Todo comenzó con unas protestas por las calles de Túnez comparables a los conatos sucedidos hace unos meses en las calles de Atenas. Pero con un componente de revolución política que no tuvieron las griegas, que fueron meramente económicas. Es lo que tiene ser una democracia perteneciente a la UE, que el pueblo se puede levantar para exigir un cambio de gobierno, pero no de régimen. En cambio, el corrupto presidente Ben Ali huyó a los EAU con su esposa, que a su vez lo hizo con 1,5 toneladas de oro. Y el vacío de poder se lo disputan oposición y ex-hombres fuertes del régimen, hoy más papistas que el Papa.
Pero el mayor problema se ha extendido a Egipto, donde Hosni Mubarak se enroca en el poder mientras Obama se lo permita. En la casa blanca, Obama repite la manoseada frase que tantos otros de sus predecesores han pronunciado: "Ese presidente es un villano, pero es nuestro villano". Y por el momento parece que desde los EE.UU. mantienen a Mubarak como interlocutor ante el conflicto. Probablemente se esté negociando intensamente su sucesor con Mohamed Al Baradei, el premio Nobel de la Paz egipcio que se ha apresurado a retornar al país para tratar de liderar un proceso de enderrocamiento que por ahora niega la Casa Blanca.
En cualquier caso, las variables del puzzle han vuelto a desencajar y modificarse. El petróleo se dispara, el dólar recupera su rol de refugio y las incipientes recuperaciones económicas de ciertas economías occidentales vuelven a pender de un hilo.
Paradójicamente, el contagio de la desconfianza en la deuda periférica europea pasa a un segundo plano, porque en estos momentos el contagio más temible es el de las revueltas islamistas en oriente medio. Pero el precario equilibrio de esa zona no podía durar para siempre, y lo extraño es que no nos hubieran crecido mucho antes los enanos de este circo. Pasen y vean... pero por Dios o por Alá, mucho cuidado dónde pisan.
Feliz Navidad y Próspero Caos Nuevo
Orientarse en el Caos (1)
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