Tras la pandemia, la economía tiene un aspecto muy distinto al que tenía en febrero de 2020. Será más eficiente y dinámica, pero dejará como consecuencia actores ganadores y perdedores. La crisis ha sido un acelerador de la integración de soluciones/productos para la tecnología médica, la automatización industrial y las necesidades masivas de datos e innovación digital. Esto no es una excepción, sino el preludio de una aceleración, una integración aún más masiva de estas soluciones digitales.
Para muchas empresas que gozan de buena salud, los niveles de actividad en 2021 ya son más altos que los del 2020 y 2019. El crecimiento continuo o la reanudación de la actividad se ha producido con márgenes en neta mejoría. Existen muchas posibilidades de inversión en su crecimiento futuro, tanto orgánicamente como a través de adquisiciones.
Las empresas comunican la mejora estructural de sus márgenes y ésta será más pronunciada para las empresas más digitales, y menos para las más industriales.
Más que nunca, para las empresas "best in class", la crisis ha supuesto una oportunidad para fortalecer su posicionamiento competitivo ya que disponían de los medios para seguir invirtiendo en innovación de productos y despliegue geográfico. Han ganado una cuota de mercado significativa en comparación con los competidores más debilitados.
Si bien las situaciones de escasez (materias primas, componentes electrónicos, semiconductores) y de estrés en las cadenas de suministro pueden limitar la capacidad de producción en el corto plazo, va a suponer un fuerte contribuyente a favor de un ciclo de inversiones favorable durante los próximos años.
Los campeones europeos de hoy y del mañana a menudo operan en nichos de know-how alejados de los mercados «mass market» con posicionamiento de productos y tecnologías avanzadas de alto valor añadido y con una fuerte capacidad de despliegue internacional (Estados Unidos y Asia en primer lugar).