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España no es Grecia, pero ¿cada vez se parece más a Irlanda?

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España no es Grecia, pero ¿cada vez se parece más a Irlanda?

Una persona puede caer en el precipicio por méritos propios o porque se despeñe arrastrada en un intento de salvar a otra. Lo mismo sucede con los países, como ha demostrado la agónica crisis europea. Grecia sería un ejemplo de lo primero, mientras que Irlanda practicó más bien lo segundo y su apoyo a la banca actuó de losa.

Eso sucedió a mediados de otoño del año 2010. El boom inmobiliario irlandés se convirtió en una burbuja que explotó llevándose a los bancos por delante. El Gobierno de la isla se apresuró a garantizar no solo los depósitos de las entidades financieras, sino también sus deudas, y sucumbió en el intento.

Las similitudes entre los fundamentos de la crisis irlandesa y la española han estado ahí siempre. Pero ahora que el aguante del sistema financiero nacional y los planes del Ejecutivo para salvarlo están en boca de todos los analistas e instituciones internacionales -el Fondo Monetario Internacional (FMI) ponía el dedo en la llaga en su último informe-, la realidad de lo sucedido en Irlanda pasa a primer plano. Y más cuando la prima de riesgo nacional está más cerca que nunca de la irlandesa. La brecha entre ambas se ha reducido en las últimas semanas, hasta marcar un mínimo de menos de 70 puntos de distancia entre la rentabilidad de su bono y de la deuda nacional a 10 años. ¿Quiere decir eso que se espera una repetición de la historia?

"El dinero que tendría que inyectar España en la banca no sería suficiente para tumbar el Estado. Se habla de 55.000 millones extra, eso es el 5% del PIB. Irlanda se gastó el 40%", explica Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie.

Es cierto que las primas de riesgo de Irlanda y España se están acercando después de procesos muy distintos. El que un día fue llamado Tigre Celta fue rescatado con un riesgo país en el entorno de los 500 puntos y llegó a superar los 1.250 puntos de diferencial con el bono alemán a 10 años en verano del año pasado. A partir de ahí, la sensación sobre la economía irlandesa ha mejorado en mucha mayor medida que los también intervenidos Portugal y Grecia y la prima ha llegado a caer por debajo de los 500 puntos. España, mientras tanto, ha vuelto a la zona de alerta roja y ronda los 420 puntos al dispararse el miedo a un futuro al que no ayudan ni las previsiones de crecimiento ni el déficit de las Comunidades Autónomas, pero en el que cada vez pesan más las dudas sobre la banca.

"Irlanda ha dejado de estar en manos de los especuladores y ahora es España la que sufre el ataque", resume Miguel Paz, director de gestión de Unicorp Patrimonio (Grupo Unicaja), que achaca el estrechamiento de la prima de riesgo más a los vaivenes del mercado que a los fundamentales. "Los valores de mediana capitalización están aguantando mucho mejor que los grandes", añade, "y si no hay confianza en España deberían estar cayendo más, porque no están internacionalizados y la mayoría de su negocio viene de territorio nacional".

Esa misma internacionalización de las grandes empresas mejora la perspectiva de un hipotético rescate bancario. "La situación de los bancos españoles e irlandeses no es la misma", explica Tomás García-Purriños, analista de economía y estrategia de Cortal Consors. "La posición es más fuerte que la irlandeses; los más grandes están internacionalizados y hacen buena parte de su beneficio fuera", añade. Así lo destaca el informe publicado esta semana por el FMI. Los grandes bancos nacionales son sólidos, pero hay diez (y algunos, como Bankia, de un tamaño considerable) que suspenden la prueba y necesitarían ayudas públicas, dice el organismo.

"No es posible rescatar a España, no hay intención, no se necesita, y es bueno que lo transmitamos a la opinión pública y no creemos alarmas injustificadas", aseguraba el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, hace unos días, ante las insistentes especulaciones. Los expertos consultados están de acuerdo: "No vemos un rescate de España porque se están tomando medidas", señalan desde Cortal Consors. "Además, el tamaño del país no lo permite", añaden.

De todas formas, lo que está sobre la mesa no es tanto el rescate del país como de su banca, que es el debate que se ha instalado en las instituciones comunitarias en las últimas semanas. Hay miedo a que exista más ladrillo del reconocido en el armario de los balances de las entidades financieras y más cuando todavía quedan por verse ajustes adicionales en el precio de la vivienda y el paro sigue subiendo.

Para eso estarían mecanismos como el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, pero quizá no como está planteado en estos momentos. "Tal y como está diseñado", apunta Joaquín Maudos, "sería el Gobierno el que pediría la ayuda, la recibiría y luego la inyectaría en la banca". Es decir, una situación casi idéntica al rescate; totalmente estigmatizada. La solución pasaría por reformar el fondo para que recapitalice directamente a los bancos, como está pidiendo el Fondo Monetario Internacional (FMI). Eso, y cruzar los dedos para que otro país (la banca de otra nación) acuda antes a este paraguas y difumine el efecto pernicioso que tendría ser el primero. El Banco Central Europeo ya está trabajando en los cambios para permitir que la banca acuda directamente al fondo, según las últimas informaciones, pero (otra vez) la medida cuenta con la oposición de Alemania.

Sea cual sea el final de la historia española, está claro que al menos hay un capítulo que se repite con la irlandesa: la banca tiene la respuesta.