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En Jackson Hole hay inflación

En Jackson Hole hay inflación

Lo que empezó como un simposio de agricultura ha ido convirtiéndose, con el paso de los años, en una suerte de Davos económico. El punto de encuentro de Jackson Hole mantiene, una vez más, su perfil bajo. Los invitados se alojan en un complejo vacacional discreto y sobrio: las habitaciones constan apenas de cama y escritorio, y carecen incluso de televisión. No hay spa, gimnasio u otras distracciones recreativas más allá de las hermosas vistas de las montañas de Wyoming. Las diversas conferencias tienen lugar en un gran comedor, donde se discute la actualidad económica mesa a mesa. Los participantes no disponen de soportes tecnológicos, ni tan siquiera pueden recurrir a un PowerPoint explicativo; cuentan, sin embargo, con la palabra. El tema este año, además, es sugerente: dinámicas inflacionistas y política monetaria.

El primer día en Jackson Hole resultó tranquilo. Profesores y académicos mostraron sus puntos de vista generales sobre la política monetaria mundial y la de EEUU en particular, centrándose en la posibilidad de crear nuevos experimentos similares al primer QE que continúen estimulando la economía de EEUU y ayuden a consolidar el crecimiento económico en el resto del mundo. Para poder estudiar y considerar estas medidas, han señalado, es necesario dejar a un lado movimientos del mercado que hemos visto en las últimas semanas, las crisis generadas por estos movimientos y centrar los esfuerzos en generar estímulos a pesar de estas presiones. «Las decisiones importantes deben ser contempladas con perspectivas: un mes no significa tendencia». El horizonte real de una mayor y más sostenida creación de empleo ocupó buena parte de la primera jornada.

Como era evidente tras conocerse la ausencia de la presidenta del Sistema de la Fed, Janet Yellen, y de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, los grandes titulares de la reunión quedaban para la segunda jornada de conferencias, un último panel que podría realmente dar alguna pista sobre la esperada noticia de Jackson Hole: ¿Se subirán los tipos en 2015? De ser así, ¿en qué momento? En cambio, si la respuesta es negativa, ¿cuánto va a aguantar la Fed un crecimiento constante de la primera potencia mundial sin subir los tipos? Tras estas preguntas, tres ponentes con información: el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney; el vicepresidente del Banco Central Europeo, Vítor Constâncio; finalmente, Stanley Fischer, vicepresidente de la Reserva Federal de EEUU.

El gobernador del BoE versó su discurso en torno a China y a los efectos que de los acontecimientos recientes en la economía del gigante asiático pudieran derivarse en el desarrollo de la inflación global, dadas la reducida tasa de crecimiento y la persistente depreciación del tipo de cambio.  Sin embargo, señala Carney, pese a las numerosas posibilidades en este horizonte, algunas poco halagüeñas, carecemos de certidumbres. «Los bancos centrales deben considerar también las dinámicas confusas del mercado global. En el Reino Unido, estas dinámicas influencian nuestra política, pero no la dictan».

Para Carney, las condiciones económicas domésticas marcan aún la agenda del BoE. Constâncio, sin embargo, reabrió en su conferencia el horizonte global, mencionando cómo el momento de baja inflación actual se encuentra en gran medida influenciado de manera negativa por problemas en la demanda tanto a nivel nacional como internacional, un asunto nada trivial especialmente en la zona euro donde, según el economista portugués, seguimos dando pasos en dirección a los objetivos de inflación marcados.

Finalmente, Fischer, vicepresidente de la Fed, dejó en las cabezas de los asistentes una pregunta incómoda: ¿podemos estar seguros de que, en Estados Unidos, la inflación subirá al objetivo del 2% en el medio plazo? Las fuerzas que mantienen la tasa inflacionista bajo control corren el riesgo de disiparse. Debemos proceder con cautela, utilizar los instrumentos de política monetaria de forma eficiente, alcanzar la estabilidad de precios y el pleno empleo. En la Fed son conscientes de que el resultado de una decisión sobre política monetaria solo se percibe después de un año; por esto, señala Fischer, permanecerán vigilantes, actuando como cortafuegos ante cualquier sobrecalentamiento de la economía, con la mirada puesta en análisis pasados los doce meses. Están convencidos de que la mejor forma de apoyar el crecimiento fuera de las fronteras del país pasa por construir un entorno macroeconómico sólido en casa.

A la espera de medidas concretas, el debate se siguió con interés no solo en las mesas del Jackson Lake Lodge, sino también fuera, donde un grupo de manifestantes mantuvieron durante todo el fin de semana una suerte de conferencia alternativa bajo el lema «¿Recuperación? ¿Qué recuperación?» El contrapunto experto a Jackson Hole lo puso el Nobel de economía en 2001 y jefe economista del instituto Roosevelt Joseph E. Stiglitz, criticando las austeras pretensiones del Congreso, controlado ahora por los republicanos. «¿Por qué apoyar este lento crecimiento del empleo y los salarios?», se pregunta Stiglitz. En un país donde los efectos negativos que el desempleo tiene sobre la economía recaen en enorme medida sobre la gente de color o las mujeres, Stiglitz afirma que la Fed podría hacer más, apuntando de manera concreta a las tarifas anti-competitivas de las tarjetas de débito y crédito. Toda política económica se desarrolla en un terreno de una cierta incertidumbre; para el Nobel, sin embargo, una cosa es segura: una subida de tipos afectará, de manera especial, al americano medio.

  1. Top 100
    #1
    31/08/15 16:29

    Este tema va a ser muy interesante sobre todo para ver cómo se resuelven los hechos en China, ya que al ser el mayor poseedor de deuda USA vamos a ver si la subida de tipos en USA le hace gracia a China o si por el contrario USA se someterá a lo que diga China con tal de no alterar el mercado de bonos en USA (por venta masiva de bonos por parte de China) con las consecuencias que podría tener una extensión hacia Europa del mercado de bonos. Los excesos no son buenos, tanto de ahorro como de deuda.

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