Víctor Moro, un joven de 31 años introducido desde hace tiempo en la práctica de deportes de aventura, decidió convertir su afición en negocio cuando, junto a un amigo suyo, montaron una empresa en León, en la falda de los Picos de Europa. Un nuevo ejemplo de cómo la ilusión y el empuje logra romper cualquier barrera que le pongan en frente a un emprendedor.