Hombre, este tipo de comentarios podría entenderlos si nos estuviesen soltando 35 o 40 céntimos anuales de dividendo, en efectivo, sin aumentar el número de acciones, como está haciendo a3media. Así sí que se puede esperar siete o diez años a que la cotización de la acción se multiplique por tres o cuatro y seamos todos felices y comamos perdices.
Pero estar en una acción que no se revaloriza y que no paga dividendos en condiciones, dejar pasar los años en espera de un futuro calentón no deja de ser frustrante.
Al final, una de las cuestiones más graves a la que nos enfrentamos los accionistas de Faes es el sempiterno problema de agencia: el representante máximo de los accionistas, el consejero delegado (nuestro agente), junto con su consejo, tenía que velar por los intereses de la sociedad, por nuestros intereses, que somos los que ponemos la pasta, mientras que en la práctica está velando por los suyos propios (su salario) y por los de la empresa (las cifras de negocio), que es un ente diferente a los accionistas.
Que los empleados de la empresa (los farmacéuticos, los de marketing y ventas, etc) se interesen por el bien del negocio, y les dé igual lo que les pase a los accionistas, es lo normal y comprensible, y puede entenderse que está bien, puesto que alguien tiene que velar por el futuro y el presente del negocio, de la actividad económica, per sé.
Ahora bien, cuando el consejero delegado considera que los accionistas son especuladores que no le caen bien, y se preocupa más de remunerarse a sí mismo, a su consejo y a los empleados de la empresa, los accionistas tenemos un problema... serio.
Y en estos años, que deberían haber sido de bonanza, con buenos beneficios gracias al medicamento mágico, nuestro representante, en vez de aprovechar para remunerarnos, vía dividendos, o para generarnos plusvalías, vía aumento de la cotización, a lo que se ha dedicado es a comprar nuevos negocios, para que los empleados tengan nuevas fuentes de ingresos (que a los accionistas les ha generado fondo de comercio, es decir, humo pagado a precio de gas de la risa), a crear nuevas fábricas, para que los empleados trabajen mejor, a subirse la remuneración, y en general, a que todos los demás interesados en la marcha de la empresa se beneficien, mientras que los accionistas se quedan como están o, aún peor, sufren minusvalías.
En esta tesitura, esperar que en el futuro la situación vaya a cambiar me parece poco realista.
No es la única empresa que tiene grandes cifras para todo el mundo, menos para los accionistas (CAF es otra que tal baila; en su caso, suele primar la consecución de contratos, aún con rentabilidad dudosa, para garantizar carga de trabajo y bonus para la plantilla, aunque los beneficios para los accionistas sean escasos o inexistentes), pero el problema, en mi opinión, en es que en FAES hay muchos accionistas que creen que si le va bien a FAES, les va bien a ellos, y a mí me parece que no es así.
Una cosa es ser un gestor prudente, y otra ser un gestor que se aprovecha de los accionistas en beneficio de todos los demás interesados en la empresa, empezando por sí mismo.
Ucar es de estos últimos.