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Por qué la Argentina pierde competitividad

En el último tiempo, la moneda brasileña se ha ido depreciando frente al dólar estadounidense, mientras que el peso argentino se ha mantenido casi invariable, lo cual ha implicado una apreciación nominal de la moneda argentina en relación al real. ¿Puede provocar esto una avalancha de productos brasileños hacia Argentina? ¿En dónde debe poner el foco la política económica del gobierno argentino para evitar problemas en la balanza comercial?

No solamente la apreciación nominal del tipo de cambio bilateral entre Argentina y Brasil, preocupa al gobierno de Cristina. Probablemente sea más preocupante la dinámica que observan los precios internos en Argentina en relación a lo observado en la economía brasileña.

Mientras en Brasil los analistas de mercado anticipan para todo el 2010 una tasa de inflación minorista del orden del 5,6%, en Argentina, la tasa de inflación minorista no bajará del 20%, aunque los datos oficiales difundidos por el Indec, se esfuercen por demostrar lo contrario. Así, con una tasa de inflación que es casi cuatro veces la tasa de inflación de la economía brasileña, si Argentina deseara mantener su competitividad, debería llevar el tipo de cambio nominal a un rango de $4,85-$4,9, aunque ello implicaría la necesidad de aumentar el ritmo devaluatorio a futuro para mantener el nivel de competitividad.

La inflación en Argentina se ha ido acelerando lo que está produciendo reclamos salariales superiores al 30% por parte de la mayor parte de los gremios. Algunos gremios hasta lograron incrementos del 45%, lo que evidencia claramente el reconocimiento por parte del empresariado de la aceleración inflacionaria que está padeciendo la economía.

El deterioro del tipo de cambio real bilateral con Brasil mantiene en alerta a los exportadores argentinos. Las medidas para arancelarias que ha intentado ensayar el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, han demostrado con claridad su ineficacia.

Incluso, las medidas que buscaron limitar las importaciones principalmente de productos chinos y brasileños, han generado mayores males que beneficios para la balanza comercial y las perspectivas de crecimiento de la economía argentina. Tal ha sido la amenaza de represalias por parte de los países afectados que Cristina Kirchner debió salir apresurada a asegurarle a Lula da Silva que: “No hubo freno al ingreso de productos, ni los habrá”.

Argentina ve cómo se deteriora su situación externa a medida que va perdiendo la competitividad que le ha permitido disfrutar el tipo de cambio depreciado luego del final anunciado del sistema de convertibilidad.

En un artículo de Fernando Gutiérrez para iProfesional, se reflejaba la preocupación del gobierno argentino a la depreciación observada por el real en el presente año, que inició intercambiándose a R$ 1,7 por dólar y actualmente se ubica en un rango de R$ 1,8 a R$ 1,9 rodeado de una alta volatilidad.

Este comportamiento al alza de la moneda brasileña podría generar una peligrosa respuesta devaluatoria por parte de Argentina para “mantener” la competitividad del tipo de cambio.

Sin embargo, este camino que elegiría el gobierno argentino resulta incompatible con una política económica pro consumo que está llevando adelante en estos momentos. ¿Cuál podría ser el resultado de dos acciones que resultan contradictorias entre sí? Un fuerte impulso inflacionario. Si la tasa de inflación minorista interanual se encuentra en estos momentos por encima del 20%, una depreciación del tipo de cambio nominal suficiente como para recuperar parte de la competitividad cambiaria perdida, la llevará bien por encima del 30% y con altas probabilidades de acelerarse.

¿Es realmente el real brasileño el verdadero problema de la balanza comercial bilateral entre Argentina y Brasil? Si tenemos en cuenta que Argentina ha tenido en los últimos años un déficit de la balanza comercial bilateral permanente, incluso cuando el real alcanzaba sus máximos respecto al dólar, que sólo se ha transformado en superávit durante un par de meses cuando la crisis golpeó con fuerza a la economía argentina, queda en claro que no es la cuestión del tipo de cambio nominal lo que está afectando a las cuentas externas de Argentina.

En una economía en la cual, las negociaciones salariales se producen todos los años y amenazan con realizarse cada vez en un menor lapso, imagino que el productor de bienes exportables encuentra por el lado de los costos laborales sus mayores preocupaciones.

Por otra parte, esta alta tasa de inflación, combinada con los cambios permanentes e impredecibles de las reglas de juego, desincentiva todo tipo de inversiones que los empresarios puedan realizar para mejorar sus tecnologías de producción. Esto golpea a la competitividad de la economía y es quizás uno de los elementos principales de la fragilidad y dependencia en los productos primarios, de la balanza comercial del país.

No caben dudas de que si Argentina pretende mantener su competitividad frente a Brasil, el camino seguro es a través de un control de la dinámica inflacionaria en primer lugar, y de políticas de estímulo que apunten a mejorar la productividad de la economía en un contexto de reglas de juego claras. Y para controlar la dinámica inflacionaria, qué mejor alternativa que apuntar a la disciplina fiscal. Este camino puede ser más largo en términos de resultados concretos, pero sin dudas será el más seguro y el único que puede brindar resultados permanentes.

Si bien esta alternativa es la más sana, es al mismo tiempo, la menos probable en un país que se aproxima a un escenario electoral que será enfrentado por el gobierno con la única arma que sabe manejar y que es la política fiscal irracionalmente expansiva.

Sin dudas Argentina está jugando con fuego al querer impulsar el crecimiento de la economía a través de un incontrolable estímulo del consumo doméstico. Las presiones de inflación van en aumento y amenazan con generar una incontrolable espiral inflacionaria, de las que ya ha padecido la economía argentina. Y si encima la respuesta al debilitamiento del real frente al dólar, sea una depreciación del tipo de cambio nominal, el resultado puede ser catastrófico.

Horacio Pozzo

ValorMundial.com

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  • Dólar Estadounidense (USD)
  • Economía
  • Brasil
  1. #1
    09/06/10 12:11

    Algún día Argentina tendrá que controlar su déficit y su inflación. Para ello se necesitará un Gobierno fuerte o una concienciación Social como la que tuvo España en el '77.

    Argentina siempre ha sido una de las naciones con mayor crecimiento del mundo, superando en algunos años de los siglos XIX y XX a Estados Unidos y Uruguay.

    Pero otra seña de identidad de Argentina es su gran populismo en cuanto a mitos y héroes que nació con la Guerra de Idependencia y la Guerra de la Banda oriental.

    Este populismo la ha llevado avocada a medidas económicas que nunca han sido demasiado buenas y que siempre han llevado a favorecer a sectores de la oligarquía o a la gran masa de las ciudades, pero sin ningún sentido económico.

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