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En los dos post en los que trataba de explicar las razones por las que el IVA es de entrada, y por sistema un impuesto de carácter regresivo, he encontrado varias críticas.  La principal es que el resto de los impuestos son más regresivos. La segunda es que mediante toda una serie de ajustes se puede conseguir que el IVA acabe siendo progresivo.

En principio me gustaría aclarar que esperaba estas dos críticas; de hecho, esta es la razón de la introducción del primer post donde trataba de explicar que al final la progresividad del sistema tributario de un país dependía de la combinación de los impuestos. Cuanto mayor sea el peso de los impuestos regresivos mayor será la regresividad y al revés.

Desde luego la forma más natural de introducir regresividad es rebajar impuestos directos e introducir indirectos. De esta forma, poco a poco se altera la combinación de impuestos que sirven para sostener el presupuesto público y con esta combinación se van alterando las personas que sostienen la economía.

Estos procesos normalmente no son rápidos y tienen que ir por fases, con mucha preparación de la opinión pública y por supuesto con ciertos engaños. No esperemos un proceso en el que un buen día nos encontremos con una situación completamente distinta, sino que más bien estamos ante un proceso en el que en un momento se introduce el impuesto indirecto, (con las máximas correcciones posibles para reducir la regresividad), luego se reduce un poco los directos, se van introduciendo ajustes en los impuestos directos, en los indirectos, se van subiendo los indirectos, poco a poco, de forma que pequeñas subidas de impuestos para todos son aceptadas, de forma que se va eliminando la progresividad de los directos también con medidas puntuales y desde luego no publicitadas.

En cierto modo, esto recuerda mucho a la fabula de echar una rana a agua hirviendo. Si se mete directamente una rana en agua hirviendo ésta saltará inmediatamente. En cambio si se mete en agua fría y se va calentando poco a poco, la rana morirá escaldada.

Volviendo al caso de los impuestos, la realidad es que el peso de los impuestos indirectos ha ido creciendo de una forma espectacular. Pero a su vez, nos encontramos como de forma imperceptible los impuestos directos se han ido desmontando, de forma que sin perder el carácter de progresivo, simplemente se eliminan de la ecuación para las rentas altas.

El impuesto directo por excelencia es el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Recordemos que este impuesto es progresivo al tener un gravamen por tramos. A mayor renta, mayor porcentaje pagado. Sin embargo, (como se ha puesto de manifiesto en las críticas), se ha retocado de tal forma que al final se ha convertido en el impuesto sobre la renta de las personas trabajadoras, en lugar de sobre las personas físicas. Sistemas de módulos, excepciones a determinados colectivos, (como el de los futbolistas extranjeros que desaparecerá dentro de 3 años, por ahora), la tributación distinta, (y sensiblemente más favorable), para los rendimientos del capital mobiliario, no son más que escapatorias diseñadas para distintos grupos, de tal forma que acaban convirtiendo este impuesto en regresivo.

Muy vinculado al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas está el impuesto sobre las sociedades, que antaño era proporcional y ha pasado a ser progresivo. En pura teoría, hasta el 2007, el impuesto sobre sociedades era proporcional al tener un tipo único para todas las rentas. Por lo tanto el porcentaje de renta gravado era independiente del nivel de renta de las sociedades. Desde este ejercicio, se ha introducido cierta progresividad (teórica) al establecer dos tipos impositivos diferenciados, siendo menor el que afecta a las pequeñas y medianas empresas.

Sin embargo, el tipo impositivo del impuesto sobre sociedades es muy poco representativo de lo que realmente significa este impuesto. A pesar de que en todo lugar y momento se habla de los tipos del impuesto, la realidad es que todo el mundo ha de mirar tanto las reglas de determinación de la base imponible como las deducciones y por supuesto los tipos especiales. En este sentido, al estar ambos elementos diseñados para las grandes rentas, se consigue que lo que puede parecer un impuesto progresivo sea en realidad un impuesto regresivo, ya que las rentas más altas, se ven minoradas por unas reglas que las pequeñas no acceden y disponen de unas deducciones que las pequeñas jamás podrán tener.

En este sentido, me gustaría dejar claro que no es que las rentas altas estén esquivando la tributación; sino que se ha diseñado el sistema fiscal para que las rentas altas puedan esquivar la tributación. El caso más sangrante es el de las SICAV, aprovechadas para mantener las inversiones de acuerdo a las reglas del impuesto de sociedades pero con un tipo muy inferior. Los rendimientos obtenidos a través de estos vehículos, (en teoría de inversión colectiva), apenas tributan, y realmente con este proceso se puede ver como hemos asistido a una serie de decisiones normativas activas para conseguir el efecto de que no tributen.

En primer lugar, todo el mundo ha dejado abierta la trampa para que sean consideradas inversiones colectivas. Es tan sencillo dotarlas del carácter colectivo como establecer un límite a la participación de cada persona, (como se ha hecho por ejemplo con las sociedades de carácter laboral), de tal forma que sean de verdad colectivas. Cuando Hacienda intentó atajar este problema, el control de si una sociedad de inversión colectiva es colectiva o no, se alejó de Hacienda y se dejó en manos de la CNMV; en el raro caso de un aspecto tributario en el que Hacienda está completamente atado.

Y como quedaban aún ciertos puntos donde estas fortunas pagaban impuestos, como eran el Impuesto de Patrimonio y el impuesto de sucesiones y donaciones, (que gravaban la posesión y transmisión de estos activos). Eliminados estos impuestos, (que ya por cierto estaban “capados” y llenos de trucos para que estas rentas no pagasen impuestos), queda eliminado todo rastro de progresividad fiscal en el esquema de imposición directa español.

Es cierto que las rentas altas siempre tienen una facilidad mayor para tratar de diseñar estrategias fiscales, pero lo que tenemos en España es que reiteradamente se han abierto puertas para que las grandes fortunas directamente no paguen impuestos, para reducir la tributación del pago de las empresas y por tanto al final llegamos al que paga que no es más que una determinación por descarte.

Esto es importante, porque podemos considerar que los impuestos directos son regresivos, pero en realidad no estamos ante unos impuestos regresivos y un gobierno luchando por eliminar esto, sino que estamos ante un sistema que se ha construido buscando la regresividad, desvirtuando tanto las figuras impositivas que a día de hoy no tienen el mínimo sentido.

Esto es importante porque al final debemos entender cuál es el fin y cuál el medio. El objetivo es conseguir la regresividad y el resto medios.  Al final si buscábamos introducir regresividad, ¿Qué hemos conseguido?.

 

 

Continua

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  1. #2
    15/11/11 02:12

    Estimado Tomas:
    Cada impuesto tiene una función, y al igual que la sociedad evoluciona, es necesario modificar el sistema fiscal.
    Estoy plenamente de acuerdo contigo el sistema fiscal español es muy regresivo, y la mayoría de las reformas realizadas, no solo han sido regresivas sino en muchos casos han beneficiado a los mismos, pero no estoy de acuerdo con la definición ni el fin del articulo.
    Si queremos adaptar el sistema fiscal a la globalización es necesario modificar el sistema fiscal, y los impuestos directos son necesarios y útiles ya que en el caso de IVA gravan proporcionalmente el beneficio empresarial en aquellas actividades sujetas a dicho impuesto aunque a ti te parezca que solo gravan al consumidor.
    El IVA grava lo mismo que el impuesto de sociedades, el beneficio empresarial, la única diferencia es que mientras que el IVA, lo hace en el lugar y momento en que se obtiene el beneficio. El impuesto de sociedades se encuentra sujeto a una contabilidad y unas normas que en muchos casos obligan a las empresas a inversiones innecesarias para evitar el pago de impuestos, discrimina a las empresas como bien apuntas en el artículo, lo que perjudica a la competitividad ya que no se encuentran todas en las mismas condiciones.
    Como comente en todos los post de los artículos anteriores, todos los impuestos se repercuten en el Precio de los productos.
    La complejidad legal es tal, que aquellos que más tienen son los que más posibilidades tienen de no pagar impuestos porque no suelen tener ingresos a su nombre, a excepción de los altos directivos que entran dentro del régimen de asalariados porque tienen salario al margen de otras prebendas.
    Si queremos tener un sistema fiscal justo, no se puede realizar solo con los impuestos directos por muy progresivos que estos sean.
    El IVA tiene tantas ventajas que es el impuesto más útil, necesario y neutral de todos. Pero como también comente en diferentes post, si no se aplica bien ni con medidas correctoras puede ser también muy injusto. Como siempre depende del poder político hacer las cosas bien.
    Un saludo
    http://rentabasica.blogspot.com/2005/09/renta-basica.html


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