EL BOLSO
10-07-10
El bolso es donde las mujeres esconden su alma, y no lo saben.
Los hombres no podemos comprender la manía que tienen las mujeres con los bolsos y lo zapatos. Hay mujeres, como la nuestra, que por un buen bolso o zapatos, matarían, como la Belén Esteban por su hija.
Menuda mujer ordinaria es. Ahora que es rica y ya no es más la princesa del pueblo, no nos cae tan bien. Apenas vemos esa mierda de programa de Telecinco por las tardes, entre otros motivos porque a esas horas solemos estar trabajando, o haciendo que trabajamos, que siempre es más descansado.
En el verano del 2006 y en el del 2008 estuvimos con toda la familia en NY. Coño: hace dos años un euro costaba 1,50 dólares (unidades, como dicen los cursis, que en vez de puntos básicos hablan de pipos, vocabulario muy propio de los dealers de renta fija. Una vez nos quisieron hacer cambista, dealer, dada nuestra facilidad para con los idiomas, sobre todo el inglés y el alemán. Obviamente, les mandamos a la mierda. No hemos nacido para estar sentado todo el día delante de una pantalla, que entonces se te pone el culo gordo y fofo y ligas mucho menos. Nos gusta nuestro culo, y nos gusta que les guste a ellas. Es genética y un poco de deporte. Un culo bien puesto, les pone a las mujeres muy cachondas, más que una hermosa y redonda polla).
Nos compramos pocas cosas. Más bien nada, excepto unos mocasines Sebago (los mejores del mundo), náuticos de verano que son los que llevamos ahora, porque hemos decidido que este verano no pensamos llevar chanclas por la calle, que son incómodas para caminar, y para conducir son terribles, que te puedes dar una buena hostia.
En cambio, nuestra mujer y nuestra hija, que todavía es más fashion victim que la madre, nos obligaron al friqui de mi hijo y a nosotros a ir a Chinatown, que encima los cabrones de los chinos están colonizando/comprando Little Italy. Esperando una hora mi hijo y yo en la calle a que su madre y su hermana volvieran de comprar bolsos. Cuando volvieron las dos víctimas de la moda, teníamos un humor de perros. Y encima una hora a secas. Pensamos comprar unas latas de cerveza, pero resulta que en USA, si bebes por la calle, eres un alcohólico, y además tienes que tapar la lata con una bolsa de papel. Menuda mierda. Eso no mola.
Pues vale. Las famosas imitaciones (fake, preciosa y eufónica palabra) chinas de bolsos de buenas marcas tipo Louis Vuitton, Gucci, Carolina Herrera, Hermès y demás. Nuestra mujer enloqueció con los bolsos. Se compró como veinte, con el argumento de que sólo costaban $ 30 cada uno. No te jode con el engaño de las rebajas y el tipo de cambio. Menuda ruina de viaje.
Los hombres podríamos llevar una mariconera, o mejor aún, una chaqueta de verano sin mangas a lo Coronel Tapioca o reportero/fotógrafo de guerras o así. Ayer nos probamos una, de nuestra marca favorita para caza, francesa, Aigle. No nos atrevimos a comprarla, en pensando que nuestra mujer nos iba a llamar hortera y nos iba a rebajar todavía más nuestra actual baja autoestima. Últimamente, nos sentimos como el pato Donald cuando ha hecho algo mal, que es casi siempre.
El bolso es una extensión de la mujer. Tú mira lo que lleva una mujer en el bolso, y sabrás más de su alma que cien doctores Freud juntos. El caso es que llevan muchas cosas las mujeres en sus bolsos, pero nunca encuentran nada. Como para una urgencia. Son un poco plastas las mujeres con sus bolsos.
En general, y como no somos nada fisgones, jamás metemos la mano en el bolso de una mujer, no vaya a ser que nos llevemos alguna sorpresa. Por ejemplo, si en el bolso de nuestra mujer encontráramos un buen alijo de condones, no sabríamos que pensar, porque nosotros hace mucho tiempo que no utilizamos tan incómodo artilugio. Será por eso que acabamos siempre con la polla bien roja. Bueno, acabábamos, porque ya casi ni nos acordamos de la última vez.
El bolso, o cuando la mujer dice al fin la verdad.