Lo prometido es deuda, tal y como dijimos en Octubre de 2009 (¡Dios, cómo detesto a veces tener razón...!), sólo que ahora podríamos ya añadir que la deuda son sólo promesas. Algunos Estados, entre ellos España, han entrado ya en barrena, en una espiral de la que no vamos a poder salir airosos. Es decir, que ahora tan sólo se trata de saber cuándo y cómo van a quebrar los Estados con dificultades. La lista de ellos es ya muy extensa, y creciendo.
El mundo occidental se ha convertido en un espeluznante juego del "tedebo", en el que se pierde la noción de lo que significan los ceros a la derecha de la cifra de deuda. Un ejemplo: el enorme sacrificio social que supone el plan para reducir 15.000 millones de déficit en España, debería ser 20 veces mayor para ser realmente significativo. Nos ahogamos en un océano de deuda pública y también privada, porque el cartucho del Estado salvador ya se ha quemado hasta tal punto que en el empeño nos hemos llevado por delante muchas arcas públicas de países, cuyos habitantes son familias que a su vez deben muchísimo más de lo que podrán pagar en toda su vida.
Esta semana ha sido Hungría la que reconocía su quiebra con alevosía, es decir habiendo falseado sus cuentas durante no se sabe cuánto tiempo y con la desidia de no se sabe qué organismos. Mañana serán otros, y me temo que de mayor calado. Y es que las quiebras o defaults que obliguen a una reestructuración de la deuda es un hecho imparable. Y dicha reestructuración o renegociación con los acreedores es la puntilla de la recuperación económica, al menos la europea.
Todos nos hemos apuntado al carro Keynesiano. Pero hemos obviado algo importantísimo, y no se trata sólo de si el modelo Austríaco o Keynesiano son opinables (que también), sino de que para apostar por el modelo de que el Estado genere demanda agregada necesitamos un Estado capaz y no en precario. Y esta precariedad existente en muchos Estados occidentales, especialmente los que nos apuntamos a jugar en la Champions del Euro descalzos y fondones, ha hecho que la solvencia de las arcas públicas hayan aguantado tan sólo un par de telediarios.
Ahora ya sólo nos queda la renegociación de la deuda o cruzar los dedos para que los auténticos Keynesianos alemanes y franceses tengan la amabilidad de salvar nuestras economías a costa de su empobrecimiento generalizado. ¿Creéis que esto va a suceder? Yo diría que podemos aguantar meses, tal vez un año o dos, pero me parece inverosímil que la Europa de rica (cada vez menos) se hunda con nosotros. Y menos si entramos en barrena con spreads más y más abultados. Al fin y al cabo, dichos spreads no son más que la constatación de que Mr. Market tampoco cree que PIIGS y centroeuropeos puedan seguir compartiendo moneda y política monetaria.
Un acrónimo el de PIIGS del que van cayendo las letras una a una. La liviana G de Grecia la han cogido al vuelo antes de que se hiciera añicos contra el suelo, pero algunas otras son mucho más pesadas y están al rojo vivo. A ver quién se atreve a impedir que se estrellen.
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Aquí tenéis también un reportaje que incluye algo de making-off del video que os he vuelto a incluír en este artículo porque me parece genial, así como unas reflexiones de Russ Roberts y Robert Skidelsky.
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