La respuesta a la pregunta de adonde va a parar el dinero creado por los bancos centrales es clara: A la financiación de los Estados. Los bancos, en general, están destinando el dinero recibido por el BCE y la FED a comprar la deuda soberana de sus respectivos países. En un escenario en el que los créditos inmobiliarios, de empresas y de consumo, se deben provisionar a marchas forzadas por la erupción de las insolvencias, la banca echa el freno de emergencia a seguir prestando. Por propio instinto de supervivencia. La alternativa es muy obvia para los bancos comerciales: Los bancos centrales les prestan dinero a casi cero (aprox. 0.50% en $ y 1% en €) y ellos lo devuelven a los Estados a un tipo del 2 o 3% a corto y medio plazo. Un beneficio neto de 1 o 2 puntos sin riesgo (sic), y que el coeficiente de apalancamiento de la banca puede multiplicar por casi 10. Una hábil y macabra espiral de financiación para la deuda soberana que usa el apalancamiento de la banca, esta vez, en "beneficio" de las arcas del propio Estado. Surrealista y a la vez perverso.
Et Voilà! Ya tenemos una vía vitamínica directa a la vena de una banca zombie que aún huele a muerto. No en balde, todavía queda mucho desierto de insolvencia y morosidad en los créditos concedidos a diestro y siniestro en la orgía de deuda vivida. Créditos que van a tener que provisionar masivamente en los próximos años. Así que quizá el suministro de dinero barato y su correspondiente aplicación a la deuda soberana permanezca en el tiempo muchos meses o incluso algunos años más.
Pero no nos engañemos, ese pack suministrado en forma de oferta y demanda de crédito no va a salvar a todos los bancos. Al menos en los EE.UU. se calcula que pueden haber hasta 400 fallidas más en el sistema financiero. Otra cosa es lo que suceda en España, ya que parecemos proclives a sobrevalorar activos para evitar quibras, y a pretender que aquí no pasa nada, al más puro estilo avestruz, algo muy poco higiénico y que elimina la confianza necesaria en el sistema para salir de ésta. De todos modos, la banca americana y europea (y especialmente la española), necesitará muchos litros de transfusión antes de poder volver a caminar por sí sola y desactivar la configuración de emergencia.
No podemos decir que se haya nacionalizado la banca, a pesar de las participaciones tomadas en las entidades más malolientes por muchos Estados. Pero lo que es innegable es que estamos ante una nacionalización de su volumen y modelo de negocio, mientras no se purguen los excesos cometidos. Y es que el Sistema necesita que los bancos centrales mantengan vivos al menos a los bancos comerciales imprescindibles, aunque sea a costa de trasfundir la sangre de todos. Es lo que tiene el Sistema.