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Fin y retorno del keynesianismo

Tras la Segunda Guerra mundial se emprendieron políticas encaminadas a estimular la demanda con el aumento del gasto estatal, mediante obra pública para crear empleo, seguros sociales (desempleo, jubilación, etc.), asistencia sanitaria, etc. Este conjunto de medidas es lo que se conoce como el Estado del Bienestar. Supone garantizar unos niveles de vida mínimos a la población para favorecer una mayor redistribución de la riqueza, igualdad de oportunidades, etc. Este aumento del gasto sería financiado a traves de un sistema recaudatorio más progresivo (es decir, pagarían más los que más tienen). EStos principios básicos son la base del keynesianismo, defendidos, como su nombre indica, por J.M. Keynes en su obra Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero.
 
Pues bien, esta postura económica perduró en los estados desarrollados hasta la Segunda Crisis del Petróleo (1979). A partir de entonces fue necesario el control de la inflación. Reducción de inflación es sinónimo de reducción del gasto público. Se pasó de usar el gasto para reactivar la economía (principio fundamental del keynesianismo) a intentar reducir el papel del estado en la economía. Esta nueva postura era el monetarismo, la economía de oferta, y su representante, Milton Friedman. Esta postura económica viene a señalar que las políticas del estado serían neutrales (no tendrían utilidad en el largo plazo).
 
Éstas nuevas políticas iban encaminadas a la desregulación financiera, reducción de los déficits públicos privatizando empresas estatales, traspasando gran parte del peso recaudatorio de los impuestos directos (IRPF) a los impuestos indirectos (IVA) a la vez que una reducción en general de impuestos, favoreciendo el ahorro y la inversión... en resumen, buscando el equilibrio macroeconómico, la eficiencia, libre competencia en lugar de el pleno empleo, objetivo de la política keynesiana. Era el fin del keynesianismo y el inicio del monetarismo.
(Imagen: Keynes y Friedman)
 

 
En EEUU este giro en la política se llevó a cabo de la mano del presidente Ronald Reagan. Ascendió al poder en 1980. Su política económica liberal era conocida como Reaganomics. El país se encontraba en una situación conocida como estanflación (estancamiento económico combinado con alta inflación). Se implantaron los principios liberales que defendían los monetaristas (también supusieron la reducción del gasto social en desempleados), y tras una breve recesión, la economía se recuperó. En la imagen se puede ver a Reagan explicando su programa económico:

En España este proceso se llevó a cabo con el primer gobierno del Partido Popular (1996). El objetivo de ingreso en la UE requirió congelaciones en los sueldos de los funcionarios, privatizaciones de empresas públicas, etc. Una apuesta por el libre mercado.
 
Estas medidas han dominado la política económica de los países desarrollados, y de los subdesarrollados, con importantes desregulaciones financieras que permitiesen inversiones procedentes de los países desarrollados, como medida para que estos países alcanzaran el desarrollo. Esto no ha sido así. La globalización financiera ha aumentado el endeudamiento y la dependencia de los países en desarrollo, aunque esto no es problema mientras Estados Unidos no se vea afectado.
 
La actual crisis ha roto dogmas económicos. Las posturas liberales imperantes han dado de nuevo al keynesianismo. Tal y como dice J.E.Stiglitz, ahora todos somos keynesianos. Cuando el mercado funciona bien, nadie quiere un estado fuerte que te haga pagar impuestos. En caso de que las cosas vayan mal, sí gusta recibir ayudas públicas y subsidios.
 
Esto podría mostrarnos que la economía sufre unos "ciclos de ideología" (término quizá poco adecuado que acabo de acuñar) dependiendo de la situación económica. Cuando termine la crisis actual tarde o temprano, cuando la sombra de la "Mayor crisis tras la Gran Depresión" desaparezca o se haga difusa, las grandes empresas presionaran a los gobiernos para que se desregulen los mercados, hasta que líderes progresistas reaganómicos apuesten por la liberalización. Al fin y al cabo, así se gana más dinero, qué más se puede pedir. Los economistas más viejos puede que adviertan sobre futuras burbujas basadas en algún activo (¿por qué no puede ocurrir, si se ha dado hasta con los tulipanes?) que serán desoídas, y que probablemente lleven a otra crisis y depresión. El tiempo lo dirá.
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