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Blog Análisis de mercados y productos financieros
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Cuando cada minuto cuenta

Se acerca el fin de año, y toca hacer balance. 

Pero a diferencia de otras ocasiones, hoy he querido centrar mi análisis en un asunto que nos concierne a toda la ciudadanía, como es el sistema sanitario. Un tema de tal relevancia, que merece la pena destinar este espacio para hacer algunas reflexiones al respecto. 

Basado en la Constitución de 1978, el Sistema Nacional de Salud (SNS) español se creó formalmente con la Ley General de Sanidad de 1986. 

Si bien los antecedentes se remontan al año 1942 con el nacimiento del Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE), fue la Ley General de Sanidad la que estableció la universalidad de la atención primaria.


 
Pero no será hasta el año 1989 cuando por fin se establezca la universalización de la asistencia sanitaria financiada por los impuestos; año en que la población en España apenas superaba los 38 millones de habitantes. 

Con sus virtudes y sus deficiencias, desde el año 1993 -año en que el CIS comienza a registrar los datos de satisfacción- la percepción de los usuarios del sistema de salud pública fue mejorando hasta alcanzar su máxima puntuación (6,74 sobre 10) en julio de 2019.


 
Pero desde la crisis sanitaria de 2020, las cosas han cambiado y la valoración del sistema de salud pública por parte de los usuarios se ha ido deteriorando, tal como se observa en la siguiente gráfica:


 
Coincidentemente, fue a partir de ese año 2020 cuando se incrementaron las contrataciones de los seguros privados de salud, como se puede ver a continuación:


 
Y como se puede observar, a pesar de haber transcurrido ya cuatro años desde la pandemia, la tendencia en la contratación de seguros médicos privados seguía en aumento. 


Los datos son los datos… 


Los posibles motivos del deterioro en las valoraciones por parte de los usuarios hacia el sistema de salud pública, podrían estar en los tiempos de espera para ser atendidos, que se han ido incrementando con el paso de los años:


 
Si bien estamos a la espera de conocer los datos de 2025, y saber si estamos hablando de un cambio de tendencia, lo que está claro es que el tiempo de espera durante el último año ha sido prácticamente el doble de lo que había que esperar en 2018 para ser atendido en el servicio de atención primaria. 

Y eso lleva a que la opinión de los usuarios sobre la lista de espera hospitalaria vaya empeorando.


 
Tras los datos que arrojan las estadísticas del Ministerio de Sanidad, se puede concluir que la mayoría de la población considera que las listas de espera son excesivas, y la percepción empeora respecto a los años anteriores. La espera se ha convertido en el símbolo del malestar sanitario, aunque la atención final siga siendo bien valorada. 

El Barómetro Sanitario 2024 dibuja un sistema todavía bien valorado en lo esencial, pero claramente tensionado. La ciudadanía confía en los profesionales, pero pierde la paciencia con los tiempos, el acceso y la continuidad asistencial. No estamos ante una crisis de calidad, sino ante una crisis de capacidad y organización. 

Y así como la frase “la justicia tardía no es justicia” resume el principio jurídico clásico, según el cual un retraso excesivo en la aplicación de la ley equivale, en la práctica, a una negación (o ausencia diría yo) de la justicia, en el ámbito de la salud se podría decir que “un tratamiento que llega tarde deja de ser eficaz”; lo que en definitiva, termina deteriorando la calidad del sistema. 

Otra conclusión que podemos sacar de esta situación, es que a pesar del incremento en las contrataciones de seguros médicos privados -lo que ayuda a descongestionar el sistema público sanitario- el malestar de los usuarios del sistema de salud pública sigue en aumento. 

Es curioso que a pesar de los cuellos de botella que sufre nuestro sistema de salud pública debido a la falta de personal, de recursos, a una población en aumento que ya supera los 49 millones de habitantes, y otros aspectos que darían para un amplio debate, aún no se hayan aplicado incentivos fiscales (excepto para trabajadores autónomos y seguros de salud corporativos) ni se esté promoviendo la contratación de seguros médicos privados que tan bien le sentarían a la sanidad pública. Lejos de todo eso, solo ha habido propuestas para gravar/penalizar la contratación de seguros médicos privados. 


Ventajas de contar con un seguro médico privado 


Tras las pérdidas de incentivos fiscales sufridas por los partícipes de planes de pensiones individuales durante la actual legislatura, a quienes me preguntaban si aún merecía la pena contratar un plan de pensiones individual, les hacía reflexionar desde mi humilde opinión, que el ahorro y la inversión sabia siempre es una buena decisión. El efecto capitalización que producen los planes de pensiones sobre la rentabilidad del capital invertido, y el disponer de una renta complementaria para la jubilación, hacen que el producto sea adecuado para quienes pretendan ahorrar. Si además aporta un beneficio fiscal… ¡Bienvenido sea! Pero la contratación de este tipo de productos no se puede condicionar a los beneficios fiscales que conceda el Gobierno de turno, porque éstos pueden cambiar, así como ya lo hemos visto. Tienen que ser otros motivos más transcendentales (y no un mero descuento impositivo), los que nos lleven a contratar este producto de ahorro. 

Y ese mismo argumento será el que se aplique a la hora de valorar la contratación de un seguro de salud privado. Porque más allá de los posibles beneficios fiscales que pueda tener este tipo de seguros, a la luz de los datos analizados —listas de espera crecientes, saturación del sistema y una percepción ciudadana en deterioro—, la reflexión ya no es ideológica sino práctica, y los motivos por los cuales deberíamos contemplar contar con esa cobertura deberían ser los siguientes: 

  • Reducción de tiempos de espera y acceso más ágil a la atención médica. Permite acortar de forma significativa los plazos de acceso a consultas, pruebas diagnósticas y tratamientos, un factor decisivo para la eficacia de la atención sanitaria. 

  • Diagnóstico temprano y enfoque preventivo. La mayor rapidez y continuidad asistencial favorecen la detección precoz de enfermedades, mejoran los resultados clínicos y reducen complicaciones futuras. 

  • Mayor capacidad de elección y atención personalizada. El asegurado dispone de mayor libertad para elegir profesionales y centros, así como de un seguimiento más continuado. 

  • Descongestión del sistema público de salud. El uso de la sanidad privada reduce la presión asistencial sobre el SNS, contribuyendo a aliviar listas de espera y a mejorar el acceso para quienes dependen exclusivamente del sistema público. 

  • Contribución a la sostenibilidad del sistema sanitario. Los asegurados privados financian la sanidad pública vía impuestos y, adicionalmente, asumen parte de su atención sanitaria, generando una externalidad positiva para el conjunto del sistema. 

Por todo ello, esta semana no he querido centrarme en la búsqueda de una alternativa de ahorro o inversión financiera, sino en plantearte otra forma de invertir: invertir en tu salud. 

Porque cuando cada minuto cuenta, disponer de acceso rápido y eficaz a la atención médica no es un lujo, sino una decisión de previsión. Y si algo nos enseñan los datos, es que anticiparse suele ser siempre la mejor estrategia. 

Pero si ya diste ese paso para ti, y aún no sabes qué regalar en estas fiestas, aquí tienes entonces una idea algo original y posiblemente muy útil: un regalo que solo se valora de verdad cuando hace falta. 
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  1. #1
    26/12/25 19:55
    Interesante. 

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