A muchos economistas se les viene a la mente Japón al analizar la avalancha de datos económicos que está presentando España en los últimos meses. Muy bajo consumo, elevado déficit público, exceso de deuda (pública y privada), caída de precios y muy modesto crecimiento. En algunos círculos comienza a darse crédito a la posibilidad de entrar en una etapa de deflación parecida a la que vivió el país nipón en la última década, un nefasto y raro fenómeno caracterizado por la caída generalizada de los precios.
Desde el punto de vista teórico, la deflación se desencadena por una disminución de la demanda, una oferta demasiado abundante y una contracción de la masa monetaria. En la práctica, supone fomentar el ahorro y postergar el consumo de los ciudadanos. Pero, desde el punto de vista de las inversiones, ¿cuáles serían las mejores opciones para rentabilizar el patrimonio financiero?