Tras una nueva semana de subidas y con el Dow Jones encaminándose hacia los 50.000 puntos y el S&P cerca ya de los 7.000 puntos, las preguntas que flotan en el ambiente siguen siendo las mismas de los últimos meses. ¿Se ha liberado la economía de las recesiones? ¿Hemos entrado en el crecimiento perpetuo? ¿Han entrado las Bolsas en un superciclo alcista de largo plazo? ¿Qué va a pasar con la gigantesca deuda acumulada? ¿Hay burbuja en las tecnológicas o al menos en las empresas vinculadas a la inteligencia artificial? ¿Es real la subida del bitcoin y otras criptomonedas? ¿Estamos a las puertas de un “crash” o va a continuar el “everything rally”?
En su etapa tardía, cuando daba clase en Estados Unidos, al parecer un alumno preguntó a Einstein por qué había repetido las mismas preguntas en un examen de un año a otro, a lo que Einstein respondió que las preguntas eran las mismas, pero las respuestas eran diferentes a las de hacía un año. Algo de eso nos pasa cuando intentamos responder a todas esas preguntas que siguen ahí desde hace meses y a las que no acabamos de encontrar una respuesta convincente. Tal vez para encontrarla deberíamos despojarnos de las viejas ideas y buscar una mirada diferente. Es decir, tratar de ver si hay o no elementos nuevos que han cambiado de forma estructural la forma en la que se mueve la economía.
Es verdad que la idea de que “esta vez es diferente” es muy peligrosa en economía, porque todo se repite, pero hay que abrir por lo menos la opción de que tal vez la espectacular subida de los mercados no sea solo y exclusivamente debida a una especulación desatada que va a acabar en un desastre monumental, sino que pueda haber factores fundamentales que la expliquen.
Y es especialmente interesante hacerlo tras una semana en la que el Eurostoxx ha subido un 1,2%, el Dax, el Ibex y el Mib un 1,7%, el Dow Jones un 2,2% (cerrando el viernes en nuevo récord y por encima de los 47.000 puntos por primera vez en su historia), el S&P un 1,9%, el Nasdaq un 2,3% y el Russell 2000 un 2,5%. Subidas que también se han producido en las Bolsas asiáticas con el Nikkei subiendo un 3,6% en la semana y ya a punto de llegar a los 50.000 puntos, y con el Shanghai Composite subiendo un 2,9%.
Esas alzas semanales se producen tras una subida casi vertical desde abril, que sitúa a todos los grandes índices con fuertes ganancias acumuladas desde el uno de enero, y que ha llevado a empresas tan diversas como Alphabet, American Express, Ralph Lauren, Advanced Micro Devices (AMD), Micron o Palo Alto Networks a alcanzar su récord histórico el pasado viernes, por no hablar de Apple, que igualmente superaba sus máximos históricos de todos los tiempos la semana pasada.
Estamos viendo una dinámica continua en las Bolsas que sigue el mismo patrón, a saber, saltos exponenciales de valor en determinados activos, para luego digerir esos saltos durante un cierto periodo en el que el dinero se mueve hacia otros activos que se habían quedado rezagados. Es la rotación o, mejor dicho, la “circularidad”, el movimiento circular del dinero en el que las elevadas ganancias conseguidas en ciertos activos o compañías se realizan parcialmente para invertir en otros activos. Lo que explica, por ejemplo, la subida del Russell 2000 de estos tres últimos meses, o la ya mencionada subida de Apple esta última semana, a la vez que, por ejemplo, Netflix recortaba casi un diez por ciento, o el relevo en las Bolsas europeas del sector defensa por el sector de lujo, con empresas como Kering subiendo un 7% en la semana o Ferragamo subiendo un 16%. Hemos visto también la mini corrección del oro y la plata, calificada por algunos como “desplome” y que es solo una moderada toma de beneficios. Al final, los índices y los activos en general suben, pero dentro de ellos hay trasvase de dinero desde unos componentes a otros.
¿Qué está pasando y dónde acaba todo esto, hasta dónde va a llegar? ¿Hay burbuja? ¿Va a explotar?
Si nos preguntamos qué puede poner fin a esta fiesta bursátil, la única cosa que vemos que podría frenar las alzas o explosionar el sistema sería una contracción de la liquidez, y no parece que esa contracción vaya a tener lugar. Hemos venido insistiendo todo el verano en que estamos entrando en una nueva galaxia monetaria y financiera. Hay más dinero en el sistema que nunca y lo va a seguir habiendo pero, además, la forma de moverse el dinero cambia y su velocidad de circulación se multiplica. Por un lado, está la oferta monetaria tradicional, que se mantiene o crece porque los bancos centrales no pueden cortar la provisión de liquidez sin generar un derrumbe económico, y porque el sistema financiero sigue ideando fórmulas para ampliar más y más la financiación a la economía. Por otro lado, está la oferta monetaria adicional que genera el nuevo dinero digital procedente de las “stablecoins” y de las criptomonedas, con el bitcoin y el ether a la cabeza.
No cabe esperar, por tanto, una contracción de la liquidez. Obviamente, el alza de las Bolsas no se debe solo al crecimiento de la oferta monetaria. Hay otras causas para explicar la subida, como los buenos resultados empresariales, confirmados una vez más con los del tercer trimestre que se están publicando estos días, o como el buen tono de la economía, que ha evitado la recesión y que, como se ha visto con el dato de IPC norteamericano, publicado el pasado viernes, mantiene la inflación en el 3% en Estados Unidos y cerca del 2% en la zona euro. Si fallasen estas causas, las Bolsas dejarían de subir, pero no se aprecian amenazas serias al escenario de crecimiento positivo, aunque moderado, y al escenario de buenos resultados empresariales. Por tanto, a corto plazo, mientras se mantenga la enorme liquidez del sistema, y no hay indicios de que vaya a decaer, no habrá cambio de tendencia.
Ahora bien, en el medio plazo, y esto respondería a la pregunta de dónde y cómo acaba la fiesta, no basta con que haya liquidez, no basta con que haya dinero, además hay que utilizarlo bien. El dinero abundante mal utilizado produce dramas y el dinero bien utilizado produce progreso. Por tanto, el que a medio plazo vayamos a un desastre o no depende de cómo se utilice el dinero, y no entenderlo así es posiblemente uno de los errores más peligrosos en los que podemos caer.
Y desde esa óptica hay que enfocar, en nuestra opinión, a medio plazo, tanto la situación de la deuda pública como la de la aparente burbuja de la inteligencia artificial.
En primer lugar, las actuaciones de los gobiernos y de los Tesoros. Podemos valorar, por ejemplo, situaciones como la del Tesoro francés y eventualmente en el futuro otros altamente endeudados, entre los cuales está el nuestro. Cada uno podemos tener nuestra idea de qué gobiernos están utilizando bien el dinero que les proporcionan sus abultadas deudas y cuáles lo están utilizando mal, pero podemos tener la certeza de que quienes lo utilicen mal lo van a pagar muy caro, y sus economías irán a menos.
También desde esa óptica de la utilización buena o mala del dinero es desde la que hay que abordar la pregunta de moda: ¿hay burbuja en la inteligencia artificial? ¿Hay burbuja en las tecnológicas? La duda es si esos trillones de dólares (americanos) que se están canalizando hacia la inteligencia artificial (solo Open AI ha anunciado un trillón de dólares de inversión) van o no a tener retornos, tanto a nivel general de mejora de la productividad y del crecimiento económico, como a nivel particular de cada inversor. Nuestra apuesta es que sí habrá retorno, aunque obviamente por medio para algunos inversores habrá, sin duda, fracasos e inversiones fallidas, en línea con la idea de Jeff Bezos de las burbujas “buenas”. Es decir, hay exageraciones que se pagarán, pero en su conjunto hay un modelo de valor.
En resumen, hay y seguirá habiendo dinero para financiar la gran transformación necesaria en la economía global, una transformación que va mucho más allá de los aranceles, la inteligencia artificial y la revolución tecnológica, que facilitan muchísimo esa transformación. Hay un modelo viable para hacerla, basado en la combinación de crecimiento, inflación y represión financiera, y el resultado final como siempre dependerá de cómo se gestione el modelo. Y, precisamente por eso, el resultado no será igual para todos, por el contrario, será muy desigual, casi “darwinista”.
Entramos en una semana importante para analizar todos estos temas, porque publican sus resultados trimestrales nada más y nada menos que las “cinco magníficas”, es decir, Microsoft, Alphabet, Meta, Apple y Amazon. Publican, además, muchas otras compañías tanto en Europa como en Estados Unidos y se reúnen la Fed, el BCE y el Banco de Japón, esperándose que la Fed vuelva a bajar los tipos.
No vemos mucho recorrido adicional al alza, pero apostaríamos por un fin de octubre tranquilo para cerrar un buen mes en el que se han superado muchos obstáculos (tensiones comerciales con China, inestabilidad en Francia, cierre del gobierno americano…) gracias a la liquidez abundante, a una situación macroeconómica estable y a unos buenos resultados empresariales.
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Artículo originalmente publicado en r4.com. El presente artículo de opinión no presta asesoramiento financiero personalizado. Ha sido elaborado con independencia de las circunstancias y objetivos financieros particulares de las personas que lo reciben. El inversor que tenga acceso al presente artículo de opinión debe ser consciente de que los instrumentos a que el mismo se refiere pueden no ser adecuados para sus objetivos específicos de inversión, su posición financiera o su perfil de riesgo ya que éstos no han sido tomados en cuenta para la elaboración del presente artículo de opinión, por lo que debe adoptar sus propias decisiones de inversión teniendo en cuenta dichas circunstancias y procurándose el asesoramiento especializado que pueda ser necesario. Los datos han sido elaborados por el autor / es con la finalidad de proporcionar información general a la fecha de elaboración y está sujeto a cambios sin previo aviso. Este artículo está basado en informaciones de carácter público y en fuentes que se consideran fiables, pero dichas informaciones no han sido objeto de verificación independiente por cualquiera de las entidades del Grupo Renta 4 por lo que no se ofrece ninguna garantía, expresa o implícita en cuanto a su precisión, integridad o corrección.
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