Desde que hace casi 30 años me llamó el director de una oficina del Citibank y me dijo: “Mira, tenemos algo que te va a interesar”, y me habló del crédito revolving, no he dejado de ponderar este producto.
Me las doy de tener buen olfato para los productos financeros. El primer trabajo serio que tuve en España después de haber estado estudiando fuera, fue en una empresa de servicios financieros o “actividades parabancarias”, como se llamaban entonces.
Luego llegué al mundo inmobiliario. El Citibank fue el primer Banco que empezó en Madrid a dar préstamos hipotecarios masivos tal como los conocemos hoy, a raiz de la nueva Ley.
Yo hacía hipotecas con el Citibank, pero aún tenía muchas letras de pisos vendidos anteriormente y le decía al directar: “descuéntame alguna remesa”, pero el Citibank nunca ha sido Banco de descuentos, así que aquel día me dijo: “un crédito revolving es mejor que una linea de descuento”.
Y es cierto, aprendí la lección.
Desde entonces yo he recomendado siempre un crédito revolving a quien le convenía, no a todos les conviene.
Y yo mismo, cuando compré un chalet le hice un crédito con garantía hipotecaria en lugar de una hipoteca clásica, o sea, un crédito revolving.
No hay ni que explicar que, en plan de negocios, es mejor un crédito revolving que una hipoteca. Los interese eran un poco más altos pero la flexibilidad es muy superior.
Pero muy pocos Bancos tenían este producto. Solo los Bancos modernos y ágiles.
Y cuando llegaron las tarjetas de crédito masivas todas incorporaron el crédito revolving. El revolving se adapta mejor a las tarjetas, parece que está hecho para ellas.
Su Majestad el revolving vino para quedarse.