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¿Por qué esta vez es diferente? Una recesión «por toque de queda» en forma de «T»

Las recesiones, ya sean reales o potenciales, suelen seguir un patrón típico. Se ven engendradas por condiciones financieras tensas, por el reventón de una burbuja de mercado o de la economía real, por una subida espectacular del precio del petróleo, o por una combinación de estos desarrollos.

Esta vez, sin embargo, es diferente: nos hallamos ante una recesión «por toque de queda». El bajón económico de 2020 no se debe a ninguno de los sospechosos habituales. El brote de coronavirus no ha conducido a un error de las autoridades, sino a una recesión provocada inevitablemente por las medidas implementadas. La respuesta comprensible de los gobiernos de todo el mundo ante la pandemia ha sido animar a sus poblaciones a restringir sus actividades cotidianas. Esta dramática alteración de nuestra vida diaria conducirá a un colapso de la actividad económica medida por el producto interior bruto (PIB).

Entramos en esta recesión económica con una política muy acomodaticia de los bancos centrales, pero la política monetaria tarda en torno a dos años en tener efecto en la economía. En 2018, por ejemplo, fuimos testigos de una ralentización económica un par de años después de que la Reserva Federal estadounidense subiera sus tipos de interés en 2016. Afortunadamente, el precio del dinero —al menos en la mayor economía del mundo— ha permanecido en una tendencia a la baja desde el año pasado. En marzo, la Fed implementó un fuerte recorte de tipos de un punto porcentual, después de que el Banco de Inglaterra hiciera lo propio en 50 puntos básicos. Por desgracia, el Banco Central Europeo tiene menos margen de maniobra, ya que sus tipos de interés ya se hallan en mínimos absolutos.

Una recesión tiene tres fases. ¿Cómo va a ser diferente la que afrontamos actualmente?

recesión coronavirus M&G

Fase 1: entrada en recesión

Esta es la recesión más indiscutible que hayamos visto: todos podemos observar la dramática caída de la actividad diaria a nuestro alrededor. El gasto discrecional se ha reducido, y el de mayor coste —los viajes y el turismo— ha sido el más afectado. No se trata de una evolución lenta en la que las personas descubren gradualmente la nueva realidad económica, sino de una directiva que instruye a todo el mundo a dejar de consumir. Esta orden ha sido instantánea y de ámbito mundial, algo que nunca había ocurrido en el pasado.

Las recesiones suelen describirse como en forma de «V» o de «U», por la forma que acaban teniendo los gráficos de PIB. La primera fase de esta recesión se parecerá a la forma de «U», pero el descenso será vertical y dramático: podríamos asistir al mayor colapso semanal y mensual del PIB de la historia en muchos países.

Fase 2: fin de la recesión

Dado que la rapidez y profundidad de la recesión se deben al coronavirus y a las medidas gubernamentales resultantes que nos impiden confraternizar, también tenemos una idea inusualmente clara de cuándo y cómo terminará. Este virus parece mostrar patrones estacionales como la gripe, y una vez se haya propagado por todas las capas de la población, podría surgir inmunidad al mismo. Así, llegará un momento, probablemente en cuestión de meses, en que el gobierno cambiará su política y podríamos volver a nuestro comportamiento habitual. Esta recuperación será enorme una vez la población deje de verse obligada a permanecer en sus casas, y se traducirá en un rápido repunte de los datos económicos: no será una recuperación con forma de «U» o de «V», sino de «I». Mi expectativa es que veremos el mayor salto semanal y mensual del PIB de la historia en muchos países.

Fase 3: posrecesión

Esta combinación de desplome y recuperación dramáticos causará daños a largo plazo al sistema económico, en primer lugar a nivel de confianza general de empresas e individuos, y segundo debido al marcado e inaudito dolor a corto causado por la recesión. El comportamiento humano puede cambiar, y las compañías vulnerables que dependen del gasto discrecional inmediato se verán debilitadas, y en ciertos casos dañadas de forma permanente. Aunque ciertos tipos de consumo solamente se verán aplazados (como por ejemplo la compra de un coche), mucho se perderá para siempre (como las visitas al cine).

Dicho esto, a diferencia de la recesión típica, las economías desarrolladas exhiben niveles de paro muy bajos, y es probable que un número considerable de personas mantengan su empleo: muchos negocios podrían permanecer estables. Esperemos que los gobiernos brinden respaldo fiscal a través de gasto e impuestos para quienes pasen más apuros.

Mi expectativa es que el crecimiento económico volverá a la normalidad tras la recesión, pero considero poco probable que alcance sus niveles previos en un principio. Esto haría que este tipo de recesión tuviera forma de «T»: un desplome marcado y repentino, un repunte igualmente pronunciado, y una vuelta al ciclo económico normal, aunque probablemente con un menor nivel de actividad económica. Para las economías más afectadas, el bajón inicial será mayor y el daño podría ser más permanente.

Para los inversores en deuda corporativa, en tal coyuntura es importante —como siempre— diferenciar entre las distintas calidades de deuda. En el segmento high yield cabe esperar un aumento de los incumplimientos (el riesgo de que un emisor no pague los intereses o el capital principal de un bono), aunque dicho riesgo  ya se considera más elevado con este tipo de emisores. En recesiones previas, el porcentaje de compañías high yield que han incumplido en un plazo de cinco años ha alcanzado hasta el 30%. No obstante, las empresas con grado de inversión se denominan así debido a su capacidad para sobrevivir en un clima económico complicado.

Esta recesión es diferente

Al saber por qué está ocurriendo, creo que tenemos una impresión mucho más clara de su duración y podemos postular con convicción cómo llegará a su fin. Por este motivo, distintos gobiernos y bancos centrales están trabajando en medidas para superar el golpe inminente que va a sufrir el PIB. Esto ha permitido a las autoridades actuar con una contundencia y agresividad diferentes. Cabe esperar que este respaldo sin precedentes se mantenga más allá de la conmoción, para maximizar la probabilidad de que la economía mundial se recupere hasta su nivel previo.

Le remitimos al glosario para una explicación de los términos de inversión empleados en este artículo.

Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión. No podemos ofrecerle asesoramiento financiero. Si no está seguro de que su inversión sea apropiada, consúltelo con su asesor financiero.

Las rentabilidades pasadas no son un indicativo de las rentabilidades futuras. El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. No puede garantizarse que el fondo alcance su objetivo, y es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.

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