nosotros", de la familia y el hogar a la salud, pasando por la financiera-profesional, la mental-educativa, la espiritual-ética y la sociocultural. "Si crece el yo equilibrado yo crezco y los problemas, que no tienen porqué desaparecer, se quedan pequeños, tengo más recursos para hacerles frente", explica Santiago. 'Que vengan a mí', que dicen los ingleses.
'No tuve tiempo'
Crece la complicidad entre el orador y los oyentes, que ya son participantes. Funciona la dinámica de los "anclajes". Todos en pie, con la mano en el pecho y, como el caballero del Greco, se procede al juramento de la primera de las actitudes esenciales del reloj productivo: 'Soy consciente de lo importante que resulta gestionar bien mi tiempo y soy el responsable de controlarlo y usarlo en mi provecho'.
No es cuestión de buscarse un entrenador personal, el anclaje es con uno mismo, no con el interim manager. Aparece la imagen de Mourinho en la pantalla. '¿No había otro?', repele uno de los participantes. La cuestión, con 'Mou' o con cualquier otro como referente, es "conocer la naturaleza de las seis bolas que giran alrededor del yo equilibrado". Algunas de ellas son de cristal y pueden romperse. "Puedo dejar un año los estudios, pero quizá no pueda descuidar tanto tiempo a la familia o los amigos". Aquellos hidalgos deslumbrados por la leyenda del emperador que se cubría a diario con polvo de oro son hoy mujeres y hombres de negocios que transitan la delgada línea roja entre el éxito y el fracaso. 'No tuve tiempo'. Sólo tres palabras, he ahí la frontera.
Del ataúd a la cometa
Carlos Andreu propone un interesante ejercicio con el tiempo que dedicamos a las facetas de nuestra vida
La didáctica es clave en el reloj de Santiago Pérez-Castillo. Avanza la matinal y en el grupo va calando el espíritu participativo. Una voz se abre paso en la acústica multimedia de la sala. 'Un reconocido empresario presumía de que los trabajadores de su empresa eran los últimos en llegar a las cenas con los amigos'. Como anillo al dedo le viene el ejemplo al orador. No por el conocido empresario, ni por la importante cadena de distribución alimentaria, sino por dar pie a introducir la diferencia entre "estar presente y estar trabajando". El tópico 'trabajo más horas que un reloj'; colgados del tiempo, como Harold Lloyd; la sensación de que haces muchas cosas menos aquello que realmente debías o querías hacer... Al final lo fácil es cortar con lo más próximo... Ojo con las bolas de cristal.
Un minuto no es lo mismo para todos
'Yo equilibrado'
El gráfico con las seis dimensiones del 'yo equilibrado' y del crecimiento personal
Curioso ejercicio el del 'reloj Geiser' y la forma tan distinta en la que pasa un minuto para cada uno de nosotros. Es la base de los conflictos entre los que viven muy rápido y los que viven más despacio. Disputas personales y profesionales que pueden resolverse unificando objetivos, cambiando el maldito reloj por la brújula. Lo primero es "tener un norte": fijar un orden, unos objetivos, una orientación.
Desembocamos en la clasificación de las personas que hace John Newbem: los que hacen que las cosas ocurran, los que ven cómo ocurren y los que se preguntan qué ha pasado. De nuevo en pie con la mano en el pecho, ha llegado el momento de anclar: 'Quiero ser una persona que hace que las cosas ocurran. Voy a cambiar el reloj por la brújula'.
"Si no hay objetivos el tiempo extra no sirve para nada", continúa la voz cercana de Santiago. "Si no sabemos qué hacer con nuestro tiempo otros lo harán por nosotros y cumplirán sus objetivos". Puede sonar utópico, pero el rescatador de empresas insiste en su método productivo a caballo entre lo personal y lo profesional: "Muchos conocemos nuestros objetivos financieros y profesionales porque los fija el jefe. ¿Y el resto? ¿Y los objetivos y sueños fuera del trabajo?"
Aprendiendo a soñar
Es hora de aprender a soñar. Ayuda la dinámica de relajación en la que se desarrolla la jornada, que nos adentra ahora en una suave sesión hipnótica. La vida ideal, el trabajo ideal, si procede, las relaciones familiares, la casa deseada... Hay que vaciar el disco duro y dejarse llevar. Fluyen los sentimientos, se derrama alguna lágrima, ligera, contenida... Se buscan ideas cortas, espontáneas, flashes que se trascriben en el papel en busca de los objetivos perdidos, en ocasiones nunca planteados. De fondo, sonidos de la naturaleza y adagios barrocos que coinciden en sus tiempos con las pulsaciones del corazón, estimulando el estado creativo.
Karoshi
La sensación de que 'el trabajo me está matando' es un mal reconocido en Japón
El trabajo en equipo demuestra que "todos estamos cortados por el mismo patrón", descubre uno de los participantes. Todos bajo los síntomas del 'kiroshi', que traducido del japonés viene a decir que 'el trabajo me está matando'. La fiesta multimedia de Santiago propone una soga por corbata para introducir cifras. Anualmente, 5.000 personas pierden la vida por el exceso de trabajo. Mal sueño, sobre estrés y cargas laborales que acaba pagando el corazón. A las potenciales víctimas del 'kiroshi' les parece muy baja esta cifra, creen que hay muchos más casos encubiertos de muerte laboral.
Enemigos, problemas, soluciones...
Están preparados para juntarse de nuevo por equipos y establecer los principales enemigos en sus vidas. Lo primero, las urgencias e imprevistos. La falta de planificación de otros, a veces nuestra. También en un lugar de excepción las nuevas tecnologías, el alud de e-mails whatsapps, tuits y demás redes sociales. Y para completar el podio, la 'reunionitis', un término propiedad de la gente sin tiempo que suele responder a la falta de objetivos y da lugar a que los convocados estén al mismo tiempo presentes y ausentes. Toda una 'pandemia' laboral.
Falta cultura empresarial. A lo que hay que añadir "los peligrosísimos jefes desorganizados". Pero tranquilos, "se puede llegar a pactos y acuerdos con ellos", asegura el rescatador de empresas ante la incredulidad de algunos de los presentes. Claro que otros son jefes, y cabecean afirmativamente ante la propuesta del interim manager, sin rencor por lo de la falta de cultura empresarial.
Es una realidad. La presión a los comerciales que acaba en visitas inesperadas a clientes molestos con la invasión de su tiempo; la impresión de que hay que coger el teléfono en cualquier momento y lugar por temor a perder un trabajo; la dependencia de las redes sociales, día y noche. ¿Y si educamos al entorno? Para ello es importante empezar por nosotros mismos: racionalizar el tiempo de uso de las nuevas tecnologías y devolver llamadas y responder a mensajes cuando sea posible, en un tiempo habilitado para ello. "Ser previsible es ser confiable", remata Santiago.
El reloj productivo
Al final todo es cuestión de gestionar tu propio tiempo para evitar que otros lo hagan en su propio beneficio
Los problemas se enmarañan entre sí. Las interrupciones, la dispersión, la falta de fe, el autoengaño, no saber decir que no, el agotamiento, el agobio... Lo mental degenera en lo físico: tensión en los músculos del cuello, agresividad en la voz, ansiedad... Estamos generando rechazo. En pie con la mano en el pecho: 'Si alguien externo controla mi tiempo, las consecuencias las sufro yo mismo'.
Algunas empresas crean bancos de tiempo para sus empleados. Les entregan documentos administrativos, les compran los regalos familiares y hasta les pasean el perro. La huida del 'karoshi', no obstante, empieza por uno mismo. Porque elegir esos regalos o pasear a ese perro son bondades de ese tiempo que cada uno deberíamos gestionar. Nuestro tiempo, el que transcurre una sola vez entre la vida y la muerte. ¿Tenemos el reloj en hora?
Interesante artículo de la jornada. Elmundo.es
¡Me ha encantado!
Un saludo cordial
¡Sed felices!