Muchos de los futbolistas profesionales de prestigio acumulan grandes cantidades de inmuebles a lo largo de su carrera deportiva. La cultura del ladrillo está especialmente arraigada entre los futbolistas españoles, como bien dice este artículo de
El Economista. Hagamos un repaso de algunos de los motivos más que probables para tal concentración de riesgo y falta de diversificación a la hora de gestionar un patrimonio entre este colectivo.
La burbuja inmobiliaria en España ha sido de tal calado en los últimos 20 años que muchos de los padres de futbolistas han visto en esas inversiones un filón de pelotazos inacabable. Muchos de ellos, de hecho, regentan o han regentado promotoras que han sido boyantes negocios hasta hace poco tiempo. En estos años parecía fácil, no sólo conservar, sino multiplicar los ingresos que el niño traía a casa en forma de contratos millonarios por darle al balón y por su imagen. Quizá algunos padres pretendían así compensar el complejo que supone para ellos que sus hijos sean capaces de ganar más dinero que ellos mismos, y sin ni siquiera haber estudiado. Una situación excepcional que hace fracasar los principios con los que los padres solemos tratar de educar a nuestros hijos.
Son múltiples factores los que hacen que la inversión compulsiva en inmuebles sea hasta cierto punto comprensible (aunque no conveniente), dada la falta de formación de la mayoría de futbolistas y de su entorno familiar para gestionar patrimonios. Los escarmientos en forma de pérdidas en inversiones maquiavélicas de banca privada han ayudado mucho a decantarles compulsivamente por los ladrillos (algo muy parecido les suele ocurrir a muchos empresarios de éxito). Además la presión de su otro entorno, el profesional, por realizar todo tipo de compras y promociones inmobiliarias ha sido y es enorme, dadas las elevadas y versátiles comisiones que dichas inversiones generan, mucho más jugosas y de fácil acceso que las bancarias. Las experiencias dolorosas, el temor a invertir en otras propuestas como negocios de terceros (desconocidos, conocidos y/o familiares), o a realizar inversiones que poco después resultan meras estafas o engaños, ha inducido históricamente a dichas familias a convertir su dinero mayoritariamente en ladrillos, aunque sea como mal presumiblemente menor. Además, prácticamente desde que estos deportistas eran unos bebés los inmuebles no han hecho más que subir y subir en España, deslumbrando a padres, hijos y espírutus santos. "El ladrillo nunca baja" ha sido una frase recurrente en el entorno familiar de muchas de las actuales estrellas, y además fomentada por las sanguijuelas comisionadoras que suelen parasitar a su alrededor.
Pero la realidad es lamentablemente otra. Las pérdidas de valor de estos últimos años, en estos patrimonios desequilibrados que sólo han amasado gran cantidad de inmuebles en España, es y será brutal. Algunos dirán que habría sido peor invertir en otras alternativas como negocios ruinosos, engaños o estafas, pero esa reflexión es muy, pero que muy mediocre. Y es que el
Síndrome de Jurassic Park suele ser implacable.
Algunos ex-deportistas plantean que la mejor estrategia es adquirir un inmueble con cada ficha anual cobrada por el deportista profesional. Esa fórmula mágica evitará la dilapidación de esas fortunas durante los años locos de juventud, pero no deja de ser un café para todos excesivamente simple ante la complejidad del mundo actual. Entidades financieras muy hábiles han creado departamentos "especializados" en toda Europa que se especializan en la gestión de patrimonios de deportistas y artistas. Para ello fichan en algunos casos entre sus filas a caras muy conocidas que rompan la barrera de desconfianza entre los deportistas y la banca privada tradicional. Estos viejos deportistas reciclados en nuevos banqueros del deporte, trabajan para la banca siendo capaces de hablar el mismo idioma que los deportistas profesionales.
Los clientes (deportistas y artistas) que son tratados por esos departamentos de Sport & Entertainment, probablemente dejarán de comprar inmuebles a cambio de adquirir, también compulsivamente, todo tipo de productos bancarios que suelen acabar generando básicamente dos cosas: Grandes beneficios asegurados para el banco; e incertezas, pérdidas o cuando menos, costes de oportunidad que son oro puro en la progresión patrimonial. No obstante, últimamente dichas entidades financieras también prefieren colocarles carteras de inmuebles, que supuran de los balances del banco y les salen por las orejas. Se crea así un doble efecto perverso y paradójico en el que tanto el entorno profesional de los deportistas (comisionistas) como la banca especializada,
encasquetan inmuebles hoy en día a los incautos profesionales del deporte, que deben centrarse en sus carreras profesionales y dejar en manos de terceros la gestión de sus patrimonios. Es lo que tiene dejar dicha gestión en manos de quienes no te cobran por ello de forma profesional, es decir, en comisionistas y en banca cuyos beneficios dependen de las comisiones sobre las inversiones que el deportista realiza.
No obstante, y para acabar con una nota simpática, siempre hay que ver la parte positiva: De no haber invertido desmesuradamente en inmuebles de todo tipo, ¿qué habría sido de los intermediarios y comisionistas que se ganaron la vida durante todos estos años a costa de los millones del niño que juega a fútbol todos los domingos? Estoloarreglamosentretodos, no?
Síndrome de Jurassic Park
"La coexistencia de una escasa capacidad para generar riqueza y una fortuna súbita, será en casi todos los casos una unión contranatura que buscará su reequilibrio. Este reequilibrio puede llegar excepcionalmente vía mejora de la capacitación, pero casi siempre la naturaleza se reequilibrará dejando al protagonista en un nivel de riqueza similar al que originalmente supo generar y dirigir. Es decir, reequilibrando en perjuicio de la parte más vulnerable: La Riqueza. Muy poco de ella, nada o incluso deudas van a quedar después del reequilibrio natural."
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