LA SUBIDA DE IMPUESTOS
23-08-10
En à propos de la primera gran metedura de pata de nuestro ministro ex favorito, el Excmo. Sr. Don José Blanco, Ministro de Infraestructuras (y no de Fomento, menuda caca de nombre para un ministerio), es decir, que en España pagamos pocos impuestos y que hay que subirlos, para que luego venga la ministra barbie versión madura y anoréxica/talibana, la Salgado, y le contradiga públicamente, se han publicado varios estudios sobre la presión fiscal en nuestro desvencijado país, antes llamado Hispania.
La frase nos ha salido un poco larga y no apta para lectores perezosos, pero nuestra sintaxis, como siempre, es perfecta e irreprochable, aunque no lo parezca. No es nuestra culpa que haya gente perezosa e incapaz. Tampoco tenemos la culpa de que nuestra sintaxis sea perfecta. Nuestro trabajo nos ha costado conseguirla, joder, que en la vida no te regalan nada.
Como siempre, la realidad (y los números y estadísticas) dependen de los ojos con que se miren. Nos parece que estamos empezando a perder un poco el respeto (y admiración) a Don José Blanco. Se le ve demasiado el plumero, y quiere mandar y decidir antes de tiempo y a la vista del olor a cadáver político de ZP. Le ha traicionado el subconsciente o lo que sea eso que decía Freud.
Que ZP está acabado lo sabe hasta Rajoy, que en general no se entera nada. No se entera de nada en trabajando, pues de qué se va a enterar de vacaciones. Este hombre debe de tener un gen especial o así que le impele a la permanente vaguería y pereza. Y este gallego melancólico y medio mudo se cree capaz de levantar esta ruina de país? Lo llevamos bien crudo.
Más o menos, el españolito de a pie paga, entre tributos directos e indirectos, el 50% de su renta bruta. Cojonudo. Lo que no entendemos es como el españolito es capaz de llegar a sobrevivir e incluso ahorrar algo de dinero para complementar las mísera pensión que le espera.
Además del IRPF y las cotizaciones a la Seguridad Social, el españolito se pasa el día pagando impuestos, sin saberlo.
La luz que enciende al despertarse; el agua con la que se ducha; el desayuno que se toma; la gasolina o el billete de metro que necesita para ir el trabajo. En resumen, cualquier actividad que ejerza el españolito a lo largo del día, conlleva un tributo, en este caso indirecto e invisible. Menos respirar y hacer caca y pis, todo lleva impuestos.
Ya sólo faltaría que Gallardón o algún otro iluminado como Pepiño Blanco (hoy estamos cabreados con él y le llamamos así, sabiendo que no le gusta), se inventara una nueva tasa por el oxígeno que respiramos (quizás con la excusa del no cambio no climático), o por nuestras heces y orina. Y perdón hoy por lo escatológico, que sabemos que nuestras lectoras, todas unas damas y finas, no les gusta ni pensar en estas cosas.
El gran y cacareado plan de ajuste fiscal hecho hasta la fecha por ZP (e impuesto en bambalinas por una muy mosqueada Señora y matrona Merkel. Esta señora tiene cara de matrona. Pareciera que de un momento a otro tuviera que ir a asistir a una parturienta), se ha limitado a congelar las pensiones de los pobres pensionistas (muchos tienen que ayudar a sus hijos en paro. Lo que les faltaba) y reducir el sueldo de los funcionarios.
Y los demás gastos corrientes, los no productivos, los que no generan empleo ni dinamizan la economía como sí hace la inversión pública en infraestructuras? Van y encima recortan el presupuesto para Infraestructuras.
Estamos tentados hoy de hacer un llamamiento general a una rebelión fiscal en todo el país. Si no lo hacemos, es porque la Agencia Tributaria nos acojona bastante, y podría cogernos manía. Nosotros, ex sargentos de Infantería y Operaciones Especiales y licenciados con los máximos honores militares, sólo tenemos miedo a nuestra mujer cabreada y a la Agencia Tributaria, que por un despiste involuntario te puede meter un buen puro, como nos pasó una vez.
Los primeros norteamericanos iniciaron su camino a la independencia por rebelarse contra unas injustas tasas impuestas por la corona inglesa al té (entonces se bebía mucho té. Ahora menos).
Si en España hubiera una rebelión fiscal en toda regla, a lo mejor llegaría un día que los políticos no recibirían su nómina a fin de mes; ni tendrían chófer ni escoltas ni gasolina para el coche oficial; y el teléfono móvil (ahora les van a regalar a sus señorías los diputados un caro teléfono Apple 4 G o así. Menudo ejemplo para los parados) no tendría línea, y no podrían llamar a sus mujeres o amantes, que de todo hay.
El día que nuestros políticos pasen hambre, se darán cuenta de que muchos españoles la están pasando.
Los izquierdones (que conste que no nos gobierna la auténtica izquierda, ya en vías de extinción o extinguida) nos quieren subir los impuestos. Pero no hablan de recortar su suntuario nivel de vida. Cualquier payaso tiene ahora un Audi A8 blindado, por lo menos.
Ojo izquierdones que nos podemos mosquear. Hasta los maravillosos y eficientes inspectores y técnicos de Hacienda (vamos a hacerles un poca la pelota por si acaso) han dicho que es un barbaridad eso de subir los impuestos.
Pepiño: la has cagado pero bien. Te devolvemos a dónde estabas hace tiempo: al cajón de nuestras fobias. Qué poco duró nuestro amor. Nos quedamos con la Espe, que aunque tenga cara de pájaro, baja los impuestos en lugar de subirlos.
Agur Pepiño. Nunca llegarás a Presidente. O a Nada, como decía el gran Juan Benet, del que por cierto aprendimos mucha sintaxis.