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Una muerte, una reflexión

Charles de Vaulx, a renowned value investor and co-founder of International Value Advisors, "died suddenly Monday afternoon, leaving the asset management industry in shock. It was an apparent suicide, according to the New York Police Department, who confirmed to the press that de Vaulx jumped from the 10th floor of a Manhattan skyscraper to his death. The apparent suicide comes just days after he finished winding down his investment firm.

Tyler Durden

Value Investing Icon Jumps Off Manhattan Skyscraper To His Death Days After Liquidating Fund
 

Un amigo- y argonauta- me hizo llegar esta noticia, triste, y con un comentario: “Hay cosas que invitan a una reflexión profunda” … y tenía y tiene toda la razón. No sé si mi reflexión será la que él esperaría, pero si no es así, se que me perdonará. 


Charles de Vaulx
 

El inversor en cuestión se llamaba Charles de Vaulx y fue el  fundador de International Value Advisors, una gestora que llegó a alcanzar los $20.000 millones en su máximo y ha terminado cerrándose con algo menos de $1.000 millones. De Vaulx era un inversor value, centrado básicamente en el “estilo” que se denomina como deep value y que, para quien no esté muy al tanto de la terminología podemos resumirlo como el estilo asociado de forma recurrente- aunque, en cierto modo, erróneo-con Benjamin Graham y sus empresas net-nets, es decir, aquellas empresas que cotizaban a dos tercios de su valor circulante contable neto de todas las deudas y en las que, si recuperaban simplemente ese valor circulante net, al comprarlas al 66% del mismo o menor podía estimar ganar un 50% o más. En general esas empresas suelen ser empresas mediocres- su negocio y rentabilidad no son de lo más glamuroso- y, en muchas ocasiones, están pasando por dificultades, tanto financieras como del propio negocio.
 

Charles de Vaulx ha visto cómo, tras muchos años trabajando para sus inversores y haciéndoles ganar dinero, en los últimos años, en realidad en la última decena de años, su “estilo” se ha quedado bastante más atrás que los índices donde pesan mucho más y han tenido mucha más importancia en la rentabilidad obtenida las grandes empresas y, en especial, las tecnológicas… las empresas más glamurosas. Ello ha llevado a que muchos de sus inversores perdieran la fe en él y en el método de inversión y, seguramente, envidiando la rentabilidad que sus cuñados (siempre hay el típico cuñado que nos da lecciones en las fiestas familiares) les sacaba los colores con su método de seguir lo que estaba subiendo. Dicha estampida de sus clientes junto con la gran cantidad de años en los que se ha visto sobrepasado por uno de los mercados más alcistas y longevos de la historia, ha llevado a Charles de Vaulx a lo que parece una depresión y una salida trágica de suicidio. Q.E.P.D.
 

Pero el suicidio NUNCA es una solución, ni siquiera demuestra valentía, sino más bien la absoluta sima en la que la persona se encuentra y se siente incapaz de salir de ella, de mirar a su familia, a sus amigos, a sus clientes, a … cualquiera y, negándose a buscar otra ayuda, otra salida, en vez de confiar y esperar, en vez de llevar su mirada fuera del torbellino personal en el que se encuentra metido- una especie de “noche oscura del alma”, pero en otro sentido y, desde luego, con otro final- decide no admitir, no asumir ese sufrimiento y no ofrecerlo. Y, desgraciadamente, si hubiera podido mirar más allá del descrédito, de la sensación de desamparo, de la sensación de que el don que ha recibido y que es su vida ya no sirve para nada, ya no puede hacer ningún bien habría visto que no estaría solo y no contaría sólo con sus fuerzas; pero se necesita fe, esperanza en un mañana y no es capaz de verlo. Solo ve la oscuridad, no la soporta y decide cometer suicidio. 
 

En el artículo de ZeroHedge, se hace hincapié en que su estilo de inversión se había quedado por detrás- y con mucho- del mercado americano; una decisión tomada por de Vaulx de forma consciente pensando en proteger el capital de sus inversores y no arriesgarlo en un mercado alterado- pues lo está- por parte de la Reserva Federal, en un mercado donde la inmensa mayoría del dinero está entrando en las pocas acciones que forman parte de las FAANG y alguna más, con una posición en liquidez del 40% para poderlo usar cuando las empresas en las que estaba especializado volvieran a aparecer en volúmenes suficientes para invertir. 
 

Los que me conocéis sabéis que, por mi parte, nunca he tenido problemas- y lo he defendido en mi segundo libro “El Inversor Español Inteligente- Ed. EOLAS, 2016”- en defender que dicho estilo es válido y sigue funcionando, en defender que tanto ese estilo como el conocido como growth son compatibles, en defender que la primera responsabilidad de un inversor es proteger en lo posible el dinero de sus inversores, en defender que una amplia posición de liquidez suele dar más alegrías que problemas (personalmente creo que he mantenido, de media, en estos diez años entre el 25-30% de liquidez) y, sobre todo, en respetar a todo el que invierte y se juega su prestigio y dinero y tiene una responsabilidad de transparencia y honestidad para con sus inversores. No me gusta criticar, cada uno tiene bastante con lo suyo como para ir yo a criticarles o a dictaminar quién es o quien no value o a dictaminar qué y qué no es el value investing
 

Sin embargo, mi reflexión no va tanto respecto al tema del estilo value (sea deep o se quede en la plataforma continental, si me permitís la broma), pues no tiene mucho sentido, sino a la situación que ha llevado a quien parecía ser un buen hombre a una decisión brutal, desesperada y tremenda… sólo deseo que antes de morir tuviera un breve instante de arrepentimiento de su acto; esa decisión, tomada sin violencia física por nadie, fue terrible… y hemos de ser capaces de entender qué significa y a qué abismos puede llegar el Hombre como para sentir que es mejor morir que intentar vivir y hacer bien a quienes le rodean.
 

Para mí el tema del estilo de inversión o si tiene sentido frente a otros modelos no me preocupa lo más mínimo. Resumo mi postura al respecto: Creo que, como indicaba en el libro mencionado, los inversores no parten de una rentabilidad cero… tienen la del mercado a su disposición; sólo tienen que no fastidiarla demasiado y dejarse llevar. No lo batirán, pero el mercado- a muy largo plazo- no les dará una mala rentabilidad y serán capaces de batir al 80-90% de los profesionales que tienen una serie de costes que el mercado no tiene.
 

Creo que hay posibilidades de conseguir fabulosas rentabilidades con otros métodos, incluyendo el análisis técnico o chartista, aunque por lo que yo sé, no es muy probable que la inmensa mayoría de sus practicantes logren batir al mercado- teniendo en cuenta errores y costes- aunque si que existen algunos inversores que logran rentabilidades potentísimas a lo largo del tiempo. El problema para mí, en este sentido, es que más que del método en sí de tratar de “leer” el movimiento del mercado y aprovecharse rápidamente de ello (no hablo del sistema de flash trading que no me parece muy ético), es que se basa más en ser buen jugador en bolsa y no tanto un inversor en empresas. Asumo que hay inversores value cuya rotación de cartera parece que es demasiada para proclamar que son inversores de largo plazo y podría parecer que algunos juegan en bolsa; pero no me cambia mi parecer. En el análisis técnico, el foco se pone en la creencia de que el precio de mercado refleja toda la información relevante… y creo que sólo refleja la información relevante de lo que piensan todos los demás inversores sobre dicha empresa (entendida, en este caso, como tick en la bolsa, no como empresa real, cuyo negocio no les importa). Y en este sentido, insisto, hay inversores de trading que son, excepcionalmente buenos y son capaces de leer esos precios y aprovechar las tendencias de mercado mientras duran. Es difícil, muy difícil… pero siempre habrá alguien que lo haga y lo haga excepcionalmente bien. Quien sea feliz con ello, adelante. Yo no lo voy a criticar. Como he dicho en otras ocasiones, si alguien logra un 500% anual, lanzando una moneda al aire, que no lo deje.
 

Sin embargo, soy un convencido de que el enfoque del value investing funciona y así lo indicaba Roger Hagstrom en el sentido de que, la gran mayoría de los inversores profesionales que había visto a lo largo de sus muchos años de periodismo financiero, los value solían mostrar una mayor consistencia a la hora de batir al mercado; naturalmente hay que explicar algo en este sentido. Lo expliqué en el libro pero no está de más repetirlo aquí. No escribo value investing en inglés porque sea un snob anglófilo. Me gusta el español mucho más y no tendría ningún problema en llamarlo “valor”. El problema es que el “valor” dentro de la industria se asocia a invertir en empresas de alta rentabilidad por dividendo, con bajos PER, con bajos ratio de precio sobre valor en libros, etc. Y no es eso lo que hago ni es eso lo que he aprendido que hagan Buffett, Graham, Klarman, Pabrai, Spier, Leithner, Munger, y tantos otros que puedan veniros a la cabeza. Por eso lo digo en inglés y no en español.
 

Cierto que, incluso en inglés, existen esos dos perfiles o preferencias, entre el deep value y el enfoque que suelo llamar compounder, pero ambos estilos son distintos del concepto “valor” de la industria, así que cuando veáis comparaciones de que el estilo valor tal o cual, tened en cuenta que se refieren a otra cosa diferente de lo que entiendo yo- o Buffett. Y si, es cierto que durante más de diez años, el estilo tipo net-nets o similar ha quedado descolgado en rentabilidad respecto al índice americano, principalmente. No lo veo como algo realmente escandaloso, pues los tiempos cambian y se pueden pasar por etapas- más o menos largas- en las que el mercado o bien se dispara, como ha sucedido con el mercado americano desde los mínimos de 2009, o bien no va a ningún sitio como sucedió entre 1964-1981 donde el Dow Jones pasó de 874.12 a 875.00 puntos (creo que no incluye los dividendos, pero pensemos en una rentabilidad promedio en esos años del 3% aproximadamente, y tendríamos un nivel final, con dividendos brutos, de 1.444,79 puntos). Diecisiete años sin que el mercado hiciera nada relevante. Eso son también muchos años, de momento cinco más de los que llevamos en esta subida.
 

Es cierto que, ahora, las empresas glamurosas están teniendo un comportamiento ejemplar, pero me gustaría recordar a quienes creen- como ha pasado en otras ocasiones- que esta vez sí, esta vez las cosas sí que son diferentes, que no es así. Si hay algo seguro en los mercados es que siempre nos sorprenden, para bien o para mal y tienen la mala costumbre de dejar en paños menores a quienes creen que, esta vez sí, han encontrado la clave para descubrir que deparará el futuro. Llegará el futuro y será… distinto. Quizás para mejor y sus estimaciones se queden en prudentes, quizás para peor y se demuestre que simplemente expandieron al futuro una tendencia que, luego, varió y se desinfló en cierta medida. Los cambios tecnológicos se producen siempre, no son algo nuevo. La adopción de nuevas tecnologías han cambiado a lo largo de la Historia la forma de actuar y relacionarse; ahora simplemente tenemos otra delante y ello supondrá muchas cosas… pero no supondrá el que, comprar una empresa, rentable, por menos de lo que prudentemente vale, sea una locura o deje de tener sentido. De hecho, todos los que invierten su dinero en el mercado esperan que eso siga siendo así… con diferentes métodos y diferentes estimaciones todos intentan comprar algo de lo que esperan valga más.
 

No sé cuando se dará la vuelta o si lo hará, o si simplemente se quedará un tiempo plano mientras esas otras empresas, tan baratas que todo el resto del mundo se de cuenta que “hombre, algo más seguro que vale” y empiecen a llevarlas a un nivel más razonable. No es esa la cuestión; la cuestión es que dicho método seguirá siendo un buen método para invertir. Personalmente, aunque prefiero invertir en compounders, siempre he dicho que si encuentro una empresa net-net que me encaje, invertiré en ella sin problemas. Por tanto, cualquier sistema de inversión puede dar buenos resultados, unos nos acercarán a la rentabilidad del mercado, otros pueden permitirnos rentabilidades fabulosas pero con una baja probabilidad de que seamos nosotros los que lo consigamos, otros permiten que podamos batir al mercado de forma más o menos consistente… pero tampoco es garantía de nada.
 

Retomemos, por tanto, la reflexión que pretendía y que no iba tanto sobre la validez o no de un sistema de inversión sino a reflexionar sobre la trágica decisión de Charles de Vaulx. Ante la muerte de un Hombre cualquier otra reflexión se queda corta en importancia.
 

En este sentido es por lo que tiene sentido conocer la naturaleza del Hombre y entender lo especial que es y lo valiosa que es su existencia. Pensaréis ¿qué tiene que ver esto con la inversión o la economía? Pues, aunque no os lo parezca tiene mucho que ver y de nuestro lado tenemos a la Escuela de Salamanca y los valores morales que subyacen a los principales inversores value (no me malinterpretéis, ni éstos son santos, ni quiero decir que los practicantes de otros estilos no tengan una elevada moralidad) como reflejo en mi tercer libro “Value Investing- Asutria vs Salamanca”- Ed. EOLAS, 2019 y que, en cambio, no está dentro de la cosmovisión del Hombre que otras escuelas de pensamiento económico tienen.
 

La terrible decisión de Charles de Vaulx no es la decisión de un hombre libre. En la concepción de lo que es la libertad y lo que es una voluntad libre es donde esta la diferencia que podemos hallar entre los sabios de la Escuela de Salamanca y las demás escuelas de pensamiento económico. Y aunque parezca una diferencia mínima, sus consecuencias son gigantescas. Las demás escuelas, con mayor o menor acierto, han recogido- a sabiendas o sin saberlo- parte de los postulados de los escolásticos, y en esas “partes” se encuentran más cerca o más lejos de la mejor concepción: la escolástica. Pero todas se han dejado la parte más importante, la cosmovisión del Hombre y su naturaleza y las consecuencias que esto tiene para comprender las actuaciones de un ser humano. La libertad no es la simple “no coacción” sino que, como sabía Aristóteles y los escolásticos de la Iglesia, es la facultad que, guiada por la recta razón permite al Hombre cumplir su naturaleza, naturaleza que le llama a hacer el bien y evitar el mal.
 

Charles de Vaulx, seguramente sin saberlo, se vio atrapado en la disyuntiva que ya nos advertía , San Pablo en la Carta a los Romanos 7, 14-15: “No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero”.  Su voluntad ya no podía abstraerse de lo que él mismo sabía que era un mal en sí mismo, Charles de Vaulx sabía- como sabe cualquier persona cuya razón no esté dañada- que el suicidio no es un bien, ni es solución y, al contrario, que termina generando daños colaterales que no es capaz de prever. Pero, como tantas personas que se ven presionadas de múltiples formas y se sienten incapaces de tomar la decisión que querrían, finalmente toman una decisión que tampoco quieren. No le estoy juzgando, Dios me libre, pero sí intento explicaros que una decisión tan trágica como ésta, tan sólo es un caso extremo de situaciones en las que los Hombres nos vemos sometidos y donde nuestra voluntad puede no ser lo suficientemente fuerte como para tomar una decisión “realmente libre y voluntaria”. En el libro ponía el ejemplo- quizás un mal ejemplo- de que si yo salto por un precipicio porque estoy huyendo de un león y no quiero ser devorado, no es la decisión que yo tomaría “libre y voluntariamente” … pues esta sería poder escapar sin daño del león o del precipicio. Pero llegado el momento, sin que nadie me empuje al vacío- es decir “sin coacción” que dirían algunos- tomo “una” decisión… la que sea, la que menos mala me pueda parecer. Pero nadie puede decirme que esa decisión ha sido tomada de forma “libre y voluntaria”. 
 

Si fuera así, nadie haría ningún daño a nadie, pues por naturaleza siempre deseamos hacer el bien… y sin embargo sabemos que no siempre lo hacemos. Y sabemos que no lo estamos haciendo. Y sabemos que nos arrepentiremos y aún así, en muchas ocasiones, no somos capaces de hacer lo que querríamos hacer y, en cambio, hacemos lo que no queremos, en verdad, hacer. Tened en cuenta que no estoy hablando de los resultados de dichas decisiones, sino específicamente de la decisión en sí y de la forma en que la hemos tomado. Charles de Vaulx sabía antes de suicidarse que hacerlo estaba mal y que tendría daños colaterales. No era la decisión que querría haber tomado, y sin embargo no pudo evitar tomarla.
 

Tan dañada estaba su capacidad, su “facultad” de seguir el dictado de su recta razón, que no pudo tomar la decisión que él sabía correcta: aguantar, vivir, tirar hacia delante con el apoyo de su familia y levantarse un día más para intentar ayudar a los demás. Tan dañada estaba su facultad de seguir lo que su razón le decía que tomó la decisión que iba contra su propia naturaleza.
 

¿Cuántas veces no nos vemos forzados a tomar decisiones que no querríamos tomar pero en las que no nos sentimos realmente libres, en las que, sin coacción física alguna por parte de terceros, sentimos que no tomamos esa decisión de forma voluntaria? Muchas. Los escolásticos de Salamanca lo sabían y lo tenían en cuenta en sus postulados… su Hombre era el Hombre real: cuerpo y alma, materia y espíritu… en definitiva: “persona”. Y eso, cambia mucho las cosas en la economía y en las relaciones entre los Hombres.

 

Un fuerte abrazo a todos

 

Miguel de Juan Fernández

ARGOS- VALUE FUND

 

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