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Darwin, Crédito y Keynes

Charles Darwin descubrió, allá por los años 1831-36 que el pico extravagante de una especie de ave que encontró en la islas Galápagos, no era una casualidad caprichosa del azar. Era el resultado de generaciones de adaptación al medio, y sólo los más aptos, capaces, adaptados y versátiles sobrevivían. Bajo esta teoría todo encajaba. El mundo en su totalidad funciona bajo esa dinámica de que sólo los más aptos sobreviven lo suficiente para multiplicarse a su imagen y semejanza, generando así de forma automática, lenta pero eficaz la Evolución.

El mundo de los humanos no es una excepción, aunque es cierto que nuestro cerebro ha alterado el concepto de adaptabilidad al medio, y hoy en día los procesos tecnológicos han sustituido en gran parte las limitaciones físicas. Pero aún así la selección natural y la evolución del mundo en la actualidad, sigue fiel al concepto de que sólo los capaces de evolucionar en la correcta dirección tienen futuro.

Esa implacable ley universal ha marcado siempre la diferencia en el mundo empresarial. Las corporaciones bien gestionadas sobreviven e incluso fagocitan a la competencia más débil. Otras, simplemente mueren y desaparecen, incluso dejando a sus creadores en una complicada situación deudora que les impide o dificulta futuros reintentos empresariales. Es decir un proceso perfectamente comparable a la más eficiente selección genética de la naturaleza, donde los menos capaces se extinguen sin continuidad posible. Lógicamente cuando el entorno se vuelve hostil repentinamente, la escabechina es enorme, y sólo unos pocos elegidos superarán la dificultad.

Hoy estamos ante uno de esos tiempos en que el mundo empresarial se enfrenta a una situación muy hostil y relativamente súbita: Reducción drástica de las ventas y ausencia de crédito. En este escenario muy pocas empresas van a sobrevivir si la situación no mejora a medio plazo. La recesión/depresión es un proceso con inercias muy grandes y con pocas soluciones que vayan a cambiar su rumbo de forma ágil. Pero lo peor es que no es suficiente con reducir costes o gastos, porque prescindir del endeudamiento de la noche a la mañana es inasumible para la mayoría. Así, "buenos negocios" están cerrando porque la imposibilidad de renovar los créditos les arroja a situaciones concursales sin remedio. La pregunta que cabe hacerse es: ¿Podemos considerar "buenos negocios" aquellos cuya supervivencia depende de la financiación externa? No en este Nuevo Mundo.

Muchas voces exigen que los bancos vuelvan a generar el flujo crediticio suficiente para que esas empresas que ganaban dinero y que parecían estables, puedan seguir en pie. Parece que es culpa de los bancos que muchas empresas cierren, con los consiguientes despidos y miseria social. Quizá sea una injusticia, pero la realidad es que el entorno empresarial se ha vuelto muy hostil. El resultado es y será devastador, pero los empresarios quizá debamos lamentarnos menos y adaptarnos más al medio hostil en el que nos encontramos. Entre otros motivos porque muy probablemente el flujo crediticio no va a restaurarse en los niveles conocidos jamás, y también porque si lo hace moderadamente va a ser causando un deterioro macroeconómico muy considerable, creando a su vez un entorno también muy hostil para la mayoría de empresas.

Por todo ello, la consigna política y popularmente aceptada que exige a la banca una mayor circulación del crédito, es discutible aunque pueda ser justa. La trampa de morosidad en la que se ha metido la banca (no sólo la española), prestando temerariamente a cambio de inmuebles burbujeantes y solvencias frágiles, se va a ver agravada por los efectos de la propia depresión económica a corto plazo. Hoy la banca presta con cuentagotas, y lo hace por dos motivos: El primero porque los excesos cometidos asustan y el escarmiento es palpable; pero también porque los balances están en caída libre por sus extintos beneficios y, lo que es mucho peor, por su previsible fallida técnica que precisará de ayudas públicas de todo tipo. Materialmente la banca no puede permitirse prestar a mayor ritmo. Aunque quisiera hacerlo. Sus esfuerzos se centran en su propia supervivencia, y les crecen los enanos en forma de morosidad, incapacidad de gestión de inmuebles, caída del beneficio operativo, aprovisionamientos récord, etc.

Por todo ello, parece que Darwin estará más presente que nunca en los masivos cierres empresariales. En este nuevo mundo depresivo un "buen negocio" es incompatible con un endeudamiento ni siquiera moderado, a no ser que los propios accionistas financien la empresa, como está sucediendo en muchos casos. Estas empresas financiadas por sus propios dueños serán la especie que sobrevivirá al medio hostil al que nos enfrentamos, juntamente con las privilegiadas que no precisen endeudarse. De ellas será el futuro. Quizá deberíamos dejar de demonizar a la banca como si tuvieran la obligación de hacer circular ingentes cantidades de dinero (nuestro dinero) para mantener en pie a gigantes con pies de barro debido.

Ese modelo de crecimiento empresarial basado en la financiación externa ha funcionado durante décadas, y el crecimiento ha sido sostenido y espectacular, teorizándose mucho al respecto. Pero parece evidente que quedó atrás, a pesar de nuestra incredulidad. El presente y el futuro será de unos pocos privilegiados que deberán crecer y expandirse a menor ritmo, con apalancamientos muy moderados y unos balances mucho más sólidos. Al menos hasta que seamos capaces de concebir mayores crecimientos que no se basen en el apalancamiento crediticio, que esperemos que esta vez sean más sostenibles. Darwin será implacable con todas las empresas, incluidas entidades financieras, solo que a éstas les echará una mano Keynes.
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  1. #7
    23/06/11 15:21

    Reducir la Teoría de la Evolución de Darwin a la "supervivencia del más apto" es no comprenderla, de ahí su tan desacertada analogía con el funcionamiento de la economía y su uso adhoc como leitmotiv intelectual.

    Veamos algunas características difícilmente aplicables a la situación actual o a cualquier otra.

    1- La adaptación al medio: En realidad los organismos vivos no se adaptan genéticamente, sino que son genéticamente aptos o no lo son, nacen con una dotación genética con la que morirán. El único motor del cambio son las mutaciones genéticas, es decir, un proceso aleatorio y con una velocidad que no depende del entorno. En realidad, cuando vemos explosiones radiativas asistimos en muchos casos a la generalización de exaptaciones que, según muchos biólogos, es lo que son en realidad la mayoría de las adaptaciones.

    2- La flexibilidad al cambio: Bien al contrario, los sistemas biológicos deben contar con unos materiales previos muy concretos para generar cambios en su estructura. No todo es posible o no lo es con igual facilidad. En la naturaleza existen multitud de ejemplos de estructuras poco eficientes y en absoluto las "más aptas" pero que han sido lo único disponible dada la ocasión y han resultado lo suficiente para garantizar un funcionamiento mínimo ante un cambio del entorno (se suele mencionar el falso pulgar del oso panda que le permite comer bambú). El resultado ha sido en muchos casos que han facilitado la extinción por causas que incidían sobre la estructura pero actuando sobre otras diferentes (en el caso del panda su excesiva dependencia del bambú).

    3- La perpetuación de la estirpe: Podemos aducir fácilmente a esto la existencia de los callejones sin salida evolutivos a los que llevan en ocasiones acertados cambios en las características de las especies pero que acaban por "matar de éxito" a grupos enteros (como ha sucedido una y otra vez con la megafauna en diferentes épocas). El problema es que, como ya he explicado, los cambios genéticos son aleatorios y las modificaciones del entorno impredecibles. Si consideramos que los mercados son así ¿para qué tenemos asesores? Es más ¿por qué existen licenciados en economía?

    Más allá del chascarrillo, lo que intento transmitir es que Darwin logró explicar el proceso de especiación, es decir de creación de conjuntos de individuos con características diferentes de los de otros conjuntos de individuos y con los que no existe mezcla genética apreciable. Al hacerlo nos permitió comprender el proceso de extinción y conocer que éste, el de desaparecer, es el futuro de todas las especies. No obstante, este devenir no se desarrolla en paralelo necesariamente con el de la muerte de los individuos: una especie puede extinguirse pero la descendencia quizás se haya segregado lo suficiente en las últimas generaciones como para crear una nueva que sí sobreviva. Por supuesto habrá quien vea en esto cualquier paralelismo peregrino con el funcionamiento empresarial.

    Por desgracia, algunos ideólogos neoliberales con muy poco sustento científico utilizaron esta forma de razonar para justificar sus planteamientos. Posteriores análisis de teoría de juego (hay hasta una película al respecto) demostraron que este análisis carece de sustento matemático. Aunque quizás en lo que más se comprende lo desacertado de la analogía de este hilo es en la inexistencia de teleología en la evolución de las especies. No creo que nadie puede afirmar que el ejercicio económico sea aleatorio y carezca de finalidad.

    Un saludo

  2. #6
    26/02/09 11:03

    Wanjo, efectivamente, "el dinero de otros" se había desmesurado y estábamos muy ciegos viendo en ello algo natural.

    Kretan, estoy de acuerdo, aunque se ha intentado aguantar en pie a algunos "too big", pero es muy difícil sostener las cartas de un castillo de naipes cuando se derrumba.

    Bien visto, Picopaco, ese es el mismo efecto que advertimos que había sucedido con los hedge de Madoff. Para que el resto pudieran competir con unos resultados ilusorios debían arriesgar més de lo deseable. En este caso del crédito, el apalancamiento de los beneficios relegaba a las empresas con poco endeudamiento a la mediocridad o a la desaparición.

    Daniel, viajo el 5 de abril a ver si coincidimos.

    Anónimo, lo que dices es justo, pero lamentablemente irreal. Vamos todos en el mismo barco y si dejamos que cada palo aguante su vela, iremos más que a la deriva a pique. Las velas son tan enormes que todos los palos son pocos para sostenerlas. Es injusto pero necesitamos un sistema financiero sólido en el que asentar los fundamentos de la Nueva Economía.

    Salud y €.

  3. #5
    Anonimo
    25/02/09 22:29

    Quiza deba ser como vd. dice, pero entonces... para que sirve la banca?. Y porque debemos pagar a escote su pesima gestion? Asi como muchos empresarios estamos condenados a la quiebra, ni un euro, ni uno solo del estado para ayudar a aquellos bancos cuyo apalacamiento salvaje y riesgos desproporcionados los han llevado a la situacion actual. Que cada palo aguante su vela.

  4. #4
    Dalamar
    25/02/09 20:37

    Muy bueno Gurus, cuando estas por aqui? Ahora mismo estoy en Dubai!

    Un saludo,

    Daniel

  5. #3
    Anonimo
    25/02/09 04:26

    Excelente reflexión. Yo añadiría que a todo lo mencionado se une el agravante de que precisamente en estos últimos años de burbuja de crédito, el tipo de empresas que ahora sobrevivirían ha sido casi aniquilado, pues era casi imposible competir en esa vorágine de crecimiento y globalización sin recurrir al crédito.

    Vamos, que la adaptación que hace falta se parece más a la de una nueva glaciación o a la del cometazo que dicen que acabó con los dinosaurios...

  6. Top 100
    #2
    25/02/09 00:43

    Un aplauso resume perfectamente las mismas creencias que yo tengo... el credito se ha ido para no volver nunca jamas.. bueno tal y como lo hemos conocido... evidentemente seguirá habiendo crédito pero no como ha sido estos ultimos años que era una auténtica locura. Hay que adaptarse al nuevo medio sin lugar a dudas y solo los más fuertes resistirán.

    También coincido en la apreciación que muchos gigantes con pies de barro han de caer... los estados se centran en ellos por el poder destructor de empleos que pueden tener así como el poder destructor económicamente de su caída... pero no hay ma´s remedio... quizá una nacionalización de aquellos que puedan comprometer el sistema pero hemos de abandonar ese 'too big to fall' que se ha instaurado en los mercados... no podemos salvarlo todo y para que la gente vuelva a tener oportunidades y nuevos negocios, empresas, imperios puedan nacer otros de antiguos, obsoletos, hiperendeudados, etc han de caer

    un saludo.

  7. #1
    24/02/09 23:41

    Gurús Mundi:
    Muy interesante reflexión y magnífica "metáfora". En tu misma línea me gustaría comentar que en circunstancias normales la vida de la mayoría de las empresas que se creaban tenían una frontera de 7años, más o menos, según un estudio que no recuerdo la cita. Muchas morían antes. Las que pasaban de ese nivel de "madurez" eran las "buenas". Ahora, como bien dices eso no sólo es más duro sino que se ha puesto totalmente en cuestión la recomendación al recurso del apalancamiento financiero y que los "negocios buenos" son los que trabajan con el dinero de otros porque el riesgo a que le cierren el grifo ya es demasiado alto.
    Saludos

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