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Conservar la propia vida, la mejor inversión



Ayer nos volvió a sorprender la prensa con una nueva víctima de lujo de la crisis económica, el multimillonario alemán Adolf Merckle se suicidó tras perder hasta 1.000 millones en bolsa. Merckle era uno de los hombres más acaudalados de Alemania y figuraba en el puesto 44 en la lista de los hombres más ricos del mundo de la revista Forbes, pero según declaró la familia en un comunicado: "La situación de crisis económica de sus empresas ocasionada por la crisis financiera y la incertidumbre unida a ella en las últimas semanas, así como la impotencia de no poder actuar, han derrumbado al apasionado empresario familiar y ha acabado con su vida".

Anteriormente, la víspera de Nochebuena, el fundador de la firma de inversión Access International Advisors, el francés René-Thierry Magon de la Villehuchet, también se quitó la vida. El financiero estaba entre los principales afectados por la estafa de Bernard Madoff, al haber invertido otros 1.000 millones de euros, por cuenta de sus clientes, en el fondo piramidal.

Resulta preocupante, además, el aumento de suicidios en EE.UU., entre gente corriente, por la crisis financiera. En California, un administrador de inversiones desempleado pierde una fortuna y en un acto de desesperación mata a su familia y se suicida. En Ohio, una viuda de 90 años de edad se pega un balazo en el pecho al ver que llegan alguaciles con una orden de desalojo de su modesta vivienda. En Massachusetts, Carlene Balderrama, un ama de casa que ha ocultado a su marido la desesperada situación financiera en que se hallan, envía una carta a la empresa que está financiando su hipoteca, advirtiéndoles "Para el momento en que ustedes libren una orden de ejecución contra mi casa, estaré muerta". Balderrama se suicidó de un balazo, tras matar a sus tres amados gatos, dejando una póliza de seguros y una carta en la mesa informando de su decisión de quitarse la vida.

Detrás de cada uno de estos dramas, que podrían haberse evitado, hay exceso de ansiedad, estrés, depresión y otros desórdenes mentales. "No nos debería sorprender ni deberíamos subestimar las consecuencias de la actual crisis financiera", ha declarado Margaret Chan, directora de la Organización mundial de la salud (OMS) , en un encuentro con expertos, señalando que "la crisis incrementará los desórdenes mentales ya existentes". "Es evidente que el suicidio guarda relación con los desastres financieros", ha apuntado Chan. "Y no hablo de millonarios saltando por la ventana, sino de gente pobre", ha remachado.

Según datos de la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES), cerca del 3% de la población española, más de un millón de personas, padece una enfermedad mental grave, mientras que el 15% tendrá algún tipo de trastorno psicológico a lo largo de la vida.

Afortunadamente en España, que yo sepa, todavía no se han dado casos tan extremos como consecuencia de la crisis, lo cual no quiere decir que no deban tomarse las medidas oportunas para que no sucedan. Y algunas se están tomando, tanto en el ámbito público como privado:

El Ministerio de Sanidad y Consumo ha creado recientemente el Observatorio de la Salud Mental con la Fundación Española de Psiquiatría. En la rueda de prensa posterior a la suscripción del convenio entre el Ministerio y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, el Ministro de Sanidad, Bernat Soria, declaró que estamos "en un momento de crisis e incertidumbre económica" en el que "es especialmente importante extremar la vigilancia sobre estas enfermedades". Soria ha confesado que el Observatorio nace en un momento "especialmente necesario", porque "los desequilibrios en la vida cotidiana, los problemas económicos o la pérdida de empleo suelen ser origen de los problemas mentales".

Un buen amigo mío, psicólogo clínico del Hospital de Sant Pau en Barcelona, me indica que ellos, por ejemplo, ya cuentan con un plan de prevención, impulsado por el Hospital, que ha logrado reducir a la mitad el número de suicidios consumados en la zona de la Dreta del Eixample.

También hay ONGs como "El Teléfono de la Esperanza" que ofrecen, de manera gratuita, anónima y especializada, un servicio permanente de ayuda por teléfono o presencial para apoyar a las personas que se encuentren en situación de crisis emocional, y que asimismo proporcionan una serie de recursos profesionales eficaces para promover la mejora de la calidad de vida emocional de las personas y de las familias.

Y lo más importante de todo, ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros?. Si en nuestro entorno de relaciones, tuviéramos conocimiento de algún caso de desesperación extrema, tanto da si es por causas económicas o las que sean, nuestro deber es acudir en auxilio de la persona o personas afectadas, ayudar a mitigar su dolor y convencerle/s para aceptar ponerse en manos especializadas.

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