Lamentable y poco edificante el espectáculo de la tóxica política española que tiene atónita a Europa y a la que sin mucho esfuerzo se puede culpar de la dolorosa situación sanitaria y económica del país, a la cola de Europa.
"En primer lugar, permitidme afirmar mi firme creencia de que lo único que debemos temer es al miedo mismo: un terror sin nombre, irracional e injustificado que paraliza los esfuerzos necesarios para convertir la retirada en avance."
Discurso de inauguración de Franklin D. Roosevelt. 4 de Marzo de 1933.
Creo que nadie puede acusarme de complacencia con un virus mortal cuando desde estas páginas defendía en Febrero que era necesario cerrar las fronteras para evitar la llegada del virus al país, lo cual tendría un coste grandísimo (Coronavirus escenario 2: Enemigo a las puertas). Esa propuesta fue duramente criticada por algunos por su alto coste. Coste que por supuesto a estas alturas nos parecería una auténtica ganga.
Sin embargo en mis análisis yo no me dejo llevar por simplísmos del estilo de los pronunciados por la Presidenta de la Comunidad Foral de Navarra: “Cada vida cuenta. Cada muerte es un drama y nos negamos a asumir que esto tenga que ser así irremediablemente”. Esto es palabrería barata de los políticos. La gente se muere a diario por múltiples causas y gobernar es establecer normas y distribuir recursos para mejorar el bienestar general de la población. Esta pandemia tiene una mortalidad de en torno al 0,5 % de los infectados, unas cinco veces más que la gripe estacional que pasamos cada año sin despeinarnos. Y esa mortalidad está distribuida asimétricamente afectando sobremanera a los mayores de 75 años. El hundimiento del país por la pandemia de coronavirus es un daño autoinflingido. Nada tenía que haber sido como ha sido, pero el problema es el pensamiento unidimensional y lineal que caracteriza a la mayoría de los cerebros humanos. Pareciera que solo hay un problema en el país, que es el número de infectados por cada 100.000 habitantes. Y una solución que es restringir las libertades de los ciudadanos a costa de un terrible daño económico.
A cada paso de lo que ha venido pasando yo he venido apoyando las medidas menos costosas para la sociedad. El cierre de fronteras en Febrero nos hubiera ahorrado el 80 % del coste de lo que ha pasado. El confinamiento se hizo absolutamente necesario no porque la enfermedad fuera peligrosísima sino porque provocaba el colapso de la sanidad y una sociedad moderna democrática no puede funcionar con la sanidad colapsada. Sin embargo el confinamiento español fue excesivamente largo, provocando un daño económico profundísimo, al tiempo que suficientemente laxo para permitir que continuara habiendo un nivel relativamente alto de contagios. La segunda ola en verano fue un error mayúsculo por no establecer los medios a nivel nacional para "testar-trazar-confinar-testar", es decir la política que siguieron países como Corea del Sur o Taiwan desde el principio y que era perfectamente conocida. Esa falta de dotación de medios tuvo un coste altísimo al arruinar la temporada turística de verano, uno de los principales soportes económicos del país.
A cada paso nuestros gobiernos han ido tomando las peores decisiones. Decisiones que han sido políticas en vez de científicas, como quedó bien claro tras saberse que el comité de expertos en la desescalada no existía.
El manual de lo que había que hacer a cada paso estaba clarísimo. Solo había que enfocarse en la tarea fundamental en cada momento.
1. Evitar que el virus entrara en el país para evitar el daño. No se hizo.
2. Vigilar la aparición del virus en los hospitales al tiempo que se preparan y acumulan medios. No se hizo.
3. Una vez conocida la presencia del virus cortar rápidamente su propagación exponencial al tiempo que se protege a los más vulnerables. No se hizo.
4. Una vez que la pandemia ha infectado a un porcentaje significativo de la población, confinar a la población para evitar el colapso de la sanidad. Esto sí se hizo.
5. Con la población confinada abordar los cambios legislativos necesarios y establecer los medios para evitar que los contagios crezcan descontroladamente tras el confinamiento. No se hizo.
6. Una vez que la epidemia ha creado resistencia en buena parte de la población y la sanidad corre un riesgo moderado de saturarse, concentrarse en la recuperación de la economía. No se está haciendo.
Cuando el país está abocado a su peor crisis económica en 80 años, los esfuerzos del gobierno se están dirigiendo a descargar la responsabilidad en los ciudadanos y en las administraciones regidas por otros partidos. Los hechos no ofrecen lugar a dudas:
1. El problema con la segunda ola del coronavirus es un problema de España, no de Madrid
Durante un tiempo se ha intentado hacernos creer que el gobierno de Madrid era el principal responsable de que el coronavirus estuviera desatado en España. Sin embargo los datos mostraban otra cosa.
Fig 1. Nuevos casos de COVID-19 por 100.000 habitantes entre el 20 y el 26 de Septiembre de 2020. Fuente: Jelmer Visser.
De las quince regiones europeas con más de 175 nuevos casos por 100 mil habitantes a finales de septiembre, siete eran españolas. Eso demuestra que el problema era nacional, no regional. Observese como el virus parece respetar las fronteras de los países (Rep. Checa, Alemania). Ello se debe principalmente a diferencias en las políticas seguidas, aunque también influye la población.
Aunque pretende ignorarlo concienzudamente, la responsabilidad ante una pandemia que afecta a todo el país es del Ministerio de Sanidad y es indiscutible que la desescalada en España se hizo muy mal. Quizá a propósito para diluir la responsabilidad de lo mal que se había actuado ante la pandemia en la primera ola. No tiene otra explicación que Sánchez declarara al virus vencido y que no se abordaran los cambios legislativos necesarios para hacer frente a la pandemia que Sánchez prometió hacer en Mayo. Quizá ya tuviera planeado usar el estado de alarma contra las comunidades díscolas, pero ahora para establecer un toque de queda sigue siendo necesario decretarlo. No solo eso sino que se piden poderes extraordinarios por seis meses. ¿Para hacer qué, que no se ha hecho en los 8 meses transcurridos?
La revista médica The Lancet pone el dedo en la llaga en su editorial del 16 de octubre "COVID-19 en España: ¿Una tormenta predecible?". "La polarización política y el gobierno descentralizado son causas probables de la falta de rapidez y eficacia en la respuesta de la sanidad pública". También dice que la sanidad española presentaba serias deficiencias, a pesar de que en marzo Pedro Sánchez afirmaba que España cuenta con la sanidad "más eficiente" de Europa y la tercera del mundo, sólo superada por Hong Kong y Singapur. Pues va a ser que no era cierto. Nuestra educación y nuestra sanidad se han ido degradando durante mucho tiempo bajo gobiernos de todo signo. Es popular acusar a los recortes que hubo que hacer durante la pasada crisis económica, pero como de costumbre es una dilución de responsabilidades. El número de camas por población en España lleva cayendo desde ni se sabe independientemente de quien gobernara.
Fig 2. Número de camas de hospital por cada 100.000 habitantes en España y población de España en millones. Entre 2004 y 2011 gobernó Rodríguez Zapatero, entre 2011 y 2018 Rajoy, y desde 2018 Sánchez Pérez-Castejón. Fuentes: Instituto Nacional de Estadística y Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.
2. La segunda ola ya ha hecho cresta en Madrid y está próxima a hacerlo en España
Si una cosa ha quedado clara en la respuesta de España a la pandemia es que los políticos no entienden como funciona una epidemia de origen vírico y al parecer los asesores que se han buscado tampoco, o no les hacen caso. La función exponencial que sigue el número de infectados cuando el índice de reproducción del virus es superior a 1 determina que las medidas efectivas tomadas al principio de la propagación tengan un efecto extraordinario, mientras que las medidas tomadas cuando el virus ya ha infectado a una proporción considerable de la población y su índice de reproducción está cayendo son extraordinariamente ineficientes excepto para incrementar el daño económico.
El estado de alarma se le aplicó a Madrid cuando los datos de nuevos casos, nuevos ingresos hospitalarios y nuevos ingresos en UCI llevaban una semana descendiendo. El número de hospitalizados en el pico de esta segunda ola en Madrid no ha llegado al 25 % del pico de hospitalizados en la primera ola, por lo tanto pese a los gritos de los sanitarios, comprensibles, el sistema sanitario madrileño no ha corrido el riesgo de colapsarse en la segunda ola.
Fig 3. Hospitalizaciones en Madrid durante la primera ola (negro) y durante la segunda ola (púrpura). El pico de la segunda ola tuvo lugar en Madrid a finales de Septiembre y fue un 75 % inferior al primer pico. Fuente: COVID19 MADRID-S.P.M.
Los datos muestran que Madrid, Canarias, Baleares, Castilla la Mancha y Cantabria probablemente han superado la segunda ola, mientras que el resto aún no lo ha hecho, pero probablemente están cerca de hacerlo. Alguna comunidad puede estar más lejos si su primera ola fue más leve.
Fig 4. Media de 14 días de las notificaciones de nuevos casos por 100.000 habitantes para las regiones de España entre el 22 de marzo y el 18 de Octubre. Fuente: Centro Europeo para el Control de Enfermedades.
Cuando se tiene un virus altamente contagioso presente en una población que no tiene defensas contra él, se genera lo que en dinámica de sistemas se denomina un sistema dinámico inestable. Para que el virus no se esparza se requiere que no haya una alteración significativa de las condiciones. Es decir que se sigan aplicando medidas y que la población siga cooperando. A la larga los sistemas inestables evolucionan hacia una mayor estabilidad (es decir, a que la gente se infecte). Es lo que explica que países como la Rep. Checa o Israel, y comunidades como Asturias, Murcia o Ceuta y Melilla, que pasaron una primera ola muy leve, hayan sufrido una segunda ola mucho más fuerte. Ello pasa porque las medidas se relajan y la gente se confía, es decir varían las condiciones que mantenían la inestabilidad.
La estabilidad frente a la pandemia en ausencia de vacuna eficaz proviene de la inmunidad de grupo. Nadie sabe qué proporción de la población ha de pasar la enfermedad para alcanzar una inmunidad de grupo que en principio sería temporal, pero el desgobierno de España hace que nuestro país, y particularmente Madrid, sea el lugar de Europa donde más cerca se está de la inmunidad de grupo, y por lo tanto va camino de convertirse en el lugar más seguro de Europa. En el estudio de seroprevalencia de mayo Madrid presentaba un 10 % de seropositivos y el conjunto de España un 5 %. Esta cifra es en realidad una estimación a la baja del número de personas que han pasado la enfermedad, porque se sabe que parte de los infectados no presenta anticuerpos a pesar de presentar inmunidad celular, y porque el reactivo usado por el gobierno para el estudio no era muy bueno (qué raro), y tenía un porcentaje significativo de falsos negativos con un 82 % de sensibilidad (Orient Gene Biotech COVID-19 Rapid Test, China). A estas alturas más de cinco millones de españoles han pasado la enfermedad, muchos de ellos sin saberlo. En el caso de Madrid considerando que ha sido duramente golpeada por ambas olas el porcentaje de sus ciudadanos que ha pasado la enfermedad es posible que supere el 30 %. Recordemos que cada semana se le estaba detectando a más del 0,5 % (> 500 casos por 100.000), y es obvio que a muchos más no se les detectaba. En España se hacen 1.500 tests por 100.000 habitantes por semana.
La población es heterogénea con respecto al coronavirus. Es posible que haya parte de la población con inmunidad cruzada por otros coronavirus, y desde luego está claro que un porcentaje elevado se protege de forma eficaz contra el virus, lo que explica en parte la baja mortalidad de la segunda ola. Los que quedan sin inmunidad y no se protegen adecuadamente no son suficientes para sostener un mayor crecimiento de la segunda ola en Madrid, y esa situación se irá dando también en otras comunidades. Los políticos esperan a tomar las medidas a toro pasado en la cresta de la ola y luego se apuntan el mérito de la mejoría, cuando en realidad la dinámica de la pandemia y el comportamiento de la población explican lo que está sucediendo.
3. Las medidas tomadas ahora añaden daño económico sin afectar significativamente la evolución de la pandemia
No sé si recordaréis que yo defendí el confinamiento de marzo habida cuenta de que se había dejado que la infección se esparciera sin impedimento sobre una población criminalmente desprevenida por la evidente razón de que el colapso de la sanidad era ineludible, y una sociedad democrática moderna no lo soportaría. Hace 100 años esta pandemia hubiera pasado como un huracán habría matado al 0,5-1 % de mayor edad, habría causado secuelas serias a otro 1 % y tras un pequeño bache económico de unos meses la sociedad se hubiera recuperado rápidamente. De hecho lo hicieron con una pandemia de 5 a 10 veces peor que además mataba a la gente joven, la gripe de 1918. Su respuesta como sociedad de no hacer nada hubiera sido muchísimo mejor que la que hemos tenido nosotros. ¿Cómo es posible?
Fig. 5. Evolución de la pandemia en España. Arriba número de nuevos casos diarios detectados y su media de 7 días (azul), y número de tests realizados por cada 100.000 habitantes (rojo, escala derecha). Abajo número de muertes diarias reportadas y su media de 7 días (marrón). El primer pico de la segunda ola corresponde a Madrid y otras pocas comunidades, mientras que el pico definitivo aguarda a otras comunidades. Fuente: Worldometer.
Las medidas para retrasar y reducir la segunda ola debieron tomarse la primera quincena de julio cuando se hizo evidente que los casos estaban aumentando demasiado deprisa pero el número de infectados no era todavía demasiado alto para ser inmanejable. Una vez que la segunda ola llega a la cresta o está cerca de ella, como muestran los datos, las medidas ya no son eficaces para reducirla. Su efecto es simplemente acelerar la caída de la curva, pero a un enorme coste económico que en las presentes circunstancias de gravísima crisis en ciernes no nos podemos permitir. Es una nueva insensatez que pagaremos en unos meses agravando la crisis que estamos ignorando deliberadamente. Todo para que los políticos se apunten el tanto de vencer al virus cuando la segunda ola se está apagando por falta de combustible.
El verdadero problema para nuestra sociedad no es la pandemia, ni los muertos (con todo mi respeto), ni el daño al sistema sanitario. El verdadero problema es la destrucción económica resultante y que no cesa. Hay que remontarse a la Guerra Civil (80 años) para encontrar un daño superior. Y esa debería ser nuestra principal preocupación para intentar limitarla lo más posible antes de que se manifieste en todo su horror.
Fig. 6. Variación porcentual trimestral del Producto Interno Bruto de España desde 1996.
Si alguien cree que la crisis se puede evitar a base de papelitos verdes impresos en Bruselas, tengo una bonita estatua de una señora en un carro tirado por leones para venderle. Pero esto es tema para otro artículo.
4. ¿Qué podemos hacer con respecto al virus?
Esencialmente hay dos estrategias contrapuestas cada una de ellas apoyada por sus expertos:
A) El Memorando John Snow
Publicado en The Lancet y firmado actualmente por más de 6.400 científicos y profesionales de la salud. Comienza con lo que yo he dicho tantas veces en el blog:
"El SARS-CoV-2 se propaga a través del contacto (a través de gotículas y aerosoles) y en transmisión a mayor distancia a través de aerosoles, especialmente en condiciones donde la ventilación es deficiente. Su alta infectividad combinada con la susceptibilidad de las poblaciones no expuestas a un nuevo virus crea las condiciones para una rápida propagación comunitaria. La tasa de letalidad por infección de COVID-19 es varias veces mayor que la de la gripe estacional y la infección puede provocar una enfermedad persistente, incluso en personas jóvenes previamente sanas (es decir, COVID prolongado). No está claro cuánto tiempo dura la inmunidad protectora y, al igual que otros coronavirus estacionales, el SARS-CoV-2 es capaz de reinfectar a personas que ya han tenido la enfermedad, pero se desconoce la frecuencia de reinfección. La transmisión del virus se puede mitigar mediante el distanciamiento físico, el uso de mascarillas, la higiene de las manos y respiratoria, y evitando las multitudes y los espacios mal ventilados. Las pruebas rápidas, el rastreo de contactos y el aislamiento también son fundamentales para controlar la transmisión. La Organización Mundial de la Salud ha estado abogando por estas medidas desde principios de la pandemia."
Eso último es mentira porque la OMS se apuntó a las mascarillas tremendamente tarde y estuvo negando la contagiosidad de los aerosoles durante mucho tiempo.
"En la fase inicial de la pandemia, muchos países instituyeron confinamientos para frenar la rápida propagación del virus. Esto fue esencial para reducir la mortalidad, evitar que los servicios de atención médica se vieran abrumados y ganar tiempo para establecer sistemas de respuesta pandémica para suprimir la transmisión después del bloqueo. Aunque los bloqueos han sido perturbadores, han afectado sustancialmente la salud física y mental y han perjudicado la economía, estos efectos a menudo han sido peores en países que no pudieron utilizar el tiempo durante y después del bloqueo para establecer sistemas efectivos de control de pandemias. En ausencia de disposiciones adecuadas para manejar la pandemia y sus impactos sociales, estos países se han enfrentado a continuas restricciones. Comprensiblemente esto ha provocado desmoralización generalizada y disminución de la confianza."
Parece que hablen de España. Y al final la recomendación:
"Deben implementarse de forma generalizada medidas efectivas que reduzcan y controlen la transmisión, y deben estar respaldadas por programas financieros y sociales que fomenten las respuestas de la comunidad y aborden las desigualdades que se han agravado por la pandemia. Es probable que se requieran restricciones continuas a corto plazo, para reducir la transmisión y corregir los sistemas ineficaces de respuesta a una pandemia, a fin de evitar futuros confinamientos. El propósito de estas restricciones es suprimir eficazmente las infecciones por SARS-CoV-2 a niveles bajos que permitan la detección rápida de brotes localizados y una respuesta rápida a través de sistemas eficientes y completos de búsqueda, prueba, rastreo, aislamiento y apoyo para que la vida pueda volver a su casi normalidad sin necesidad de restricciones generalizadas."
Suena fenomenal pero es completamente irrealizable en nuestro caso. En España se notifican actualmente 17.000 casos cada día. Puesto que la enfermedad es contagiosa durante (al menos) 10 días esto quiere decir 170.000 personas contagiosas conocidas sueltas por el país. A lo que hay que añadir las que no se han detectado porque no se les ha hecho test, así que sin exagerar en lo más mínimo se puede decir que en España hay actualmente entre un cuarto y medio millón de personas esparciendo el virus. Es absolutamente quimérico e irrealizable trazar, poner en cuarentena y asegurarse de que la cumplen siquiera una fracción de ellos. No hay toque de queda ni restricción horaria a la hostelería, ni limitación de desplazamiento que pueda domeñar esos números. O el incendio se reduce por si solo por falta de madera o se le quita el oxígeno con otro confinamiento salvaje que corte de raíz la transmisión. Y no quiero pensar lo que otro confinamiento le haría a nuestra maltrecha economía.
B) La declaración de Great Barrington
Firmada actualmente por más de 43.400 científicos y profesionales de la salud
"Las actuales políticas de confinamiento están produciendo efectos devastadores en la salud pública a corto y largo plazo. Los efectos (para mencionar sólo algunos) incluyen tasas de vacunación más bajas, empeoramiento en los resultados de enfermedades cardiovasculares, menores detecciones de cáncer y deterioro de la salud mental, lo que conducirá a un mayor exceso de mortalidad en los próximos años, siendo la clase trabajadora y los miembros más jóvenes de la sociedad aquellos sobre los que recaerá el peso más grande de estas medidas. Dejar a los niños sin escuelas es una grave injusticia. Mantener estas medidas en pie hasta que haya una vacuna disponible causará un daño irreparable en los menos privilegiados, quienes terminarán siendo afectados de manera desproporcionada.
Afortunadamente, nuestro conocimiento sobre el virus está creciendo. Sabemos que la vulnerabilidad a la muerte por COVID-19 es más de mil veces mayor en los ancianos y débiles que en los jóvenes. En efecto, para los niños, la COVID-19 es menos perjudicial que muchos otros peligros, incluyendo la gripe. A medida que se desarrolla inmunidad, el riesgo que todos tienen de infectarse, incluyendo los vulnerables, desciende. Sabemos que, eventualmente, todas las poblaciones alcanzarán la inmunidad de grupo, es decir, el punto en el que la tasa de infecciones nuevas se mantiene estable, y que esto puede beneficiarse de (pero no depende de) una vacuna.
La manera más humana de abordarlo, midiendo los riesgos y los beneficios de alcanzar la inmunidad de grupo, es la de permitirle a aquellos que están bajo un mínimo riesgo de muerte, vivir sus vidas con normalidad para alcanzar la inmunidad al virus a través de la infección natural, mientras se protege mejor a aquellos que se encuentran en mayor riesgo. Esto lo llamamos Protección Enfocada."
Qué duda cabe que esta otra alternativa tiene un riesgo mayor, pero tiene la ventaja de que reduce la inestabilidad de mantener a una población sin defensas libre de un virus contagiosísimo que anda suelto, y en realidad es a la que nos han abocado los continuos errores de nuestros gobernantes frente a la pandemia. Países como Japón, Corea del Sur o Nueva Zelanda tienen opciones. Nosotros no. O confinamiento o inmunidad de grupo, y un segundo confinamiento sería la constatación del profundo fracaso del primero y el tiro de gracia a nuestra economía.
Lamentablemente nuestros políticos seguirán sin estar a la altura y de nuevo en vez de tomar la única opción razonable en las presentes circunstancias declararán seguir la vía John Snow (control del virus) mientras toman medidas restrictivas que son insuficientes para lograrlo pero que dañan más la economía mientras en realidad seguimos la vía Great Barrington (inmunidad de grupo) dejando que el virus infecte a la mayoría de la población.
5. ¿Qué es lo más probable que suceda con la pandemia?
La evolución más probable es que la segunda ola vaya disminuyendo de forma progresiva. El invierno favorece la propagación y la gente se confía en cuanto mejoran las cifras, por lo que es probable que los nuevos casos no desciendan tanto como cabría esperar. Sin embargo una tercera ola tiene una menor probabilidad antes de la primavera, cuando muchos de la primera ola hayan perdido su inmunidad. Una vacuna eficaz cambiaría el panorama, pero no cabe contar con ella hasta que la tengamos y demuestre su eficacia.
6. La cultura del miedo
Además de la cita de Franklin Roosevelt que encabeza el artículo, hay otras citas que me gustaría compartir con vosotros que son adecuadas para una sociedad atenazada por el miedo.
65 d.C.
«Muchas más son las cosas que nos aterran que las que realmente nos aplastan, frecuentemente sufrimos más en la imaginación que en la realidad.»
Lucio Anneo Séneca. Epistulae Morales ad Lucilium. Carta XIII. 65 d.C.
1918
«La civilización, de hecho, se vuelve cada vez más sensiblera e histérica; especialmente en democracia, tiende a degenerar en un mero combate de locuras; todo el objetivo de la política práctica es mantener a la población alarmada (y, por tanto, clamorosa de ser conducida a lugar seguro) por una serie interminable de terrores, la mayoría de ellos imaginarios.»
Henry Louis Mencken, 1918. En defensa de las mujeres.
2002
«Las percepciones del riesgo, las ideas sobre seguridad y las controversias sobre la salud, el medio ambiente y la tecnología tienen poco que ver con la ciencia o la evidencia empírica. Más bien, están moldeados por supuestos culturales sobre la vulnerabilidad humana.»
Frank Furedi. Epidemia de miedo. 2002.
Fig. 7. Se ha inducido a creer a casi la mitad del país que lo peor de la pandemia está por venir, cuando no hay nada en los datos que lleve a pensarlo. Fuente: Encuesta COSMO-SPAIN de la OMS.
Occidente está instalada en la cultura del miedo con un culto al alarmismo al tiempo que paradójicamente se ignoran los riesgos reales como la aparición de un nuevo virus, el declive del petróleo o el endeudamiento masivo de la economía. La pandemia ha dejado de ser un riesgo. La falta de decisiones acertadas a cada paso la ha plasmado en toda su realidad haciendo que causara esencialmente el mayor daño que podía causar. Pero por ello mismo ha dejado de ser un riesgo existencial, y la prueba evidente es que ahora nos lo restriegan a todas horas fomentando la cultura del miedo y utilizandolo políticamente. Solo hacen eso con los riesgos que no son esenciales. La población ya sabe como protegerse del virus reduciendo el riesgo razonablemente (distancia social, uso de mascarillas, higiene de manos, evitar multitudes en espacios cerrados). Los médicos han aprendido a tratar la COVID para reducir su mortalidad y morbilidad. Habrá nuevos medicamentos y vacunas en un futuro próximo.
Fig. 8. La mortalidad diaria por COVID-19 se mantiene por debajo de 4 muertes por millón de habitantes en esta segunda ola. Y a diferencia de la primera ola ahora los muertos sí se cuentan correctamente. Fuente: Our World in Data.
¿En serio vamos a continuar destruyendo nuestra economía por 4 muertos diarios por millón de habitantes, gente muy mayor y con salud precaria que puede no tener muchos meses de vida en cualquier caso? En España mueren 425.000 personas al año. Cerca de 2000 de ellas en accidentes de tráfico y atropellos y nadie propone limitar el uso de vehículos para reducir ese número sino educar a la población. El dañar la economía perjudica gravemente a todos. Un gobierno responsable dedicaría el máximo esfuerzo a recuperar la economía y se enfrentaría a la pandemia con medidas razonables para proteger a la población mayor, aliviar la carga sobre la sanidad, educar a la población, proporcionar vitamina D y mascarillas a los más necesitados y aplicar medidas puntuales en zonas concretas que requieran reducir la velocidad de propagación. Hay que asumir que el virus no se puede erradicar, ni siquiera controlar en España sin una vacuna. Es lo que yo definía como el tercer y peor escenario cuando analicé por primera vez el riesgo del coronavirus allá por Enero. Mientras habrá que aprender a convivir con él. Lamentablemente no tenemos un gobierno responsable y nuestra economía está cayendo en un agujero negro que la gente y el gobierno no parecen ser capaces de vislumbrar. Nos esperan tiempos muy difíciles.
La pandemia es un catalizador. No es la causa de lo que está por pasar sino un acelerador tremendo de todas las tendencias que he estado analizando en el blog a lo largo de los años. Está haciendo que nuestra deuda se dispare a velocidad de vértigo. La crisis de consumo y de asequibilidad se va a agudizar dejándonos clavados en la deflación. Y ha dañado seriamente la demanda de petróleo, certificando el Pico de Petróleo que ya ha tenido lugar. Va a disparar la conflictividad social transformando y polarizando aún más el país. Las cosas que yo preveía que podían pasar en 10-20 años (en la década de los 30) van a suceder en 3-10 años. No se trata de participar de la cultura del miedo sino de gestionar el riesgo, de la misma manera que ver venir la pandemia nos ha permitido gestionar su riesgo y evitar convertirnos en sus víctimas.
Confío en que el invierno será mejor de lo que nos vaticinan en lo referente al coronavirus en España. La extrapolación nunca ha sido una buena técnica de predecir el futuro. Con o sin medidas la segunda ola está próxima a limitarse, aunque no tanto como nos gustaría.
7. Addendum 31 de Octubre
Dada la discusión generada en los comentarios sobre el efecto del ratio enfermeras por población sobre la mortalidad, añado dos nuevas figuras.
Fig. X1. Gráfica de los países con más de 200 muertos por millón por COVID-19 frente a su número de enfermeras por mil habitantes. Países europeos en rojo, americanos en azul, asiáticos en marrón y africanos en verde. Fuentes: World Bank y Statista (al 30 de Octubre).
Es obvio que no existe relación. La R^2 es ridículamente baja y la tendencia da un resultado absurdo de que a más enfermeras más mortalidad.
Sin embargo sí tenemos un factor que correlaciona con los muertos por millón, la rapidez en implementar medidas para reducir la transmisión en la primera ola:
Fig. X2. El confinamiento en los primeros días de la transmisión del virus está relacionado con una reducción del número de muertos por exceso. En las abscisas el número estimado de infectados el día del confinamiento. En las ordenadas el número de muertos por exceso por millón. Fuente: Financial Times.
No estoy diciendo que dé igual el número de enfermeras o la calidad de la asistencia, lo que estoy diciendo es que los datos demuestran que el problema de haberlo hecho mal ante la pandemia es político, no sanitario.