Los resultados han sido dispares y, en consecuencia, su evolución en Bolsa también. Microsoft y Alphabet-Google presentaron muy buenas cifras el martes (Alphabet duplicó su beneficio respecto al pasado año y Microsoft lo subió casi en un 50%) y han subido ambas más de un 7% en la semana. Facebook presentó sus cifras el lunes y no fueron malas, pero el cuestionamiento al que está siendo sometida la red social por las prácticas denunciadas por la exempleada Frances Haugen le ha impedido subir en la semana. Apple y Amazon publicaron el jueves cifras que no gustaron a los inversores y que provocaron en ambas caídas del entorno del 2% el viernes, dejando la evolución semanal plana.
El gráfico muestra la evolución comparativa de las cotizaciones de Microsoft (azul) y de Apple (rojo) la semana pasada y la muy diferente reacción de los inversores ante sus respectivos resultados.
La subida de Microsoft y la caída de Apple ha permitido a Microsoft subir a lo más alto del podio como la compañía de mayor capitalización bursátil del mundo, al superar ligeramente a Apple, que venía ocupando esa posición desde que se la arrebatase precisamente a Microsoft.
A cierre del viernes, Apple capitalizaba 2,457 billones de dólares frente a 2,489 de Microsoft. Por detrás queda Alphabet con sus 1,974 billones de valor bursátil y luego vendría Amazon con 1,710 billones.
La ahora llamada Meta, antes Facebook, se ha quedado en el entorno de los 900 mil millones de dólares de capitalización y se ha visto superada por Tesla, que el pasado lunes subió un 13% y capitaliza ya 1,118 billones.
Son en todo caso cifras mareantes, que nos suscitan la misma duda que en su día plantearon empresas como General Electric o como algunos mega bancos. La duda de hasta dónde puede llegar razonablemente el tamaño de una empresa sin que ese tamaño desborde la capacidad de gestión de sus responsables, generando ineficiencias crecientes.
La grandes tecnológicas tienen equipos de gestión extraordinarios y son maquinarias perfectamente engrasadas y muy bien capitalizadas. Hoy por hoy parecen imbatibles y todo induce a pensar que apostar por ellas es apostar a caballo ganador. Pero la historia nos demuestra que hay límites al tamaño de las empresas y que superar esos límites suele llevar a una gradual pero inexorable caída de valor.
Gráfico semanal publicado en r4.com.
