Si de verdad existiese libertad de expresión en este bendito Estado de Derecho, podría expresar (valga la redundancia) mi opinión libremente, sin tener que escribir la puñetera palabra "presunt@" cada vez que hablo del Stafander.
Pero la ley que protege una vez más al grande, al poderoso, desoyendo el clamor del pequeño, a mí me exige silencio o por lo menos disimulo de mi queja, de mi lamento, de mi dolor.
Sin embargo al gigante santanderino le deja pisotearme, le deja publicitar a grito pelado falsedades o medias verdades -que son mucho peor que una mentira-, le deja engañar al ancianito débil, le permite y le encubre fechorías contra el analfabeto, amparándose en un cuestionario MIFID que las más de las veces el cliente NI RELLENA personalmente, lo rellenan por él y se lo hacen firmar.
Hablo por propia experiencia: Conmigo lo han intentado ayer y antes de ayer. He guardado los mails, por si acaso alguien vuelve a tener la osadía de llamarme mentirosa.
Mi alma grita: ¡Basta ya de injusticias! ¡Basta ya de abusos! ¡Basta ya de estafas! ¡Basta ya de escupir sobre la tumba de los ahorros de las personas de bien!
Insisto todo muuuuuuy presunto, no vaya a ser que me inviten al trullo, aunque sé que lo que digo es verdad. ¡Viva la libertad de expresión del Estado de Derecho en el que exista!
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.