Así entiendo un ministerio de vivienda que trata de mantener los precios (impresionante despropósito, cuando lo suyo debe ser proveer de vivienda a un precio justo).
ANÁLISIS | La opaca financiación de la política española
Donaciones, «ladrillos» y pagos en especie
28/11/2005
El dinero corriente que ingresan no da para pagar lo que gastan. Por ello, muchos partidos acuden a fuentes de financiación que bordean o incluso traspasan la ley
(Firma: T. García | Lugar: redacción)
El dinero que los partidos políticos españoles ingresan por las cuotas de sus afiliados, las subvenciones y, en su caso, la parte que los cargos públicos aportan de los sueldos percibidos en su actividad política no es suficiente para afrontar el ingente gasto corriente de las formaciones.
La principal fuente de recaudación de los partidos son las ayudas públicas, otorgadas en base al número de votos obtenidos en los distintos comicios y a la representación conseguida por cada formación. En principio, son los números mejor tutelados por el Tribunal de Cuentas, si bien en sus informes cíclicos este organismo siempre ha denunciado su incapacidad para controlar las subvenciones que los partidos reciben de los municipios. Las formaciones no suelen incluir estas ayudas en su contabilidad, pese a que en el 2002 representaron un 24,8% del total de ayudas públicas, según una estimación del propio tribunal a partir de datos requeridos a los ayuntamientos con más de 20.000 habitantes.
En la ley de 1987 tampoco queda clara la naturaleza de las ayudas procedentes de los parlamentos autonómicos, a menudo derivadas por los propios gobiernos regionales, en una práctica que, según el Tribunal, supone un incorrecto trasvase entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, que cuentan con independencia presupuestaria.
Todas estas fuentes de ingresos, pese a suponer un elevado porcentaje en las partidas que declaran las formaciones, están congeladas desde hace una década y apenas llegan para hacer frente al día a día de un partido -salarios, alquiler o amortización de locales, etcétera- y resultan a todas luces insuficientes cuando llega una campaña electoral, sin duda el mayor desembolso al que debe hacer frente una formación política.
Las aportaciones de los afiliados apenas tienen trascendencia en la contabilidad de los partidos. Sobre todo en el caso de los fuertes, donde el hecho de contar con una militancia más numerosa permite cobrar cuotas casi simbólicas.
Por todo ello, muchos partidos viven fundamentalmente de las donaciones, declaradas o no, y en la mayor parte de los casos de carácter anónimo. Éstas suelen proceder de grupos económicos que son afines ideológicamente o bien de capitales que invierten en uno o más partidos en función de sus expectativas de futuro.
Para asuntos puntuales, casi siempre con objeto de poner en marcha una campaña electoral, las formaciones acuden a los bancos y las cajas de ahorros, donde es habitual que las deudas se acumulen y los pagos se difieran en el tiempo tanto como haga falta. En la práctica, muchos de estos créditos se acaban convirtiendo en donaciones individuales de entidades privadas.
El resto de vías de financiación hay que buscarlas fuera de la ley. Ante un endeudamiento excesivo, un partido puede montar una operación especial, bien a escala organizada -como el caso Filesa- o bien por medio de alguna persona cercana al partido. Este tipo de partidas suelen jugarse en torno al negocio inmobiliario y en escenarios locales, de modo que si el caso sale a la luz pública el escándalo no afecte directamente al aparato de la organización.
La financiación, en estos casos, no siempre es monetaria, sino que es habitual el pago «en especie». Así, una empresa cercana al partido puede prestar una serie de servicios sabiendo que quizás jamás los cobrará, pero con la seguridad de que alguna administración gobernada por la formación será generosa en futuros contratos.
http://www.lavozdegalicia.es/inicio/noticia.jsp?CAT=103&TEXTO=42