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Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)

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Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)

http://www.publico.es/actualidad/anticatalanismo-critico.html

VALÈNCIA.- Por qué se habla valenciano en València no difiere mucho del porqué se habla una lengua en cualquier lugar. Tras la conquista del actual territorio valenciano por la corona de Aragón en el siglo XIII, sus tierras fueron repobladas por catalanes y allí dejaron su lengua, el catalán, idioma que se habla desde entonces con diversas variedades dialectales. Así lo certifican la historiografía y los lingüistas; nada demasiado diferente de lo que los españoles hicieron en América Central y del Sur. Sin embargo, mientras desde Baja California hasta Ushuaia no se discute que sus habitantes hablan español, por extraño que parezca, en tierras valencianas no existe el mismo consenso sobre su lengua. 
El origen de este fenómeno, cimentado sobre la leyenda acientífica de que el valenciano es una lengua ajena al catalán, es político, y aunque sus defensores se hacen llamar “valencianistas”, para diferenciarse del nacionalismo valenciano —que no profesan—, popularmente son conocidos como blaveros (en referencia al ‘blau’ —azul en valenciano— que diferencia la senyera valenciana de la catalana). 

No obstante, pese a su endeble mito fundacional, el blaverismo gozó de cierta popularidad durante más de una década y su pretérito poder de influjo entre una parte de la sociedad con menos cultura aún parece atraer a determinadas ofertas políticas. El PP valenciano lo utilizó, primero para auparse al poder en la década de los noventa sobre los hombros del partido blaverista Unió Valenciana y luego, ya en solitario, para mantenerse en las instituciones durante más de veinte años. Y esta misma semana, cuando hasta para el PP su utilidad parecía agotada, Ciudadanos se ha animado a desempolvarlo, para reunir en una concentración a un escaso centenar de personas.

Un monstruo tardofranquista

“Anticatalanismo histórico ya había existido en los años 60, pero es en la Transición cuando explota como lo conocemos ahora. ¿Cuáles son los detonantes? El miedo de la clase dominante valenciana a perder la hegemonía frente a la generación joven antifranquista”. Así lo resume el sociólogo Vicent Flor, en referencia a una generación que, además, se había impregnado del nacionalismo valenciano descrito por primera vez por el ensayista Joan Fuster en ‘Nosaltres, els valencians’, obra e intelectual claves para la identidad y la reclamación de derechos propios para los valencianos. “Además, el postfranquismo tenía miedo de que España se rompiera, no solo por el País Vasco y Catalunya, sino también por el País Valencià”, subraya Flor, autor del libro ‘Noves glòries a Espanya, anticatalanisme i identitat valenciana’, indicando por qué, desde algunos sectores, un movimiento de perfil españolista era bienvenido.

A la muerte de Franco, todos los anhelos reprimidos durante décadas explotaron por los cuatro costados de España. En el País Valencià, el principal lo resumía el canto “llibertat, amnistia i estatut d’automia”, entonado en masivas manifestaciones reclamando un alto grado de autogobierno dentro del Estado; pero no es hasta 1979, en que la izquierda gana las elecciones en el País Valencià, cuando el conflicto estalla definitivamente para intentar cambiar el resultado de las urnas. 

Es entonces cuando la maquinaria posfranquista se activa y la UCD, de la mano de Fernando Abril Martorell, y el PSOE, con Alfonso Guerra, se unen para frustrar las reivindicaciones valencianas, con la ayuda mediática del diario Las Provincias, hasta entonces el más progresista de la prensa valenciana. La consigna era clara: asociar autogobierno con catalanismo. Y contra ese presunto catalanismo valdrá todo.

‘Fachas en la calle’

Es lo que se conoce como la ‘Batalla de Valencia’: agresiones a plena luz del día contra cargos electos de izquierda; quema de la senyera oficial que entonces no llevaba la banda azul; atentados contra domicilios de intelectuales del nacionalismo valenciano; amenazas e insultos por parte de la ultraderecha. Y la policía mirando para otro lado.

“El escándalo de Valencia —la vergonzante impunidad de la ultraderecha— ha trascendido a la prensa estatal como noticia de primera plana. En los pastillos de las Cortes se comenta la barbarie fascista. Algún diputado de UCD tiene la desfachatez de echarle la culpa a la izquierda". Así cerraba la periodista Rosa Solbes su crónica para Valencia Semanal, titulada ‘Fachas en la calle’, sobre la jornada de violencia inusual desatada el 9 de octubre de 1979, día del País Valencià.

Con el miedo en el cuerpo de la izquierda y parte de la prensa justificando la violencia como un acto de autodefensa, finalmente, en 1982, Madrid recorta el estatuto aprobado en Les Corts. Y el País Valencià, a pesar de contar con un anteproyecto de Estatuto de Autonomía desde la II República y leyes forales propias, accede a la autonomía por la vía reducida del artículo 143 de la Constitución española, en lugar de por la vía rápida del artículo 151 por la que accedieron las “nacionalidades históricas” de Catalunya, País Vasco y Galicia, además de Andalucía. 

No obstante, conseguido el objetivo de acabar con el autogobierno, el monstruo no murió. Durante la ‘Batalla de Valencia’, “se manifestaba masivamente gente de las fallas, de barrio y de poca cultura. Y, aparte de eso, había grupúsculos realmente violentos de extrema derecha que aprovechaban para abrir más de una cabeza”, explica hoy Solbes, que en aquella época fue también corresponsal para El Periódico de Catalunya y rememora lo difícil que resultaba explicar a Barcelona, y también a Madrid, lo que estaba ocurriendo en València. “Continuamente me preguntaban ‘¿estás segura de lo que nos estás contando?”. 

El blaverismo había arraigado en parte de la sociedad y no faltó quien intentó capitalizarlo. De entre los que lo hicieron, fue Unió Valenciana el partido que obtuvo el mayor éxito, y solo la diferencia de un concejal hizo que fueran ellos quienes en 1991 facilitaran la alcaldía de València a Rita Barberá, y no a la inversa. También Eduardo Zaplana, 4 años después, se apoyaría en ellos para alcanzar la Generalitat en 1995, pero con el cartaginés al frente, los populares no dudaron en fagocitar a la formación como adversaria política, absorbiendo en su seno, a cambio de cargos, a la práctica totalidad de sus figuras. Desde entonces los populares se erigirían como los únicos que defendían las “verdaderas” señas de identidad valenciana, frente a unas izquierdas que —aseguraban y aseguran en el PP— coqueteaban con el “catalanismo”.

Zaplana zanja la lucha de la lengua

Pero Zaplana no solo engulló al blaverismo en el PP, sino que también, quizás sin pretenderlo, zanjó la leyenda sobre la lengua. Como recuerda Flor, “Zaplana cortó con el secesionismo lingüístico en parte” con la creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, órgano que preveía el Estatut y que reconoce la unidad de la lengua catalana. “Pero fue más por una táctica estatal que ideológica”, apunta el sociólogo, recordando que el movimiento se produjo en la primera legislatura de José María Aznar, y que respondía a la necesidad del PP por pactar con CiU la presidencia del Gobierno. En cuanto a Zaplana –murciano que nunca habló valenciano ni lo intentó-, su interés recaía en posicionarse en Madrid y mantenerse en el poder. 

Desde los años noventa, Zaplana, Francisco Camps y Alberto Fabra regaron de subvenciones a entidades blaveras como Lo Rat Penat o la Real Acadèmia de Cultura Valenciana de la Llengua. No existe una cifra aproximada de cuánto dinero han recibido hasta ahora estas organizaciones de dudosa utilidad pública, pero con el cambio de poder a un gobierno de izquierdas, el previsible recorte de estas ayudas podría ser una de las claves del recrudecimiento de las tensiones.

La desactivación del conflicto

“El blaverismo lo ha desactivado la propia evolución histórica”, analiza Vicent Baydal, historiador y autor de la obra Els valencians, des de quan són valencians?(Afers, 2016). “En el momento en el que nacionalismo valenciano se centra en un discurso político valenciano, empieza a desactivarse el conflicto”, explica Baydal, para quien la aparición de Compromís y sus consecutivos éxitos electorales ha sido clave en los últimos años.

Al blaverismo el PP le sacó “mucho rédito político”, corrobora Baydal, que estima que a Ciudadanos, en cambio, “no le interesa nada mostrarse como defensor de una identidad regional valenciana”, debido a la unidad de España que proclaman los de Albert Rivera. “Esta historia de Ciudadanos, al lado de aquello, es una broma. Lo intentarán, seguro. Y no me extraña en absoluto, pero los tiempos son otros”, valora la veterana periodista Solbes, que, no obstante, desliza un deseo: “Ojalá no tengas que hacer crónicas como las que yo hacía.”

#874

Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)

Que diversidad de pensamientos, cuando yo respecto a Cataluña, y a la gran mayoría de catalanes, Ud. solo tiene "cuatro amigos valencianistas que todavía hay, y le sabe mal por ellos." 

Si pretende el separatismo se tendrá que cambiar la Constitución para ello, desde luego yo cambiaria todo aquello caduco, y que fuera para mejor todos los españoles, pero no depende de Ud.

Ud. no quiere compartir,  porque es un imperialista secesionista,  que nos quieren meter en su esquizofrenia y odio hacía lo que no sea nacinalcatalanismo, pero por ahí no pasamos la mayoría de valencianos que queremos nuestras costumbres.

Referente a TV3 a mi no me interesa. Prefiero la TV2 que emite desde Cataluña, y para mi es la mejor de todas sin duda alguna, porque imparte mucha diversidad de cultura.

Me voy a contener por esta vez en descalificarle en el foro, pero si le contesto es porque Ud. hace mención a mi persona, al indicar "al blavero que nos ocupa."

Buenas tardes Sr. Serrallonga y siga Ud. tan facha como es, bien sea de izquierdas o del partido del 3%.

#875

Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)

Admito que el pepero Zaplana traicionara a Valencia, destituyendo a la RACV existente desde 1915, frente a la pancatalanista Adademia Valenciana de la Lengua, existente desde 1988. Sobran más comentarios

"La Real Academia de Cultura Valenciana (oficialmente Real Acadèmia de Cultura Valenciana), también conocida por sus siglas RACV, una corporación de derecho público 2 de la  Comunidad Valenciana ( España) creada bajo el patrocinio la  Diputación Provincial de Valencia. 2 Su origen se remonta al año 1915, 2 cuando se creó la entidad Centro de Cultura Valenciana 2 para el estudio de la lengua y cultura valencianas. Se llamaría así hasta que en 1978 pasó a denominarse Academia de Cultura Valenciana hasta 1991, año en el que se le concedió el título de Real. 3 Es una fundación pública de la Diputación Provincial de Valencia y desde el 10 de abril de 2015 es oficialmente institución consultiva de la  Generalidad Valenciana en materia de patrimonio cultural. 4 Tiene su sede en la calle Avellanas de la ciudad de  Valencia, 5 en un palacio cedido por el  Ayuntamiento a cambio de que su biblioteca esté abierta al público. 6

Según sus estatutos 7 el objeto de la Real Academia de Cultura Valenciana es la investigación, conocimiento, fomento y promoción de la cultura del antiguo Reino de Valencia (hoy Comunidad Valenciana), así como la defensa de los valores y señas de identidad del pueblo valenciano, para cuya finalidad recibe subvenciones públicas."

La Academia Valenciana de la Lengua (oficialmente y en  valenciano Acadèmia Valenciana de la Llengua), también conocida por sus siglas AVL, es la institución encargada de redactar la normativa lingüística del idioma  valenciano. Fue creada por la Ley de la  Generalidad Valenciana 7/1998, de 16 de septiembre de 1998, de Creación de la Academia Valenciana de la Lengua, 3 aunque no se constituyó hasta el 23 de julio de 2001, en un acto presidido por el entonces  Presidente de la GeneralidadEduardo Zaplana, en el Salón de las Cortes del  Palacio de la Generalidad. 4

Extraido de Wikipedia.

#876

Re: Flag On Fire."Presuntos" delincuentes. NAZIonalismos exclusivos y excluyentes

Me he dado cuenta que menciona mucho la palabra ANO, pero si tiene el mismo significado que yo le doy, por favor hágamelo saber, y le remito por Seur un consolador para que se calme.

"ano

Del lat. anus.

1. m. Orificio en que remata el conducto digestivo y por el cual se expele el excremento."

Por cierto ya está demostrado que existe más corrupción en otras comunidades que las indicadas por Ud. según le demostré, lo que demuestra que el opakua es Ud.

#877

Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)

Entiendo que te sientas más a gusto con la RACV que en definitiva es  un reducto de la extrema derecha...fascistas...blaveros y demás trasnochados...que con la AVL...Que es la encargada de velar por la unidad de la lengua catalana (según el estatuto)... llamado valenciano en el país valencià...Claro que si guappi ;-))

#878

Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)

Tendrás la oportuna respuesta mañana, ahora no que estoy aprendiendo.

Buenas noches Serrallonga, y no mienta tanto porqué te crecerá la nariz.

#879

Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)

Sr. Serrallonga, le dejo este enlace para que lo disfrute, y aprenda a ser agradable como la mayoría de catalanes.

En el siguiente enlace es otra web que desmiente lo que le han inculcado los catetos.

http://www.idiomavalenciano.com/

#880

Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)

Por qué me fui de Cataluña

En febrero de 1981 escribí un texto que acabó convirtiéndose en el Manifiesto de los 2.300. Siete meses después abandoné Cataluña. Fui uno de los miles de profesores que por aquellos años hizo lo mismo. Fue un éxodo invisible que casi nadie ha contado. Ahora lo hace Antonio Robles en un libro excelente: Historia de la resistencia al nacionalismo en Cataluña. La mayoría nos fuimos forzados por el ambiente de intransigencia y rechazo que sufrimos dentro del ámbito escolar y que empezó a extenderse a toda la vida social y cultural. Como enseñantes nos vimos señalados y excluidos por el simple hecho de no hablar catalán. Este era nuestro mayor delito. Estorbábamos para el proyecto nacional-independentista. La purga se hizo siguiendo el modelo pujolista: en silencio, incumpliendo la ley, negando los hechos, acusando y acosando individual y colectivamente a los que nos negamos a aceptar la imposición del monolingüismo.

¿Para qué seguir? Aunque hubiéramos recogido 100.000, nada habría cambiado: los promotores éramos unos golpistas seguidores de Tejero a los que había que echar de Cataluña por las "buenas" o por las balas

Muchos vieron en este exilio masivo una claudicación. El mismo Antonio Robles así lo expresa en su libro. Especial responsabilidad se nos atribuye a los promotores de aquel Manifiesto: al huir dejamos descabezado a un movimiento que tardó más de diez años en volver a resurgir. Provocamos, además, el efecto contrario: servimos de coartada para la radicalización de la política de exclusión del español que adoptó el eufemismo de normalización del catalán.

Acepto el reproche y el efecto rebote que provocamos, pero ahora, pasado el tiempo, podemos analizar los hechos con mayor objetividad. En primer lugar, debo aclarar que los promotores del Manifiesto nunca nos propusimos crear ningún movimiento de resistencia. Así que no pudimos fracasar en algo que no intentamos. Tampoco pudimos imaginar el impacto de nuestra denuncia. Fuimos los primeros sorprendidos. Sin que hubiéramos organizado ninguna campaña de recogida, empezaron a llegarnos montones de firmas. J. C. Marcano nos entregó un día cerca de 2.000 firmas de los obreros de la SEAT, el buque insignia de la lucha obrera antifranquista ahora convertido, de pronto, en anticatalán y lerrouxista. Nos sentimos desbordados y cuando alcanzamos unas 20.000 firmas paralizamos el proceso. ¿Para qué seguir? Aunque hubiéramos recogido 100.000, nada habría cambiado: los promotores éramos unos golpistas seguidores de Tejero a los que había que echar de Cataluña por las "buenas" o por las balas (así lo hizo Terra Lliure con F. J. Losantos).

Los firmantes del Manifiesto no éramos ningún grupo organizado, no teníamos ningún soporte o infraestructura técnica ni legal, no podíamos canalizar aquella respuesta espontánea. El principal objetivo era hacer una llamada de alerta, denunciar públicamente el proyecto nacionalista y sus métodos intimidadores y totalitarios, desenmascarar al pujolismo, que por un lado alentaba a Terra Lliure, y por otro, vendía en Madrid (¡y a qué precio!) su apoyo "a la gobernabilidad del Estado". El principal objetivo era advertir del peligro y abrir los ojos a los demócratas, al PSOE a UCD, para que frenaran lo que veíamos venir. La advertencia quedó hecha, por primera vez salió el problema fuera de Cataluña y en toda España (recordemos el debate en el programa de televisión La clave, en el que Amando de Miguel y yo defendimos el Manifiesto) llegó el eco de la polémica. Desgraciadamente, quienes debían haber reaccionado prefirieron mirar para otro lado.

El principal objetivo era hacer una llamada de alerta, denunciar públicamente el proyecto nacionalista y sus métodos intimidadores y totalitarios, desenmascarar al pujolismo, que por un lado alentaba a Terra Lliure, y por otro, vendía en Madrid (¡y a qué precio!) su apoyo "a la gobernabilidad del Estado"

La decisión de abandonar Cataluña no entraba en nuestros planes. Al contrario, nuestro primer propósito fue organizarnos para dar continuidad al proceso que espontáneamente había surgido. La vía de constituir un partido político era inviable; la experiencia de F.J. Losantos con el Partido Socialista Aragonés y el Partido Socialista Andaluz fue un fiasco total. Yo nunca participé ni vi bien aquella aventura, no sólo por desconfianza hacia sus promotores, sino por lo endeble de su definición política e ideológica. El camino más adecuado era constituir una asociacion cultural. Lo intentamos, pero necesitábamos un mínimo de apoyo. Lo solicitamos a Martín Villa, que entonces era el Ministro de Administración Territorial. Sólo le pedíamos una subvención mínima para poder constituirnos. Hice dos viajes a Madrid para hablar personalmente con él en nombre de los promotores del proyecto, entre los que estaba el más radical, Carlos Sahagún, un leninista de la vieja escuela que rechazaba de modo instintivo el nacionalismo pujolista. Ese año había recibido el Premio Nacional de Poesía.

Me atendió las dos veces el Ministro con amabilidad, pero no logré nada de nada. Sentí que me estaba tomando el pelo, porque nunca tuvo intención de apoyarnos. Tenía miedo, así de claro. Miedo a que le acusaran de franquista (que lo era, aunque reciclado) y a que se enteraran en Cataluña de que el Gobierno apoyaba "una maniobra anticatalana". Había que hacerlo todo "clandestinamente". El apoyo económico sólo podía venir, según él, de los "fondos reservados" de la Presidencia. Tenía que proponérselo al Presidente (entonces Calvo Sotelo). Había que esperar a ver cuándo y cómo se lo podía proponer "al Presidente".

Curiosamente, en un momento, cuando estaba hablando conmigo, le llamó por teléfono Calvo Sotelo. Escuché la conversación (no me pidió que le dejara solo), y pensé que aprovecharía la ocasión para comentarle algo de lo que me había llevado a su despacho (situado en uno de esos palacetes de la Castellana). Se despidió de él con un "a sus órdenes, Presidente", pero sin mencionarle el asunto. Había que seguir esperando. Lo intenté otra vez, unos meses después, con idéntico resultado.

Paralelamente, en mi caso, me integré en FETE-UGT, animado por Jesús Vicente y Chema Vizcay, que pertenecían a su ejecutiva y habían firmado el Manifiesto. La otra vía era buscar apoyo en los socialistas descontentos con la deriva nacionalista y tratar de influir en la direcciòn nacional de PSOE para que frenara al sector nacionalista. Asistí a un Congreso Nacional de FETE en Madrid por aquellas fechas. Allí aprovechamos para denunciar la situación y tratar de encontrar apoyos oficiales. Escribí dos largos artículos en El Socialista explicando bien nuestra denuncia. Todo cayó en el silencio. La izquierda estaba abducida por el catalanismo y no nos creía; la derecha, entre el oportunismo y el sentimiento de culpa, no se atrevía a hacer ni a decir nada.

Dentro de Cataluña el panorama era igualmente desolador. Las Casas Regionales, única organización en la que podíamos apoyarnos, pronto cayó en manos de Pujol, que las domesticó con algunas subvenciones y ¡vaya usted a saber con qué otras maniobras personales! A mí me expulsaron del PSC, no sin intentar antes que me sometiera a una especie de "consejo disciplinar". Jordi Font, amigo que lo había sido en la Facultad, que bien me conocía por ser yo uno de los activistas destacados del movimiento estudiantil, firmó la carta de expulsión. ¡Estaba yo para comités de disciplina, teniendo como tenía pendiente un consejo de guerra por supuestas ofensas al Ejército!

Nos fuimos de Cataluña por frustración e impotencia. Algunos también lo hicieron por miedo. Que te insulten, te den una paliza, te amenacen de muerte o te peguen un tiro en la pierna, mientras esos terroristas reciben aplausos y a ti te culpen por ser un provocador y un facha, parece también motivo suficiente

Acabo con dos notas que dan buena cuenta del vergonzoso momento que nos tocó vivir. Marta Mata, defensora de la lengua materna (el catalán) en la escuela, acudió al congreso de FETE y dio una charla en la que defendió "el derecho de los pobres niños canarios" a que no se les impusiera el español normativo, sino que se respetara sus modalidades dialectales en el seno de la escuela: había que respetar su "lengua materna". Intervine al final de su charla para decirle que me parecía muy bien su preocupación por los niños canarios, pero que no entendía cómo, por el mismo motivo, no defendía el derecho de los niños castellanohablantes de Cataluña a recibir la enseñanza en su propia lengua materna, el español. Farfulló no sé qué diferencias, en medio de una gran tensión en el ambiente, y allí se acabó el debate. Estaba entre los asistentes Carmen Romero, esposa de Felipe González, quien, ya en los pasillos, me dijo un tanto contrariada: "¡Vaya mala leche que tienes!" ¡El problema era mi mala leche!, no el atrevimiento insultante de Marta Mata (que, por cierto, las mataba callando, y acabó siendo la principal defensora de la inmersión en Madrid a través del Consejo Escolar del Estado, del que fue presidenta).

El otro hecho tiene que ver con Pedro J. Ramírez, director entonces del Diario 16, que había publicado el Manifiesto. No pasaron cuatro meses cuando el imprevisible Pedro Jota se descolgó con una entrevista a Jordi Pujol a toda página que copó la portada del periódico. Le dio al Gran Embaucador la oportunidad de contradecir todo lo que denunciábamos en el Manifiesto, ¡pero sin derecho a réplica!, porque automáticamente, después de este generoso despliegue, desapareció el problema catalán del Diario 16. Extrañado de que no me publicaran un artículo sobre el tema en Disidencias(donde se había presentado el Manifiesto), le pregunté a Ignacio Amestoy, el director del suplemento, por el cambio brusco de rumbo. Me contó que Pedro Jota tenía información especial que no podía comentar, y que sabía bien lo que hacía. Secretos de Estado, sin duda. ¿A qué cambalache llegó Pujol con Pedro Jota? Ya no me extrañó que, cuando poco después, dimos en Madrid J. Luis Reinoso y yo una rueda de prensa para informar de las 20.000 firmas recogidas y lo que estaba ocurriendo en Cataluña, el Diario 16nos dedicó una última página descafeinada, llena de prevenciones y reticencias.

La conclusión fue para mí y para los otros primeros firmantes bien clara: No había nada que hacer, ni dentro ni fuera de Cataluña. Poco después vino el asunto de Banca Catalana, en que Felipe González claudicó y apuntaló vergonzosamente el "modelo catalán", esa mezcla de corrupción, chantaje, amenazas e impunidad en que Pujol siempre se movió como rana en el charco.

Así que, sí, me fui (nos fuimos) de Cataluña, pero no por cobardía ni irresponsabilidad, sino por frustración e impotencia. Algunos también lo hicieron por miedo. Que te insulten, te den una paliza, te amenacen de muerte o te peguen un tiro en la pierna, mientras esos terroristas reciben aplausos y a ti te culpen por ser un provocador y un facha, parece también motivo suficiente. Que al menos, como ha hecho admirablemente Antonio Robles en su libro, la historia de esta primera resistencia, y de las que siguieron después, no se olvide y anime a los resistentes de hoy a ocupar un espacio de libertad y verdad que el independentismo quisiera borrar con su sueño totalitario.

http://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/por-que-me-fui-de-cataluna_5149_102.html

 

#881

Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)

Albert Boadella en busca de autor

Homenaje en 'cuatro actos y una réplica' a la obra del dramaturgo catalán en el madrileño teatro Muñoz Seca.

Lino González Veiguela  @@linoveiguela

Teatro

Albert Boadella en los Teatros del Canal, institución que dirige

Albert Boadella en los Teatros del Canal, institución que dirige Dani Pozo

Es posible que en un futuro alguien escriba una obra teatral sobre la vida y la obra del dramaturgo Albert Boadella, igual que él ha escrito sobre otros artistas como Josep Pla y Salvador Dalí, o sobre políticos como Jordi Pujol y Pasqual Maragall. Todos ellos personajes clave para entender la historia de reciente de Cataluña, y también de España.

El dramaturgo que se enfrente a la figura de Albert Boadella tendrá que investigar en las cuatro facetas que, en la tarde de ayer, se repasaron en el homenaje al dramaturgo catalán que se celebró en la tarde del lunes en el madrileño Teatro Muñoz Seca. Un homenaje en ‘en cuatro actos y una réplica’ -organizado por el movimiento cívico Libres e iguales opuesto a la deriva secesionista catalana y al que pertenece el propio Boadella- en el que se repasaron la vida, la obra, las guerras y el amor del dramaturgo. Durante el homenaje se proyectó un breve documental sobre Boadella en el que aparecieron hablando de Boadella personajes de trayectorias diversas, como Mario Vargas Llosa, Salvador Sostres, Jose María Fidalgo, José Maria Aznar, Fernado Savater o Felix de Azúa.

La réplica la dio Boadella, subiendo al escenario para desdoblarse en dos: Albert, el niño que nunca dejó de jugar al teatro y que agradeció el homenaje (diciendo que agradecerá todos los homenajes que tengan a bien hacerle); y Boadella, el personaje más arisco que desconfía de los homenajes y, en general, de los buenos modos que Albert (no confundir con Boadella) ha tratado siempre de mantener con sus contemporáneos, incluidos los ‘pogres’, a los que Boadella (no confundir con Albert) desprecia íntima y públicamente, según confesión propia. Como metáfora de esa relación con sus seguidores, Boadella recordó la secuencia que suele usar para ejemplificar su ‘traición’ a sus tradicionales seguidores de la progresía: en la película Tiempos modernos, Chaplin recoge una banderita roja que se cae de un camión que pasa por la calle. Comienza a correr tras el camión, dispuesto a entregársela al camionero y pronto la multitud comienza a seguirlo, creyendo que es el líder de una protesta roja. Chaplin, como otras tantas veces, termina mal: golpeado y detenido por la policía.

Memorias de un bufón político

El bufón, cuando es un verdadero artista, recordó el periodista Arcadi Espada en su intervención, ha de tener como principio la creación libre, aunque ello implique desobedecer al poder. Al poder que, por lo general, además, le paga. Fue lo que hizo Boadella cuando escribió Ubú President, una variación de la obra de Alfred Jarry que anticipó, en muchos sentido, los últimos meses de imputaciones judiciales de la familia del, entonces honorable, Jordi Pujol. O el poder de los militares franquistas que le costó un proceso militar del que consiguió escapar, literalmente, por una ventana del hospital en el que estaba internado. O el poder de la Iglesia, que en 1983 materializó en su obra ‘Teledeum’, obteniendo las condenas de la mayor parte de la jerarquía eclesiástica. Los teatros en los que se representó la obra sufrieron atentados de diversa entidad, y uno de los actores principales fue acuchillado 17 veces en las piernas cuando salía de una estación de metro madrileña.

Espada no se olvidó de la trayectoria política de Boadella fuera de los escenarios. Destacó que el nombre y la fama del dramaturgo ayudaron a que el movimiento de la sociedad civil Ciutadans, convertido en partido político, consiguiese entrar en el Parlamento catalán, a pesar, dijo, de todas las dificultades que encontraron para hacer oír sus propuestas.

El creador y el hombre de familia

El actor Ramon Fontserè, uno de los miembros más conocidos de Els Joglars, la compañía teatral que dirigió Boadella durante más de cuarenta años, recordó las largas sesiones de trabajo ensayando las obras en la ya mítica cúpula de Pruit, en la montaña barcelonesa, rodeados por el paraje boscoso de Collsacabra, que a Josep Pla le recordaba a un jardín inglés. Boadella, dijo, siempre buscaba el ambiente lúdico sin renunciar por ello a la metódica labor de repetición escénica hasta conseguir que sobre el escenario pareciera que todo estaba siendo improvisado.

Albert Boadella

Albert Boadella Dani Pozo

La esposa del dramaturgo, la pintora Dolors Caminal, tomó la palabra para hablar del Albert Boadella menos conocido, el que ha compartido con ella décadas de vida lejos de la luz distorsionante de los focos. Su relación de pareja, dijo, siempre estuvo entre dos mundos aparentemente opuestos. El bullicioso ambiente de la creación teatral y el más silencioso ambiente de familia en el que criaron a sus hijos. Ambos tan imbricados que, en muchos momentos, formaban parte de un todo, condicionándose recíprocamente, como cuando les tocó exiliarse en Francia en pleno franquismo.

El exilio

En su réplica, tras el resto de intervenciones, Albert Boadella se desdobló, como decimos en dos: el agradecido Albert y el más huraño Boadella. Ambos en disputa, dijo, replicándose, contradiciéndose. Y complementándose. Como tantas otras veces en estos últimos años, habló de su exilio en Madrid, a donde tuvo que venir obligado, ante la imposibilidad de trabajar en Cataluña.

El futuro dramaturgo que escriba la obra sobre Albert Boadella tendrá que hablar del exilio. Nombrado en 2008 director de los Teatros del Canal por la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, presente en el homenaje, Boadella afirmó que durante años se alimentó de las críticas que le hacían sectores de la sociedad catalana. Se alimentaba de ellos para hacerse más fuerte, dijo. Nada le divertía más que ser criticado salvo, tal vez, criticar a su tribu. Criticaba y era criticado. Pero la situación se volvió insostenible y se vio obligado a exiliarse.

El exilio te expulsa de tu tribu de origen y te obliga a aceptar la hospitalidad de la tribu que tenga a bien acogerte. Por hospitalidad o por interés: el exiliado no suele tener mucho margen de elección para preocuparse por las motivaciones de sus huéspedes. Hace unos meses, en plena campaña electoral por las autonómicas y las municipales, subido al teleférico que conecta el Paseo de Pintor Rosales con la Casa de Campo madrileña, un Boadella en compañía de Esperanza Aguirre afirmaba que hacía campaña por Aguirre porque era la que mejor representaba la libertad. La única capaz de frenar a Podemos. Rodeados de medios, Boadella se sentaba por primera vez junto al poder. ¿Estaba ensayando un gag de su próxima obra? ¿O contribuyendo con material biográfico al esfuerzo creativo de ese autor que se atreva, en un futuro, a llevar a escena su vida y su obra, sus guerras y su amor?

http://www.elespanol.com/cultura/escena/20151215/86991308_0.html

#882

Re: Catalunya-España 2.017 (cosas que pasan)