Esta gentuza se ríe de lo humano y de lo divino, no sólo no las importa estar todos los días de fiestorro en el Rizt o en el Palace a costa de las miserias del populacho sino que encima entran bajo palio en las catedrales pasándose las leyes de la iglesia por el... la cospe madre soltera in vitro y separada y el florero por lo civil, que me parece muy bien que hagan los que se las ponga pero que prediquen con el ejemplo.
La Iglesia católica se opone a cualquier tipo de tratamiento de reproducción asistida y los rechaza por antinatural. Para la Iglesia toda fecundación fuera del acto sexual comporta un modo no humano, no natural e incompatible con la dignidad del nuevo ser concebido.
Por eso se plantea como objetivo intervenir con leyes en el campo de la fecundación artificial, para contrarrestar la permisividad actual.
Las enseñanzas de la Iglesia sobre la fecundación artificial dejan bien claro que el método técnico utilizado no puede sustituir al acto conyugal. La Iglesia la condena: la «fecundación heteróloga es el adulterio en probeta».
La Iglesia rechaza estas técnicas de fecundación por considerarlas contrarias a la moral ya que intervienen la masturbación y la fecundación artificial. El papa Pío XII fue uno de los primeros en condenarlas por inmorales.
Desde 1949 el Papa Pío XII condenó la inseminación artificial y en 1956 la fecundación in vitro. También la donación de esperma.
Para el papa Benedicto XVI el don de la vida humana debe realizarse en el matrimonio mediante los actos específicos y exclusivos de los esposos, de acuerdo con las leyes inscriptas en sus personas y en su unión.
El fuerte rechazo de la Iglesia llevó a que algunos curas rechazaran otorgar el sacramento del bautismo a niños nacidos mediante el uso de la reproducción asistida aduciendo que la Iglesia no admite que se administre el bautismo en estos casos.
El matrimonio no confiere a los cónyuges el derecho a tener un hijo, sino solamente el derecho a realizar los actos naturales que de suyo se ordenan a la procreación. Es moralmente ilícita la fecundación de una mujer casada con el esperma de un donador distinto de su marido. La fecundación artificial heteróloga es contraria a la unidad del matrimonio, a la dignidad de los esposos, a la vocación propia de los padres y al derecho de los hijos a ser concebidos y traídos al mundo en el matrimonio y por el matrimonio. El recurso al esperma de una tercera persona constituye una violación del compromiso recíproco de los esposos y una falta grave contra aquella propiedad esencial del matrimonio que es la unidad pues priva a la fecundidad conyugal de su unidad y de su integridad. Constituye una ofensa a la vocación común de los esposos a la paternidad y a la maternidad. Pero la inseminación artificial homóloga (con semen del propio marido) dentro del matrimonio tampoco es admitida.
El Papa Pablo VI, en la encíclica Humanae Vitae dijo:
El acto conyugal significa no sólo el amor, sino también la fecundidad potencial, y por esto no puede ser privado de su pleno y adecuado significado mediante intervenciones artificiales.
Catequesis del 22 de agosto de 1984
El cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, en referencia a la aprobación en el Congreso de los Diputados de la Ley de Técnicas de Reproducción Humana Asistida en 2006, había dicho el 16 de febrero de 2006 que «hay algunas cosas que desde la conciencia cristiana no se pueden aceptar». La Conferencia Episcopal española había animdo a los diputados católicos españoles a no apoyar esa ley con su voto