Más allá de los daños que provocan las grandes crisis a una inmensa proporción de la ciudadanía, éstas suelen generar no solo daños, sino también grandes cambios que en muchas ocasiones se convierten en oportunidades. Esos cambios pueden consistir en la generación de nuevos hábitos, cambios en los entornos naturales, desarrollo de ciertas habilidades para sortear situaciones críticas, identificación de nuevos nichos de negocio, entre otros ejemplos.
Una de las grandes crisis que trajo consigo grandes cambios fue la “Gran Recesión”; nombre con el que se bautizó a la crisis financiera global originada entre los años 2007 y 2008 en Estados Unidos, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis de hipotecas de alto riesgo (subprime) al haberse concedido hipotecas a personas con poca solvencia, generándose así impagos masivos que provocaron la caída de grandes corporaciones financieras (caso Lehman Brothers), ocasionando una reacción en cadena que afectó a diversas entidades bancarias de primer nivel, aseguradoras, resto de entidades financieras, y en última instancia a los estados que tuvieron que salir al rescate de sus entidades financieras con fondos públicos para evitar el colapso de todo el sistema.
Una crisis que afectó inicialmente al sector financiero, repercutiendo luego al resto de sectores económicos y a la misma ciudadanía.
Unos ciudadanos desencantados con sus entidades bancarias por la poca transparencia del sector, lo que generó un caldo de cultivo propicio para dar pie a unos nuevos actores que en poco tiempo entrarían en escena, estableciendo modelos alternativos de intermediación financiera.
Las FinTech como nuevas protagonistas
Financial Technology son las dos palabras que se fusionan para dar origen al término “FinTech”, con el cual se identifican aquellas empresas tecnológicas que ofrecen servicios financieros digitales e innovadores.
A finales de la década de 2010, con los efectos de la crisis financiera aún latentes, empezaron a surgir con fuerza nuevas startups que ofrecían servicios financieros a través de plataformas tecnológicas, y en muchos casos como una alternativa a la banca tradicional; empresas a las que se bautizó con el término FinTech. Estas FinTech fueron creciendo exponencialmente gracias al impulso de los smartphones y la digitalización masiva.
Con la llegada de estos nuevos competidores, la banca encendió todas las alarmas al ver peligrar su hegemonía sobre ciertos negocios financieros tradicionales, por lo que inicialmente adoptó una actitud defensiva mediante cambios de estrategias enfocadas a competir en el negocio digital.
Pero competir con las FinTech en el negocio digital podía ser una batalla perdida para más de una entidad, dado que muchas de ellas no estaban preparadas para incursionar en el mercado online ni tenían la infraestructura adecuada, y menos aún para afrontar una posible competencia con las grandes tecnológicas de Silicon Valley denominadas Big Tech, las cuales contaban (y cuentan…) con ingentes capitales para invertir, enormes bases de usuarios, capacidad tecnológica y acceso a datos para ofrecer servicios financieros, tal como podría ser Amazon, que para alivio de la banca, el gigante del comercio electrónico no busca convertirse en un banco convencional pero aun así ha desarrollado una sólida infraestructura de servicios financieros como Amazon Pay (billetera digital para consumidores y comerciantes), préstamos a vendedores que comercializan sus productos en la plataforma online, depósitos en efectivo y experimentación con seguros; y todo ello sin asumir la carga regulatoria que se aplica a la banca.
No sin fundamento la presidenta del Banco Santander durante el XXI Encuentro Santander América Latina, señaló en abril de este año a Apple como una amenaza directa junto al resto de gigantes tecnológicos que participan en el negocio de procesamiento de datos, al considerar que éstos no compiten en igualdad de condiciones frente a las instituciones financieras tradicionales; situación que distorsiona el mercado y limita la competencia. “Apple Pay se lleva dos tercios de las comisiones y tiene una gran ventaja porque cada vez que yo conecto el iPhone, me dice: ‘usted se olvidó de conectar Apple Pay’. No, no me olvidé, es que no quiero”, fueron palabras textuales de la presidenta Ana Botín.
Pero como dice el refrán, “si no puedes con ellos, úneteles”; y así lo entendió el sector bancario tradicional, que sabiamente prefirió dejar de ver a las FinTech como una amenaza y empezar a colaborar con ellas.
Muchas entidades financieras optaron por adquirir startups especializadas en pagos digitales, préstamos peer-to-peer, asesoramiento financiero automatizado, o criptomonedas, y crearon sus propias plataformas digitales y establecieron alianzas estratégicas, combinando lo mejor de ambos mundos: la agilidad e innovación de las FinTech, con la solidez, experiencia y base de clientes de la banca tradicional.
Perspectivas para las FinTech
Según Fortune Business Insights, el mercado global de FinTech se valoró en USD 340.10 mil millones en 2024, y se espera que alcance los USD 394.88 mil millones a finales de este año, proyectándose hacia los USD 1.126.64 mil millones para el año 2032; en el que América del Norte dominó con una participación global del 34,05% durante el año pasado.
Al igual que en el resto de sectores, en el de las FinTech tanto la Inteligencia Artificial como el Machine Learning están en el centro de la innovación, aplicándose a la personalización de servicios, detección de fraudes y análisis predictivo. Por otro lado, el Blockchain y la tokenización de activos están democratizando el acceso a las inversiones y mejorando la transparencia financiera. Y a todo esto se suman las llamadas “finanzas embebidas”… que aunque parezca que las finanzas estén algo bebidas o que sirvan para aplazar el pago de bebidas, no consisten en financiar mojitos ni gin tonics, sino en integrar servicios financieros directamente en plataformas no financieras, como e-commerce o apps de movilidad.
A finales del 2025, se espera que aproximadamente el 40% de los pagos globales sean digitales, lo que favorece la inversión en este tipo de tecnologías y empresas, especialmente en áreas como neobancos, pagos digitales, DeFi (abreviatura en inglés de finanzas descentralizadas) y finanzas sostenibles.
Si a todo esto le sumamos una era de tipos de interés relativamente bajos, y un sector financiero que ha estado contribuyendo al progreso de la sociedad y financiando los proyectos destinados a superar los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad, sin lugar a dudas es un sector que seguirá su senda ascendente, tal como lo ha estado haciendo durante los últimos años.
BlackRock Global Funds FinTech
Con los argumentos anteriormente mencionados, esta semana quise orientar la búsqueda hacia un Fondo de Inversión especializado en el sector FinTech y con trayectoria positiva; por lo que una vez más acudí al Supermercado de Fondos de Inversión de EBN Banco para encontrar la clase más barata del Fondo, y así optimizar la rentabilidad.
Allí encontré el BGF FinTech Fund, un Fondo de renta variable global temático del sector FinTech, el cual invierte al menos el 70% de sus activos totales en valores de renta variable (como acciones) de empresas de todo el mundo, cuya actividad económica predominante incluya la investigación, el desarrollo, la producción y/o la distribución de las tecnologías utilizadas y aplicadas en los servicios financieros.
El Fondo se centrará en empresas que generan ingresos a partir de la aplicación de tecnología en el sector de los servicios financieros y/o que pretenden competir con los métodos tradicionales de funcionamiento y distribución de productos y servicios financieros, que incluyen: sistemas de pago, banca, inversiones, préstamos, seguros y software. Aunque es probable que la mayoría de las inversiones del Fondo se realicen en empresas ubicadas en mercados desarrollados de todo el mundo, el Fondo también podrá invertir en mercados emergentes.
En cuanto a la volatilidad del Fondo, éste presenta una desviación típica del 29,52% para los últimos tres años, y un nivel de riesgo 5 en la escala del 1 al 7, conde 7 es el nivel de riesgo más elevado.
Los datos de la clase más barata del Fondo si lo contratas por medio de EBN Banco, son los que te presento a continuación:
Gestionado por la entidad gestora de Fondos de Inversión más grande del mundo, BlackRock S.A., el Fondo toma como índice de referencia para medir su desempeño al MSCI All Country World Index (Net Total Return). Y desde septiembre de 2018, fecha de lanzamiento del Fondo, la evolución de su rentabilidad partiendo de una hipotética inversión inicial de 10.000 € ha sido la que te muestro en el siguiente gráfico:
Las rentabilidades alcanzadas concretamente por el Fondo, han sido las que se observan en la tabla:
Y las diez principales posiciones que componen la cartera del Fondo son las siguientes:
Los activos que conforman la cartera del Fondo, están distribuidos geográficamente de la siguiente manera:
Y si aun así mantienes tus dudas sobre el potencial que ofrece el sector de la tecnología financiera, piensa que si hasta la banca tradicional supo ver el potencial de las FinTech y decidió invertir en ellas, será porque seguramente algún buen negocio habrá visto… ¿no te parece? Al fin y al cabo, ¡no todos los días los bancos abren la cartera con tanto entusiasmo!