Muchos son los que confunden hoy en día Volatilidad y Riesgo. Y es que como riesgo deberíamos siempre definir la posibilidad de perder nuestros activos más allá del corto plazo, de forma más o menos permanente (aunque en este mundo nada permanece, claro); y como volatilidad deberíamos considerar la mera posibilidad de perder (o ganar) de forma temporal a corto plazo. Porque para la correcta progresión patrimonial a largo plazo, lógicamente lo vital es evitar los riesgos, mientras que la volatilidad no tiene porque ser el enemigo de la correcta evolución de nuestros activos, si los vemos con un mínimo de perspectiva. Por eso nosotros siempre hemos preferido manejar el concepto de potenciales pérdidas a corto plazo, que pueden -deben- conllevar muy poco o nada de Riesgo, y desestimar en general las inversiones de riesgo propiamente dicho, es decir, con mayor probabilidad de pérdida a medio, largo plazo o permanente.
Dicho todo esto, hoy os haremos unas cuantas reflexiones sobre la Volatilidad generalizada que se ha instaurado en el New Normal que nos está tocando vivir. Y también sobre la forma en que debemos adaptarnos a ella, sin perder de vista el objetivo vital de preservar el patrimonio y conseguir una óptima evolución a lo largo de los años. En este artículo daremos algunas directrices estratégicas de cual es el Norte que debemos tratar de encontrar para navegar en este mar en plena tempestad. La volatilidad de estas fuertes marejadas nos puede asustar, pero jamás debemos perder el rumbo y quedar a la deriva. Arrieros somos y en el camino nos encontraremos: "La Volatilidad no deja ver el Bosque"