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Idiomas y Economía

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Idiomas y Economía

LA ECONOMÍA Y LA CUESTIÓN DE LOS IDIOMAS
JUAN VELARDE FUERTES
www.abc.es

«El índice de fraccionamiento etnolingüístico se relaciona negativamente con el crecimiento». Esa expresión se contiene en el importante artículo de Xavier Sala i Marín, Gernot Doppelhofer y Ronald J. Miller «Determinants of Long-Term Growth: A Bayesian Averaging of Classical Estimates (BACE) Approach» aparecido en «The American Economic Review», septiembre 2004. En Irlanda, su espectacular crecimiento actual se debe al masivo empleo del inglés y la reducción del gaélico a una lengua familiar y muy poco más.

Pero hay que andar con cuidado, si es que se quiere acertar en el camino de una economía opulenta al creer en un aserto, probablemente de origen mercantilista, que conviene rectificar. El de que una simple agrupación de personas que hablan el mismo idioma, tiene por sí misma, ventajas importantes y es capaz de generar un fuerte desarrollo. El suajili es hablado por millones y millones de africanos. Es evidente que la mala política económica, la corrupción, las guerras con los vecinos e intestinas, la carencia de buenas administraciones, las enfermedades endémicas, las dificultades ofrecidas por la naturaleza, van a impedir durante muchísimo tiempo que en ese ámbito se genere desarrollo serio alguno. La colosal población china, por sí misma, no ofreció ninguna base para el desarrollo. Cuando comenzaba el siglo XXI tenían los chinos, en paridad de poder adquisitivo, algo así como el 6% del PIB por habitante de los españoles, según Angus Maddison, y aun así presenta su economía muy serias dificultades estructurales para alcanzar niveles de bienestar material parecidos a los nuestros. Es evidente su fuerte crecimiento actual. Pero como señala Adam Lashinsky en su artículo «How to best on China´s growth», publicado en «Fortune», 4 octubre de 2004, «la de China es la historia del crecimiento económico más explosivo e intrigante que obviamente nos ha deslumbrado por algún tiempo. Mas las historias de este tipo proporcionan una amplia evidencia de que esa expansión dinámica no tiene lugar sin riesgo de decrecer pronto».

Estas son las dos cuestiones clave: la fragmentación lingüística frena el desarrollo pero, por sí misma, una lengua no es capaz de impulsar el desarrollo. Acaba de publicarse, en este sentido un libro que no debe dejar de leerse precisamente ahora, porque se refiere muy específicamente a la cuestión de Cataluña. Es el de Amado Alarcón Alarcón, «Economía Política e Idiomas. Intercambio lingüístico y sus efectos sobre la eficiencia y la distribución» (Consejo Económico y Social, 2004), donde, por cierto, se aplica en el análisis de los datos cuantitativos de modo muy nuevo la teoría matemática de subconjuntos borrosos. Así se nos explica, entre otras cosas, cómo «la ampliación de los mercados en los que se desenvuelve la actividad socioeconómica de Cataluña implica homogeneización lingüística a favor de idiomas mayoritarios, como el castellano y el inglés, por el mayor valor de cambio de éstos, en detrimento de idiomas internacionalmente minoritarios, como el catalán». Finalmente, en relación con la ley catalana 1/1998 de política lingüística, nos encontramos con que «Las políticas lingüísticas de defensa del idioma catalán sólo se logran establecer en aquellos sectores sociales menos estructurados... como el colectivo inmigrante... Así... es que no se regulan públicamente los aspectos que pueden suponer costes para las empresas o para los trabajadores».

Y he aquí que aparece un elemento nuevo que recoge muy oportunamente Alarcón Alarcón, al subrayar que «tienen cada vez mayor incidencia sobre la diversidad lingüística», los procesos de integración económica y de sus unidades políticas gestoras -pensemos de inmediato en la Unión Europea-, las prácticas lingüísticas de las empresas multinacionales y «el desarrollo de nuevas tecnologías de la comunicación y de la información. De ahí la importancia en el enlace del idioma y la economía». El que