En el pueblo en el que me crié, mi padre tenía un huerto con muchos naranjos. No nos comíamos ni una décima parte de la cosecha, así que regalaba la mayoría de naranjas, que eran buenísimas.
Luego, en otro momento, nos hartábamos de hortalizas, frutas y otras cosas (incluyendo gallinas y huevos) que mi padre nunca cultivaba, pero que nos regalaba porque los vecinos a los que habíamos regalado las naranjas, también tenían excedentes de esos productos.
Todo natural, sin tanta química ni hormona ni historias varias como hoy en día.
Eso es cultura del regalo.
Muchos amigos míos han capeado la crisis sin ingresos pero sin pasar hambre precisamente por esta cultura.
La cultura empresarial moderna está tomando muchas decisiones numantinas, destinadas al fracaso. En parte, porque saben que no les queda mucho más. Insisto que en la empresa en la que estoy lo tienen claro.
Por cierto, he dicho en varias ocasiones que las baterías del Leaf 'viejo' de recambio se vendían por debajo de precio de coste. Como es evidente, eso no les salía a cuenta, pero consideraban las pérdidas de un mercado minoritario como un mal menor para conseguir dos cosas: posicionamiento e información.
Pero ahora que tienen ambas, han hecho lo clásico. Han sacado un nuevo modelo muy alabado, con una batería un 25% mayor en capacidad, pero con un precio (que nadie ha preguntado en la prensa de habla hispana, por cierto) 50% más elevado, de tal manera que al menos no tienen pérdidas (ni ganancias). De esta manera cortan el reguero de pérdidas con las baterías, obsoletando de paso los 'modelos viejos'.
Y a pesar de ello, se deshacen del negocio de las baterías (justo al revés que Tesla), puesto que no sólo no es su mercado, si no porque así se quitan de encima una división que no es rentable.
Insisto en que el mercado de Tesla, los juguetes caros para ricos, es el único válido. Un análisis detallado como el que ya hice en su tiempo me lo dejó clarísimo, sólo que a mí me costó un año y medio el pensar, recopilar datos y calcular para llegar a lo obvio, mientras que Elon seguramente lo vio directamente y mucho antes que yo.
Mercedes, y probablemente Toyota, sin embargo, lo tenían clarísimo también, pero no querían, no pueden, jugarse su reputación con algo de este calibre. Por eso apoyaron a Elon Musk al principio. Toyota lo sigue apoyando, Mercedes ya ha decidido que empieza a ser hora se sacar sus competidores en el segmento si quiere sobrevivir.
De todas maneras, la electrónica no tiene mucho futuro. Samsung lo sabe, como Apple y como Foxconn, y por eso la primera ha comprado un competidor de mi empresa, Magneti Marelli, mientras que los otros avanzan por otras rutas.
El único escenario que les queda a las electrónicas es la fabricación de cochecillos electrónicos. Uber, Google (no sólo el Goggle car, si no que ahora ya tienen una app para competir directamente con Uber), Apple, Foxconn, Samsung (que, por otra parte, fabrica coches en Corea del Sur con el nombre Samsung - Renault) solo tienen un reducto en el que montar su Numancia particular antes del fin de la electrónica.
Del mismo modo, a Internete también le doy caducidad. Incluso es probable que yo llegue a ver su fin (sólo tengo 45), aunque ese pasará desapercibido.