¿Le prestaríamos nuestros ahorros a alguien insolvente que va a necesitar que un tercero, a su vez, le preste para devolvernos nuestro dinero? Si además poco le importan los intereses que nos va a tener que pagar y tan sólo le preocupa obtener crédito de quien sea, la respuesta será un NO rotundo ¿verdad?
Pues algo parecido le ocurre a la Generalitat de Catalunya, que acaba de entrar en el "selecto club" de las arcas públicas endeudadas que necesitan huír hacia adelante para no hacer default y atender los vencimientos de deuda anterior. Ya sé que muchos diréis que en esa situación se encuentran la mayoría de Estados y también infinidad de multinacionales que no vienen teniendo ningún problema para reemitir deuda que cubra los vencimientos anteriores. Y es absolutamente cierto. Pero eso no hace más que agravar y agrandar la dimensión y trascendencia del potencial problema.
No queremos hacer sangre a la Generalitat por endeudarse al 7,75% a un año (4,75% de interés nominal + 3% de comisión a los bancos por colocar la deuda catalana, de forma preferente a su pescado podrido habitual -ojo al dato, por menos de un 3% la banca prefiere vender su propia basura), sino abrir los ojos a aquellos inversores que prestan alegremente su dinero a empresas y Estados endeudados hasta las cejas. En todos esos casos, a pesar de lo rimbombantes que suenen sus nombres (Reino de España, entidades financieras, multinacionales de la telecomunicación, automobilísticas, Generalitat de Catalunya, y un larguísimo etc.), los inconscientes inversores necesitaran que dichos deudores puedan emitir y colocar nuevas emisiones de deuda en el mercado, antes del vencimiento de los papelitos de deuda recibidos a cambio de sus ahorros. Y hasta hoy las empresas no han tenido significativos problemas para conseguirlo en el
"old normal", como diría el gurú de la renta fija Bill Gross, pero con el "new normal" el escenario cambia radicalmente. No obstante, algunos Estados sí que sufren la sequía ya en la actualidad, y los bancos centrales han tenido que intervenir para regar su jardín de deuda con la liquidez suficiente para que no se colapsen en cadena (con liquidez infinita, no existe la insolvencia, claro está). Pero la sequía posiblemente avance de forma implacable con el "new normal", y precisamente de ahí puede venir el problema.
En un escenario de burbuja de crédito como el que nos está tocando vivir, no es en absoluto descartable el peligro de que en un futuro más o menos cercano, la marea se retire y podamos ver quién nadaba desnudo (parafraseando al genio de Omaha). Es decir, que el mercado comience a discriminar, y ya sería hora, la solvencia de unos y otros acreedores. Ante ese escenario de cuello de botella, muchísimas empresas y Estados (a los que no les lleguen los efectos del enésimo QE) sufrirán lo indecible, en relidad
lo que merecen, para conseguir renovar la confianza de sus acreedores. Y será entonces cuando podríamos ver cómo se encarecen hasta niveles insostenibles las refinanciaciones de la deuda de este tipo de dedores.Podríamos ver un porcentaje muy alto de defaults, sobre todo corporativos, con las consecuentes caídas en las cotizaciones de las emisiones no vencidas y en manos de inversores abofeteados por la realidad de un mercado de deuda cuya burbuja no da más de sí.
Una de las premisas de
Cluster Family Office para recomendar emisiones de deuda a nuestros Clientes en los últimos años, ha venido siendo la capacidad de los emisores para repagar a vencimiento sin necesidad de reemitir. Obviamente, este criterio de selección elimina de un plumazo la gran mayoría de emisores y emisiones recomendadas a diestro y siniestro por especialistos del mundo financiero. Tan sólo encontraremos un selecto y reducidísimo grupo de emisiones con rendimientos interesantes que provienen de empresas solventes en el mundo desarrollado (la deuda emergente come aparte).
Empresas que en su día emitieron puntualmente deuda para abordar proyectos específicos, pero para las que rolar su deuda no forma parte de su modus vivendi. Además del hecho de que suelen ser emisiones de pequeño tamaño (ilíquidas y con escaso papel, o sea muy buscadas y por tanto difícil de encontrar a un inversor que quiera vendérselas), deberemos acotar también los vencimientos al corto plazo, dada la incertidumbre del escenario actual en el que nos movemos. Haberlas haylas, sobre todo en el mercado nortemericano, ya que la mayoría de emisiones del mercado se realizan en USD, pero tienen un gran inconveniente: Éste no es otro que la capacidad y el derecho que se reservan sus emisores para amortizar anticipadamente dichas emisiones. Así pues, nos encontramos con que los emisores son tan solventes que prefieren devolver antes del vencimiento el dinero a sus acreedores, o en el peor de los casos reemitir actualmente con yields y volúmenes muy inferiores, aprovechando que la burbuja de crédito aún no ha explotado en la cara de los inversores.
En definitiva, como ya dijimos en anteriores artículos, cuidado con la renta fija. Porque hay mucho lobo famélico que mataría (en forma de tentadores rendimientos a cambio de nuestros ahorros que irían, inyectados directamente en vena, a su Tier1) por dar un lametón fatal a nuestros naífs e inconscientes cabritillos ahorrados y criados con mimo y esfuerzo. La travesía de un desierto casi infinito para muchos patrimonios, se va a convertir aún más en un mortífero campo de minas.