Cuando contraté Consultoria.io, creí estar haciendo una inversión inteligente.
 El discurso era impecable: acompañamiento experto, estrategia personalizada, crecimiento garantizado.
 Sonaba a equipo sólido, serio, profesional.
 Pero detrás del marketing perfecto se escondía una realidad vacía. 
Desde la primera reunión lo noté:
  Promesas de “estrategia avanzada”, pero sin una sola métrica real.
  “Consultores expertos” que jamás han gestionado una tienda.
  Reuniones grupales donde nadie puede profundizar, donde la teoría pesa más que la práctica. 
Todo lo que te enseñan parece sacado de un curso gratuito de hace cinco años.
 Y el resultado, en mi caso, fue demoledor:
 mi tienda facturaba más antes de entrar que después de aplicar su sistema. 
Pedí cambios, hablé con su equipo, expuse mi caso.
 La respuesta: actitudes defensivas, falta de autocrítica y frases de manual.
 Ni humildad, ni solución, ni respeto por el cliente que confió. 
Y ahora vendrá su mensaje de siempre: 
 No figura en nuestra base de datos.”
 “Por favor, escríbenos a soporte.”
 “Queremos ayudarte.” 
Pero sí soy cliente, y sí tuve reuniones.
 Incluso con quien se presentó como “consultora experta” y acabó demostrando una arrogancia impropia de quien no ha tenido jamás una tienda real. No busco venganza.
 Busco advertir a otros empresarios.
 Porque cuando alguien te promete crecimiento, resultados y acompañamiento, lo mínimo que esperas es que sepan lo que hacen.
 Y aquí, simplemente, no lo saben.  Que se escuche alto y claro:
 Consultoria.io vende sueños envueltos en marketing.
 Pero detrás de ese envoltorio, no hay estrategia, ni resultados, ni respeto. Invertir en ellos fue una lección cara, pero valiosa:
 aprendí a reconocer la diferencia entre un experto real y un vendedor de humo con buena oratoria.  Si estás pensando en contratarles, investiga, pregunta, exige pruebas.
 Porque a veces, el precio más alto no es el dinero que pagas…
 sino la confianza que pierdes.