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La Reserva Federal como prestamista mundial de última instancia: swaps (I).

La crisis desatada por el coronavirus está forzando a los bancos centrales a actuar haciendo uso de todos los recursos a su alcance. Hasta el momento, estas actuaciones se han articulado principalmente a partir de las bajadas de los tipos de interés y las masivas inyecciones de liquidez en ciertos mercados. Las necesidades derivadas de la situación actual han forzado también a que la Reserva Federal americana comience nuevamente a hacer uso de los swaps de divisas con otros bancos centrales, un mecanismo a partir del cual la institución americana adquiere el papel de prestamista mundial de última instancia.

¿En que consisten los swaps de divisas?

Los swaps de divisas constituyen un mecanismo que permite a la Reserva Federal prestar liquidez en dólares a otros bancos centrales. Para entender el funcionamiento de estos, supongamos la utilización de los swaps entre la Fed y el Banco Central Europeo. En esta situación, la Fed crearía una cuenta a favor del BCE donde se depositaría una cuantía específica en dólares. A cambio, el BCE concedería la misma cuantía en euros a un tipo de cambio prefijado además de pagar ciertos intereses. Una vez los dólares están en manos del BCE, este podrá prestarlos a las entidades bancarias de la eurozona que necesiten la financiación, exigiendo garantías en forma de collateral para cubrirse ante posibles impagos.

El principal objetivo perseguido con esta operación es el de la estabilidad financiera. Esto es posible ya que la provisión de dólares puede evitar una venta masiva de títulos denominados en esta moneda por parte de las empresas o instituciones tenedoras de estos. Esta venta de títulos se produciría con el objetivo principal de obtener liquidez y como contrapartida económica traería aparejada una gran depreciación de los títulos y un incremento de los tipos de interés asociados a estos.

En la actualidad las grandes instituciones financieras y las empresas de ámbito internacional necesitan una continua provisión de dólares para su normal funcionamiento. El hecho de que estas no sean de titularidad americana les impide tener un acceso directo a la Fed para obtener liquidez en dólares (en el caso de las instituciones financieras). En condiciones normales, es posible obtener financiación en dólares a corto plazo y a través de los mercados mayoristas, pero en situaciones de estrés financiero, esta se puede ver comprometida a consecuencia del incremento de los costes de financiación y de las restricciones crediticias[1].

El uso de swaps durante la Gran Recesión.

A pesar de que los primeros swaps de divisas entre bancos centrales se utilizaron en la década de los 60, no fue hasta la Gran Recesión cuando estos adquirieron especial relevancia. Durante esta y la posterior crisis europea, la Fed estableció swaps con 14 bancos centrales. En el ámbito europeo la necesidad por parte del BCE para recurrir a estas se derivó de las discordancias entre el activo y el pasivo de algunos bancos de la eurozona. Estos, incentivados por los beneficios, comenzaron a participar en el negocio de las hipotecas subprime prestando créditos en dólares. Para financiar esta actividad, dado que estos no contaban con depósitos en dólares, obtenían la financiación a corto plazo a través de ciertos mercados mayoristas (principalmente a través de Repos, papel comercial y certificados de depósitos). La situación cambió con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos ya que esta provocó que los prestamistas de dólares dejaran de prestar financiación, congelándose así los mercados nombrados anteriormente. La Fed, con el objetivo de evitar la venta masiva de los productos titularizados involucrados en el mercado inmobiliario estadounidense activó rápidamente los swaps. Estas líneas de financiación en dólares consiguieron su objetivo e impidieron que la situación de los bancos europeos salpicara a la economía americana, ya de por sí perjudicada. A pesar de esto y, habiéndose evitado una catástrofe mayor, los bancos europeos que hicieron uso de los swaps fueron rápidamente estigmatizados y penalizados por los mercados financieros.

El uso de swaps en la actualidad.

La situación hoy en día es algo diferentes respecto a la vivida durante la Gran Recesión principalmente por el hecho de que los problemas derivados de la escasa liquidez de dólares no están concentrados en el sector bancario[2]. Los swaps aprobados por la Fed en 2020 difieren respecto a los utilizadas durante la Gran Recesión en varios aspectos ya que los bancos centrales que pueden recurrir a estos y las condiciones bajo las cuales se aplican, son ahora diferentes. En cuanto a los bancos centrales, los de Canadá, Japón, Inglaterra y el BCE cuentan con acceso perpetuo. Los de Australia, Brasil, Corea del Sur, México, Singapur y Suecia tienen un acceso garantizado de hasta 60.000 euros mientras que los de Dinamarca, Noruega y Nueva Zelanda cuentan con 30.000 millones de euros. En relación con las diferencias técnicas de las líneas de liquidez actualmente la ratio de penalización (tipo de interés que carga la Fed) aplicado ha disminuido y el periodo de acceso a estas se ha incrementado de 7 a 84 días.

Actualmente la escasez de dólares podría afectar de manera importante a tres actores económicos: las empresas no estadounidenses cuya deuda está denominada en dólares, instituciones financieras (dejando de lado a los bancos) no estadounidenses y a los mercados emergentes. En el caso de las empresas, el aumento de los costes de financiación podría dificultar la refinanciación de los créditos. Los problemas derivados de estas empresas adquieren mayor relevancia ya que una gran mayoría se encuentran en China. Esto se produce porque entre la Fed y el Banco Popular de China no existe ningún tipo de colaboración. La imposibilidad por parte de la entidad China a acceder a la liquidez en dólares hace que el Gobierno Chino (segundo tenedor extranjero de deuda pública americana) pueda recurrir a la venta de bonos del tesoro americanos para conseguir dólares, desencadenando unos efectos devastadores en este mercado. Las actuales relaciones entre las dos potencias mundiales hacen que la posible colaboración entre sus bancos centrales adquiera un carácter geopolítico, dificultándose mucho la prestación de ayuda. Con relación a las instituciones financieras, el enfriamiento de los mercados mayoristas podría derivar también en una venta masiva de títulos denominados en dólares con el objetivo de tener acceso a liquidez. Por último, las mayores dificultades para obtener liquidez junto con la disminución de los precios de las materias primas[3] dificultan mucho la situación para los países emergentes. Los principales motivos son que estos países son muy propensos a experimentar severas salidas de capital (que deprecian el tipo de cambio local y aumentan la carga financiera derivada de su endeudamiento en dólares) y que tienen unos sectores públicos y privados altamente expuestos a los dólares. La importancia de la situación es tal que el Fondo Monetario Internacional ha declarado su voluntad de hacer uso de los Special Drawing Rights[4] para intentar paliar la situación de estos países. A pesar de esto, algunos autores argumentan que los recursos a los que podría recurrir el FMI son insuficientes para paliar las necesidades de financiación.

En cuanto a la situación actual, se hace necesario resaltar que la intermediación bancaria para prestar financiación a empresas y la exclusión de China y los países emergentes en estos acuerdos puede hacer que las líneas de financiación americana puedan perder efectividad o incluso no llegar a solucionar los problemas que pretenden combatir. La evolución económica en las próximas semanas nos permitirá ver si esta vez la Fed vuelve a acertar.


[1] Las situaciones de pánico financiero llevan aparejado un incremento de los costes de financiación en dólares ya que los prestamistas se muestran reticentes a prestar financiación y los inversores acuden en masa a la moneda americana (o a su principal sustitutivo, los Treasury Bills americanos) en busca de refugio.

[2] De acuerdo con el Financial Stability Report publicado en el 2019 por el Fondo Monetario Internacional las entidades bancarias de la eurozona han disminuido su exposición a los dólares mientras que las japonesas y las canadienses la han aumentado.

[3] La disminución del precio de las commodities conlleva que los países exportadores reciban menos dólares por la venta de estas.

[4] Los SDR constituyen un activo de reserva internacional en manos del FMI que complementa la tenencia de reservas de moneda extranjera por parte de los estados miembros.

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