Si cuento varios casos de cómo y por qué ha habido que hacerlo igual a alguno se le ponían los pelos como escarpias.
Parece que ir a la empresa donde trabajas a insultarte (y cuando digo insultos digo insultos muy gordos) sea un deporte nacional por que además "el cliente siempre tiene la razón".
Si voy al panadero de mi pueblo y le miento a la madre en el local de su negocio de la hostia que me suelta doy veinte vueltas de campana. El bancario de turno encima tiene que hacer reverencias...en fin.
Volviendo al tema, en efecto, una aplicación literal de lo que pone en muchos contratos obviando "pactos verbales con el director que estuvo aquí hace 7 años" suele ser suficiente en la mayoría de los casos.
Saludos