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Combatir la inflación.

Todos sabemos que los bancos centrales suben las tasas de interés para combatir la inflación. En la teoría macroeconómica , este encarecimiento del dinero hace que se desencadene una bajada de los precios paulatinamente, sobre todo en las materias primas.
Todos sabemos que los bancos centrales suben las tasas de interés para combatir la inflación. En la teoría macroeconómica , este encarecimiento del dinero hace que se desencadene una bajada de los precios paulatinamente, sobre todo en las materias primas. Hasta aquí bien, pero ¿es efectiva esta escala de los tipos de interés por sí sola?, no.

El artículo que vengo a analizar es de Francesco Bianchi, Doctor en la Johns Hopkins University y Leonardo Melosi de la Federal Reserve Bank of Chicago, ambos miembros del CEPR (The Centre for Economic Policy Research) «Inflation as a Fiscal Limit∗». Tras realizar un estudio con varios modelos para respaldar su conclusión del estudio final, ambos en agosto de 2022, exponen lo siguiente:

«Después de la pandemia de COVID, Estados Unidos, al igual que muchos otros países, implementó intervenciones fiscales sólidas. Se ha demostrado que estas intervenciones facilitaron la rápida recuperación observada después de la recesión pandémica. Al mismo tiempo, también contribuyeron al aumento de la inflación fiscal. Aumentar las tasas de interés por sí solo no habría evitado el reciente aumento de la inflación, dado que gran parte del aumento se debió a un cambio en la percepción de la combinación de políticas. De hecho, aumentar las tasas sin el respaldo fiscal adecuado podría resultar en una estanflación fiscal. En cambio, superar la inflación posterior a la pandemia requiere políticas monetarias y fiscales mutuamente consistentes que proporcionen un camino claro tanto para la tasa de inflación deseada como para la sostenibilidad de la deuda.»

Es decir, que los incentivos en política fiscal (bajada de impuestos y mayor gasto público)  para facilitar la recuperación económica del después de la pandemia, vertieron dinero en el sistema: nos indujeron a la llamada «inflación fiscal» . Si además, tenemos en cuenta que los intereses estaban a cero o negativos, la escala abrupta de precios era inminente. Se genera lo que se llama una «presión inflacionaria», vamos, el rally alcista en los precios que hemos sufrido los agentes económicos como familias y empresas.

Además, reseña el artículo que la creciente subida de tipos no tiene un efecto de  forma eficaz y correlativa si no se acompaña de forma simultánea de la política fiscal adecuada, es decir, disminuir el gasto público y aumentar impuestos. Aquí se me plantea una cuestión clave, ¿hasta que % subirá la FED y el BCE los tipos de interés, sin dañar la economía más aún?.

Menciona para finalizar, la sostenibilidad de la deuda. A todos nos gusta hablar de ella en épocas de tinte político. Recientemente EEUU volvió a aumentar su techo de deuda. Este hecho  era evidente, pese a los mensajes agoreros de los medios de comunicación generalistas en nuestro país. La importancia de controlar la deuda cuando la inflación está estabilizada es clave. En el momento actual hasta que la senda de precios no oscile en un 2-3% y se estabilice, no tiene verdadero sentido económico el alarmismo por la deuda soberana de los países, que, aún siendo realmente preocupante, no tiene apenas margen, referido al corto plazo, para ser corregida.

En conclusión, para mantener una inflación baja y estable las políticas fiscales deben ser coherentes con ese objetivo y por ello, debe adecuarse un límite fiscal implícito, alineado con este objetivo. En todo caso, estas políticas se deberían haber puesto en marcha al salir de la pandemia (2021) de forma prioritaria y no como un reactivo al descontrol provocado.

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