LO LENITIVO
08-07-10
La lenificación es el acto de lenificar, de lenizar, que no es lo mismo que lennizar, que se trata de arruinar a toda una nación como Rusia por mor de una ideología trasnochada e inventada por un alemán burgués, gordo, borrachín, mujeriego y vividor, y que no sabía que los experimentos mejor hacerlos en casa y con gaseosa, a ser posible La Casera, que es la auténtica, la de nuestra infancia. Y encima el burgués alemán, Karl Marx, se las da de espíritu puro. Que le den bien por el culo a Marx.
Lo lenitivo es lo que nos salva del horror diario que a veces es la vida. No lo sabemos todavía, pero vivir consiste buscar permanentemente lo lenitivo.
Lo lenitivo está en todas partes o en ninguna: sólo debemos aprender a mirar, cambiar nuestra mirada, trascender de lo físico y lo presente, para encontrar lo metafísico y el futuro, o incluso el dorado pasado, cuando todo era plenitud, porque nuestro pasado, da igual como haya sido, siempre es pleno.
Una sola palabra, que nos digan o digamos, puede ser absolutamente lenitiva: masajea nuestra alma, emociona nuestro espíritu, calma nuestros nervios, extingue las pesadillas de una noche de duermevela, ese estado terrible cuando no sabes quién eres y en qué tiempo vives.
La música puede ser lenitiva. Estás triste, contento, da igual porque en el fondo es lo mismo, estados de ánimo que no puedes controlar, como la rotación de la Tierra o la fuerza de la gravedad, y la música te puede salvar de ti mismo: acudes a cierta música muy conocida, como una amiga hermana, y te dejas llevar por melodía y su ritmo, y entonces ya no estás más en este mundo físico y material, sino sobrevolando gigantes acantilados, húmedas montañas, llanuras blancas.
La naturaleza es lenitiva. Tolstoi decía que el mayor descubrimiento de su vida no fue el encuentro con su insondable y titánico talento para escribir, sino la naturaleza, que después de muchos años de invidencia espiritual, volvió a redescubrir en sus eternos paseos por su querida finca. Fue entonces cuando se dio cuenta de la miseria de sus mujiks, sus peones labradores, y fue cuando decidió donar toda su fortuna, para terrible espanto de su mujer, que por supuesto no lo consintió. Casi lo incapacita. No te digo. Caramba con las mujeres y las herencias.
Querer es lenitivo. Ya sean tu pareja (u otro u otra, un amor furtivo, que nace de forma inexplicable e incontrolable), tus hijos, tus padres, tus amigos, tu perro y hasta cualquier desconocido que sufre en la calle y al que le das unas monedas, querer es decir que estás vivo: querer es saberse vivo, y saber que alguien te quiere vivo, y que cuando ya seas tan sólo polvo, más polvo enamorado, serás recordado, porque la fuerza del amor lo puede todo: hay algo peor que morirse: que te mueras y que nadie te recuerde. Mientras una sola persona te recuerde, sigues estando vivo de alguna forma.
Escribir es lenitivo, porque la escritura tiene el poder de recuperación del pasado y la invención de un futuro más propicio, y para ambos, el lector y el escritor.
No hay que ser rico, que el dinero siempre es la excusa de algunos para no hacer nada. Si no tienes dinero, tienes otras cosas mucho más importantes, como la salud o el simple hecho de respirar y despertarte todos los días.
No hay excusa posible, porque lo lenitivo nos rodea por todas partes. Pero, ay, algunos no son capaces de descubrirlo en toda una vida. Cuando lo hacen, es demasiado tarde, y es que están muertos. Y serán polvo, más polvo no enamorado. Y nadie les recordará.