Sin hacer autocrítica (como viene siendo costumbre en él) por los resultados electorales de Galicia y el País Vasco, Pedro Sánchez ha dicho que mantiene su convicción de intentar formar gobierno en este mes que queda para que se disuelvan las Cortes Generales y España afronte las terceras elecciones generales en un año.
A su vez, el propio Sánchez ha informado de que al Comité Federal de este próximo sábado, le seguirán primarias para elegir Secretario General el 23 de octubre y un Congreso del PSOE en diciembre.
La estrategia de Pedro Sánchez, consciente de que seguirá ocupando la Secretaría General (eso parece a día de hoy), es apuntalar su puesto desde la legitimidad de la militancia bajo esas primarias, en clave de plebiscito, para acallar las voces críticas dentro del partido, que no son pocas.
Pedro Sánchez debe elegir: seguir al frente del PSOE, un partido dividido y que sufre electoralmente derrota tras derrota; o, por el contrario, anteponer la supervivencia del PSOE a la suya propia, dar un paso al lado y que el partido comience una fase de renovación, más necesaria que nunca, puesto que en la izquierda hay otro partido a su sombra.
Desde que ocupa la Secretaría General, el PSOE ha perdido votos en todas y cada una de las elecciones que han tenido lugar en este periodo de tiempo: Andalucía, municipales y autonómicas de mayo de 2015, Cataluña, 2 generales (obteniendo las peores marcas electorales del PSOE en unas elecciones generales de forma consecutiva, 90 y 85 escaños) y las más recientes, Galicia y País Vasco.
Por si fuera poco, el proyecto de gobierno de Pedro Sánchez es inverosímil, por dos razones. La primera es que Unidos Podemos y C’s están vetados entre ellos, por lo que es imposible ver el gobierno de 3 que tanto ansía Sánchez desde diciembre. La segunda razón, el apoyo de los independentistas. Estos partidos están en otra cosa que no es la gobernabilidad de España, sino la ruptura con ésta. Una demanda que el PSOE no puede asumir ni satisfacer.
Pedro Sánchez quiere seguir ocupando su sillón en Ferraz. Quiere seguir atrincherado en una Secretaría General que, poco a poco, está acabando con el PSOE. Un atrincheramiento bajo la legitimidad del apoyo de la militancia socialista, pero poco más.
Ni barones ni electores quieren al PSOE, y así se ha demostrado. Sánchez es un perdedor que no sabe perder, como un niño pequeño cuando cree que todo lo hace bien y no entiende el castigo de sus padres. Sánchez piensa que todo lo hace bien con el «no es no», pero el auténtico «no es no» se lo han dado los votantes en las elecciones que se han ido sucediendo desde que es Secretario General. De momento quiere seguir con el cuento, ¿aprenderá algún día?