Algunos dichos resultan irritantes aunque estén cargados de verdad. Uno de ellos es ese que dice: ‘De Santa Bárbara sólo nos acordamos cuando truena’’.
Tal vez sea el tono de reproche con el que nos lo dicen nuestras abuelas o pueda que sea el número de veces que nos toca escucharlo. En cualquier caso parece que es ese tipo de sentencias que sirven para cualquier ocasión. Incluído la operación en bolsa.
La prevención parece una regla de oro, ¿quién puede dudar de que estar preparado para cualquier evento negativo puede ser malo?
Pues yo. Y tengo mis razones.
En el mercado los errores se pagan. En ocasiones puedes tener suerte y librarte, pero lo normal es que te toque engrosar las pérdidas. ¿Cómo puedo decir que la prevención es mala?
La prevención como tal no es mala, pero el problema reside en la relación que hay entre riesgo y beneficio. Es algo que he podido confirmar hace poco.
Por diversas razones durante unos meses ha bajado mucho el tiempo que le puedo dedicar al trading. A pesar de lo cual no quería dejarlo de lado. Hacía falta adaptarse al nuevo contexto.
Después de varias pruebas decidí que mi solución sería cambiar de forma temporal mis estrategias de referencia por otras más seguras y, sobre todo, más tolerantes a los errores. De esta manera podría vigilar menos el mercado sin que se resintiera la media de resultados.
De hecho hice algo que no me gusta nada: coger un modelo de estrategia y aplicarlo tal cual. No estoy cómodo con eso.
Y no es que el modelo de partida sea malo, que no lo es. Es que me gusta adaptarlo a mi forma de trabajar con baja capitalización antes de usarlo. Me familiarizo, veo como respira y casi siempre le hago alguna modificación.
El mercado ha sido cómodo y no he tenido que hacer prácticamente nada. Pero las sensaciones no han sido buenas. Tal como dice el dicho con el que he encabezado la entrada, yo estaba preparado antes de que llegaran los supuestos truenos.
Al final no es no lloviera, es que ni siquiera chispeó y el peso de las protecciones hizo que el margen de beneficio fuera pequeño; además de estar en el mercado un 30% más de lo que suelo. Se me ha hecho larguísimo.
Más tiempo en el mercado, menor beneficio... Encima el margen para los ajustes también era pequeño. Uno o dos, poca cosa antes de rendir los beneficios.
Para casos especiales como el que he vivido puede ser una solución, pero en el resto de casos unas protecciones muy completas no son para mi una buena alternativa.
Yo lo veo claro: en el mercado el riesgo no se evita sino que se gestiona. Y la capacidad para gestionar riesgo de forma consistente será una medida de nuestra capacidad como operadores.
Saber donde están el equilibrio entre protección y riesgo es una cuestión que sólo puede responder cada cual. Pero seguramente nos toque escuchar los truenos sin paraguas alguna vez si queremos tener unos resultados aceptables.
Hasta la próxima