Cada vez más evidente en las últimas semanas es que algunos parlamentos nacionales están poniendo obstáculos a la ratificación de la fiscalidad europea. En Francia, el socialista Hollande, líder de la oposición ya ha prometido que va a tratar de renegociar el pacto en caso de ser elegido en las próximas elecciones presidenciales, en la actualidad se encuentra por delante de Nicolas Sarkozy en las encuestas por un margen cómodo, aunque la brecha se está acortando. Irlanda ha decidido celebrar un referéndum sobre el tratado a mediados de año y en los Países Bajos existe una oposición al tratado de los dos contendientes por el liderazgo del Partido Laborista. El Primer Ministro de España Rajoy ha dado muestras de su temple en la UE con el anuncio de un objetivo revisado de déficit fiscal para 2012 del 5,8% del PIB, muy por encima del objetivo del 4,4% ordenado por Bruselas. Esto dio lugar a una intensa actividad, con la UE cediendo en última instancia; objetivo de déficit revisado de España para este año es del 5,3%.
Incluso los políticos alemanes están teniendo sus dudas. Algunos miembros de alto rango del SPD está deseando concesiones adicionales, como precio por la aceptación de sus condiciones, en particular la aplicación de un impuesto sobre las transacciones financieras, una política soportada por el presidente francés Sarkozy. La canciller Merkel necesita el apoyo de los socialdemócratas, debido a que la legislación fiscal debe ser aprobada por el Bundestag con una mayoría de dos tercios.
A pesar de estosgolpes inevitables en el camino, todavía es muy probable que el pacto, en última instancia, se consagre en la legislación europea. Al final, sólo 12 de los 17 miembros de la eurozona deben votar a favor de la legislación. En este momento, partede lo que está ocurriendo es una mera postura política.
