Estamos a pocos días de que salga a la luz una Reforma Laboral que con toda seguridad será impuesta por el Gobierno vía decretazo, y que visto lo ocurrido con la bajada de salarios a los funcionarios y la congelación de pensiones, se prevé que sea con diferencia la más dura de todas las aprobadas en democracia.
Y creo que no habrá acuerdo entre los agentes sociales básicamente porque los sindicatos no están por la labor de firmar un abaratamiento del despido sin recibir nada a cambio y porque la patronal intuye que la Reforma Laboral que salga del Gobierno ya le será bastante afín a sus intereses. Nada del que extrañarse porque todas las reformas laborales de más empaque de toda la democracia han sido firmadas por un ejecutivo socialista. Tampoco dudo que los mercados recibirán de buen grado esta Reforma Laboral, pero ZP debería saber que puede resultar muy peligroso gobernar al dictado de los mercados y que estos se mueven en el muy a corto plazo, por lo que en nada volverán a picar a la puerta para pedir más carnaza.
Con la aprobación de esta Reforma Laboral, la tenaza liberal que se venía cerniendo sobre la clase trabajadora se dará por definitivamente cerrada. El primer brazo de esta tenaza se gestó hace una década en una perversa estratagema consistente en insuflar liquidez a precio de saldo al populacho para que se sintiera más rico, se sobreendeudara por encima de sus capacidades y se pusiera complaciente los grilletes de unas hipotecas imposibles. El resultado ha sido toda una generación engañada de por vida en una monumental estafa piramidal. Un tremendo error con el que muchos deberán convivir el resto de sus vidas, teniendo que seguir haciendo frente a unos pagos por unos activos que en nada no valdrán ni la mitad de lo que pagaron por ellos. También se pretendía, y se consiguió, que toda esta generación endeudada hasta las cejas fuera servil y manejable, porque la sombra de la hipoteca es muy alargada y finiquita cualquier conato de desobediencia. La hipoteca siempre ha sido un analgésico muy eficiente contra la rebeldía. Y acabaron siendo los mismos que abrieron la tenaza, los que la han acabado cerrando al propiciar el colapso del sistema financiero, estrangulando a cuantos pillaron en su interior. Y con la excusa de acudir al rescate de los cercados por una tenaza que ellos mismos cerraron, toda esta marabunta liberal que ahora campa a sus anchas, lleva exigiendo desde hace tiempo una Reforma Laboral para salir del atolladero que ellos mismos nos metieron.
No obstante, quizás algo se les ha ido de las manos, porque sí, ahora ya tienen su Reforma Laboral encima de la mesa pero a costa de tener una gran parte de la sociedad empobrecida sin una capacidad de consumo normal en años, un país lleno de desilusión y frustración, algo que a ellos también les acabará por repercutir.
En todo caso, una reforma laboral que de poco servirá, porque el problema de fondo sigue siendo de falta de oferta de trabajo en el mercado laboral, y en este sentido, el trabajo por decreto que se sepa todavía no es viable.
En breve este país será testigo de cómo las declaraciones de insolvencia se extienderán por doquier (más de las que ya hay actualmente), y como si se tratara de un efecto boomerang, muchos activos depreciados volverán en masa a quiénes hicieron posible toda aquella locura compradora de antaño. Eso sí, para los insolventes la pesadilla no acabará aquí, la deuda no satisfecha les puede perseguir como un fantasma el resto de sus vidas.
Por ello no cabe llamarse a engaño; ni Reforma Laboral, ni cambio de Gobierno, ni eslóganes enrollados de que esto lo arreglamos entre todos, ..., poco o nada queda por hacer. La salida a esta crisis (si la hay) es a muy largo plazo, y siempre asumiendo, que nada volverá a ser como antes. Las alternativas se van reduciendo drásticamente; hemos cerrado el grifo del dinero público para tener opciones de reactivar nuestra economía; nos lo pulimos todo antes de tiempo, no hay ni un céntimo en la caja y con el problema añadido de que nuestra deuda pública se encarece cada día que pasa.
Aún así, no es no es tanto el problema la deuda pública como el de la privada, aquella que equivale al 400% del PIB. Y su peso relativo respecto al PIB irá “in crescendo” si optamos por reducir salarios, congelar pensiones, etc.
Se nos vienen encima años de fortísima morosidad e insolvencia. A los bancos les toca empezar a hacer los deberes en serio y empezar a reestructurar con valentía toda esta deuda para sanear sus balances. En este entorno calamitoso cada vez nos tendremos que acostumbrar a ver a familias enteras (a más a más de las empresas) declararse en concurso y los bancos tener que acceder a reestructurar estas deudas con quitas importantes. Y llegados a este extremo, habrá que comprobar que capacidad de respuesta manejan las entidades financieras ante estos nuevos retos y como responden el resto de deudores que sí pagan religiosamente sus cuotas frente a este agravio comparativo que puede suponer la condonación de parte de las deudas.
Soluciones a nivel general, se me ocurren pocas, entre otras, me temo de dos muy básicas y elementales; volver a enaltecer el trabajo honesto de calidad y la economía productiva vs. otras formas especulativas de generación de riqueza y el saber convivir de una forma más austera que las del pasado. En resumidas cuentas, nada que no sepamos: currar, apretarse el cinturón y esperar con los dedos cruzados que una hipotética reactivación de la economía mundial (y eso si la hay) nos salpique en algo positivo. Mientras tanto seguiremos buscando salidas a esta crisis, y no creo que esta Reforma Laboral, tal como se plantea, sea una de ellas.