NO ME ESPEREN EN ABRIL, PERDÓN, EN JULIO
14-06-10
No me esperen en abril es el título de de una novela de Alfredo Bryche Echenique, ese escritor peruano a lo mejor considerado menor por algunos, moreno, católico, feo y sentimental, pero que ha escrito novelas tan perfectas como Un mundo para Julius, o tan divertidas como La vida exagerada de Martín Romaña.
No me esperen en Abril hace referencia a la aversión y disgusto del protagonista por el inicio del curso escolar, que en estas latitudes no es en nuestro habitual mes de septiembre, sino en el mes de abril, ese mes con nombre femenino que es promesa de caricias y amores, y que luego no hay ni caricias ni amores ni leches.
España se encuentra en uno de los peores momentos de su historia reciente: sin quererlo ver (y gracias a ese optimismo antropológico que dicen los evolucionistas que todos los hombres tenemos), el gobierno, la oposición e incluso la mayor parte de los ciudadanos, miramos para otro lado, como cuando las mujeres inteligentes y sabias miran a otro lado si su pareja le está engañando (los hombres somos menos inteligentes y sabios y en el caso contrario nos mosqueamos bastante, la verdad. Nos falta un hervor en la evolución).
España está al borde de la bancarrota, y en su caída puede arrastrar a todo un continente y a una moneda tan bonita en su nombre y cómoda en su utilidad como el euro.
Los españoles tenemos la única capacidad no sólo de jodernos a nosotros mismos, sino de joder a todo un continente. Somos maestros los españoles a la hora de joder al personal. La próxima será una Guerra Civil Europea. Ya que exportamos naranjas, sol, playa y alcohol barato, pues exportemos guerras civiles, que es lo nuestro y de eso sabemos mucho.
La Realidad es una señora muy seria. Nosotros la imaginamos como la severa (y negrada) señorita Rottenmeyer o así: una institutriz que parece un hombre peludo y cabreado en lugar de una mujer fina y delicada. La Realidad, cuando nos atropella, nos recuerda no a una mujer deseable y deseada, pero a una bruja pirula que nos espabila a base de muy dolorosos escobazos de escoba de bruja.
En tiempos siniestros y oscuros, en una crisis inevitable por ser mundial, estructural y hasta piramidal (todo el sistema financiero es una gran pero legalizada estafa piramidal), los españolitos de a pie (a veces en coche y hasta en metro, cuando observamos que en los vagones no hay demasiada chusma y no huele demasiado mal) hemos tenido la histórica suerte de tener al mismo tiempo uno de los peores gobernantes de la historia, uno que encima se hace llamar por dos ridículas letras, ZP (incompetente, vanidoso, sectario, iluminado, incapaz, insoportable), y uno de los peores líderes de la oposición posibles, Rajoy (todo el día sesteando y bostezando, y sólo esperando el error del contrario para alcanzar un sillón todavía más grande y poder sestear aún más cómodamente). Además, flanqueados estos dos líderes políticos de renombre mundial y hasta universal, por la peor (y más vaga y corrupta) clase o casta política de la historia.
Menudo panorama tenemos.
En julio del 2010 muy probablemente, y si no en algún momento del futuro cercano, España no podrá refinanciar su deuda pública en los mercados de capitales internacionales, y entonces entrará técnicamente en suspensión de pagos. Y entonces será el crujir y el rechinar de dientes, dijo alguien bíblico o así.
ZP no llegará a tomarse el gazpacho del mes de agosto. A lo sumo, aguantará hasta las navidades, para poder comerse el turrón. Pues que se joda y coma otra cosa.
No nos esperen en julio, podríamos decir. Pero como esto no es una novela sino la realidad, la pregunta sería: y a dónde nos vamos?
Sólo con una dimisión de ZP, forzada por el corazón de Europa, que ahora se arrepiente tanto de habernos aceptado en su exclusivo y molón club; con un gobierno socialista de transición presidido por un técnico que realice todos las reformas y ajustes que necesita nuestra economía para volver a ser a un deudor creíble; y con unas elecciones anticipadas que coincidan con las elecciones municipales del 2011, podremos como país recuperar el crédito perdido.
Todo lo demás, serán maniobras de diversión, será jugar a las casitas, intentar ganar tiempo, justo cuando ya no lo tenemos.
No me esperen en julio. Ojalá.